La hora de la verdad para el acuerdo de Brexit de Theresa May
El acuerdo de Brexit negociado con sudor y sangre por la primera ministra británica, Theresa May, enfrenta este martes una histórica votación en un Parlamento tan ampliamente hostil que la única incógnita parece versar sobre qué podría ocurrir tras su rechazo.
"Prevemos que el gobierno de Theresa May pierda la votación del martes sobre el acuerdo de retirada y la declaración política negociados en noviembre", advirtieron entre otros los analistas del centro de estudios londinense Economist Intelligence Unit.
Para presionar a los parlamentarios, varios grupos de activistas habían previsto protestas a las puertas del palacio de Westminster, donde debe llevarse a cabo la votación a última hora de la tarde o ya entrada la noche.
Varias oenegés se disponían a instalar frente al Parlamento un barco de 1,3 metros de alto, bautizado "HMS Brexit", que se dirigía hacia un iceberg con el que querían representar el desastre inminente para Reino Unido si el Brexit sigue adelante.
Otras se preparaban para una tarde y noche de concentraciones. Y entre los manifestantes no debían faltar los defensores del Brexit, con sus ya típicas pancartas que claman "Leave Means Leave" ('irse significa irse').
Los británicos aprobaron por 52% salir de la Unión Europea en un referéndum en junio de 2016 cuya campaña dejó al país profundamente dividido. Casi tres años después, deben abandonar el próximo 29 de marzo el bloque del que formaron parte durante 45 años.
Pero a poco más de dos meses de esa fecha, no han aprobado aún un acuerdo que permita hacerlo en buenas condiciones.
La primera ministra conservadora, que llegó al poder en los días siguientes al referéndum, cuyo inesperado resultado provocó la dimisión de su predecesor, David Cameron, pasó 17 meses negociando con Bruselas.
No fue fácil, por su deseo de mantener una estrecha relación comercial con la UE al tiempo que recuperaba el control de las fronteras, la política migratoria, las aguas territoriales, la jurisdicción legal y los millones que el país aporta al presupuesto europeo.
Vencer el rechazo
Cuando por fin lo logró, a finales noviembre, surgió la evidencia de que el texto chocaba con el rechazo de una mayoría de parlamentarios en Londres: los euroescépticos consideran que hace demasiadas concesiones a la UE, mientras los proeuropeos denuncian condiciones peores a las que tiene el país actualmente como miembro del bloque.
Reconociendo que se encaminaba a una estrepitosa derrota, May anuló la sesión de ratificación, prevista inicialmente para el 11 de diciembre.
Y volvió hacia sus socios europeos en busca de "garantías" para calmar las inquietudes de los diputados euroescépticos, muchos de ellos en las filas de su propio Partido Conservador.
Cinco semanas más tarde, el texto será votado al término de cinco días de debates que hicieron patente que el rechazo persiste.
En un intento por salvar el texto, o limitar la magnitud de la derrota con la esperanza de conservar un margen de maniobra, May presentó el lunes ante los diputados una carta en la que Bruselas asegura que la UE quiere evitar la aplicación del punto más conflictivo del texto.
El bloque "no desea que entre en vigor el 'backstop'", aseguraron el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en referencia al controvertido mecanismo ideado para evitar una frontera dura en la isla de Irlanda.
Sin embargo, el pequeño partido norirlandés DUP, aliado clave de May, quien se apoya en sus 10 diputados para tener una corta mayoría en el Parlamento, advirtió rápidamente de que no bastaría para vencer el rechazo al acuerdo.
Así, lo que parece estar en juego ahora es por cuántos diputados puede perder la primera ministra la votación: si son unas pocas decenas podría intentar convencerlos en una segunda votación, mientras que si se acercan al centenar se vería seguramente abocada a una moción de censura.
Si el texto es rechazado, su gobierno deberá presentar un plan alternativo en un plazo de tres días hábiles, es decir, el próximo lunes.
Y este puede ser enmendado por los parlamentarios con sus propias propuestas, así que todas las opciones siguen abiertas: de un Brexit sin acuerdo de catastróficas consecuencias hasta un segundo referéndum con la esperanza de dar marcha atrás.