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'Saldrán por la chimenea', recuerda superviviente de campo de concentración nazi en Francia

El campo de Natzwiller-Struthof abrió sus puertas en mayo de 1941 en Alsacia, una región francesa de habla germánica que Alemania se acababa de anexionar y que ambos países se han disputado durante siglos.

Henri Mosson, superviviente del campo de concentración nazi / AFP
AFP
25 2024 - 07:05

A sus 100 años, Henri Mosson no olvida las palabras que escuchó al llegar en noviembre de 1943 al único campo de concentración nazi en Francia, cuando se cumplen 80 años de su liberación: "Saldrán por la chimenea".

El comandante del campo de Natzwiller-Struthof, el único controlado por los nazis en Francia, "nos dijo: 'Ustedes son unos delincuentes. Entraron por la gran puerta y saldrán por la chimenea'", explica a la AFP en su casa en Dijon, en el este del país.

"Mi número [en el campo] era el 6290", asegura este hombre esbelto y de mirada clara, que fue condenado a muerte con 19 años por sus actos en la Resistencia contra la ocupación de Francia por la Alemania nazi. 

"Teníamos que coser nuestro número en la ropa, pero lo cosí mal. Entonces, recibí la mayor bofetada de mi vida y le dije al SS: 'Warum?' [¿Por qué?]. Comprendió que hablaba alemán", recuerda.

Este conocimiento del alemán le salvó de una muerte casi segura. Los nazis le asignaron la tarea de desinfectar la ropa con la que llegaban los detenidos al campo. "Era como un refugio", confiesa.

"Para los demás, los que no hablaban alemán, la media de vida era de 90 días. Vi morir algunos en tres días", agrega este expreso clasificado "Nacht und Nebel" (Noche y niebla), como los opositores políticos condenados a desaparecer sin dejar rastro.

"Cadáveres a la espalda"

El campo de Natzwiller-Struthof abrió sus puertas en mayo de 1941 en Alsacia, una región francesa de habla germánica que Alemania se acababa de anexionar y que ambos países se han disputado durante siglos.

El campo acogió primero a los prisioneros destinados a la explotación de granito rosa y al desmantelamiento de motores de avión. A partir de 1943, empezaron a llegar los presos "Nacht und Nebel" de Europa Occidental.

Los detenidos eran de unas treinta nacionalidades, principalmente polacos, rusos y franceses, y había judíos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, presos comunes, además de los considerados Noche y Niebla.

De los 50.000 detenidos allí o en sus campos anexos, "17.000 murieron o desaparecieron, sobre todo durante las marchas de la muerte de la primavera de 1945, lo que arroja una tasa de mortalidad cercana al 40%", según el historiador Cédric Neveu.

Cada día, los presos cogían los muertos que también debían estar presentes cuando se pasaba lista en la plaza del campo. "Cargaban los cadáveres a la espalda", recuerda Mosson, que reconoce que con el tiempo se volvió "insensible". 

El campo era también el teatro de ejecuciones por ahorcamiento o fusilamiento, así como de experimentos médicos. En agosto de 1943, 86 judíos son asesinados en una cámara de gas para crear una colección de esqueletos judíos.

"38 kilos"

El 25 de noviembre de 1944, dos días después de la liberación de la capital de Alsacia, Estrasburgo, que el presidente francés, Emmanuel Macron, conmemora este sábado, soldados estadounidenses descubren el campo... vaciado.

A finales de agosto de 1944, los nazis evacuan Struthof ante el avance de las fuerzas aliadas. Los detenidos fueron trasladados a otros campos, hasta terminar algunos en el de Múnich-Allach. "Un día, nos despertamos y ya no había guardias", recuerda Mosson.

A su regreso a Francia, el hombre, que pesaba "38 kilos" entonces, no se encuentra con la "alegría" esperada. "La gente nos miraba como animales extraños" y "sólo teníamos para comer caldo de colinabo, y al final solo de ortigas", recuerda.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, el campo de concentración se utilizará hasta en 1949 en uno de internamiento de los colaboracionistas con los nazis, antes de convertirse en un memorial que actualmente visitan más de 200.000 personas cada año.

Por su parte, Henri Mosson, un apasionado del automovilismo, se convirtió en controlador técnico de los Fórmula 1 y conoció a leyendas como Alain Prost y Ayrton Senna. En 1992, un accidente de carretera casi acaba con él. "Siempre tuve suerte", sonríe.

Su vida también la pasará explicando en las escuelas su historia: "Hay que informar a los jóvenes. No sabemos qué puede pasar. (...) Pueden venir los rusos dentro de dos meses y puede volver a pasar. Miren Ucrania".

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