Las promesas de Johnson alimentan la ira en Irlanda del Norte
Londres/¿Una frontera en el mar de Irlanda entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte? "Por encima de mi cadáver", dijo el primer ministro Boris Johnson antes del Brexit, pero esta promesa incumplida suscita ahora la ira en la provincia británica.
En el periódico The Times, una viñeta mostraba recientemente a los manifestantes bombardeando el famoso autobús de campaña que Boris Johnson utilizó durante la campaña del Brexit mientras él huía del asiento del conductor.
Una muestra del resentimiento dirigido al primer ministro británico en la provincia. Desde hace más de una semana, hay enfrentamientos entre policía y a los alborotadores.
Inicialmente eran en su mayoría unionistas fieles a la corona británica pero luego se les juntaron republicanos, favorables a una reunificación de Irlanda.
Los enfrentamientos dejaron decenas de heridos entre las fuerzas de la policía.
Hasta ahora Boris Johnson guardó silencio sobre la reanudación de la violencia, pero el miércoles publicó un tuit en el que pedía "diálogo, no violencia ni crimen".
Un día después envió a su ministro para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, a Belfast para mantener conversaciones con los líderes locales.
En las filas unionistas hay enfado y la sensación de haber sido traicionados con el acuerdo del Brexit firmado entre Londres y la Unión Europea, que pretende evitar, con disposiciones especiales, poner en cuestión la paz firmada en 1998 entre unionistas, mayoritariamente protestantes, y republicanos, mayoritariamente católicos.
Para evitar el retorno de una frontera física entre la provincia británica y la República de Irlanda, miembro de la UE, se realizan controles en los puertos norirlandeses.
Pero estos nuevos acuerdos interrumpen los suministros y son denunciados por los unionistas como una frontera de facto entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña.
Para Katy Hayward, experta en el Brexit de la Queen's University Belfast, tras restar importancia a este protocolo sobre Irlanda del Norte antes de que entrara en vigor el 1 de enero, Boris Johnson está pagando ahora el precio.
"Ha tenido consecuencias. Hubo una falta de preparación por parte de las empresas para los nuevos controles, y una falta de preparación en el terreno en Irlanda del Norte de las implicaciones", dijo a la AFP.
La Unión Europea señala que el primer ministro británico era muy consciente de estas consecuencias y que corresponde al gobierno británico resolver los problemas.
Mientras la UE insiste en que el protocolo está aquí para quedarse, la líder del gobierno local, Arlene Foster, del Partido Unionista Democrático (DUP), pide que se elimine.
¿Solución política?
Muchos señalan con el dedo a Boris Johnson, que defendió una ruptura radical con la UE --una posición apoyada por el DUP--, lo que dejó poco margen para el compromiso después de que asumiera su cargo en Downing Street en julio de 2019.
En un debate de urgencia celebrado el jueves en la Asamblea de Irlanda del Norte, la ministra de Justicia norirlandesa, la centrista Naomi Long, denunció las promesas incumplidas del gobierno británico.
Por parte de los unionistas, el trato diferenciado de Irlanda del Norte dentro del Reino Unido está alimentando un sentimiento de agravio, que se suma a las tensiones existentes.
El portavoz de la Comisión Europea, Daniel Ferrie, afirmó por su parte que la UE está "dispuesta a encontrar soluciones rápidas y pragmáticas", pero subrayó que ambas partes deben respetar el protocolo.