París contempla prohibir los patines eléctricos
"Es la anarquía total", asegura Ivan Lellouche, un jubilado de 69 años, que tiene claro que el domingo votará a favor de la prohibición de los patinetes en autoservicio en el polémico referendo convocado por la alcaldía de París.
La alcaldesa Anne Hidalgo decidió en enero dejar en manos de los ciudadanos el porvenir de esos 15.000 patinetes eléctricos a partir del 1 de septiembre, en plena tensión entre automovilistas, motoristas, ciclistas y peatones sobre el uso del espacio público.
"Los patinetes en autoservicio son una fuente de tensión y preocupación en la vida cotidiana de los parisinos", aseguró a la AFP Hidalgo, quien aboga por prohibirlos para reducir "las molestias" y porque su modelo considerado ecológico es "cuestionable".
El domingo, la alcaldía instalará 21 centros de votación presencial, una opción que favorece la victoria de la prohibición según los operadores de la capital (Lime, Dott y Tier), que lamentan la falta de diálogo del ayuntamiento y la propia consulta.
"Esta decisión es incomprensible porque París fue pionera en este tema" y "va a contracorriente de lo que ocurre en todo el mundo", en ciudades como Londres o Madrid, explica a la AFP Hadi Karam, responsable de Lime en Francia.
"¡Mi mayor enemigo!"
La polémica comenzó en 2018, cuando una docena de compañías desembarcaron en París. Pero los excesos en su uso obligaron a la alcaldía a intervenir limitando su velocidad a 20km/h e incluso 10km/h, y en 2020 el mercado se redujo a tres operadores.
Sin embargo, el malestar se mantiene. Sus detractores denuncian que los patinetes obstruyen las calles, que sus usuarios pasan a toda velocidad al lado de los peatones y que, finalmente, no son tan ecológicas como parecen por la corta vida útil de sus baterías.
Y, en 2022, tres personas fallecieron y 459 resultaron heridas en 408 accidentes vinculados a estos vehículos, indicó en enero la cadena BFMTV, en base a cifras de la prefectura de policía de París.
Lellouche es uno de los ciudadanos que comprobaron esas "molestias" de las que habla Hidalgo, cuando un adolescente le atropelló "hace tres o cuatro años". "Desde entonces tengo problemas en la rodilla", asegura mientras enseña su rodillera.
"¡Los patinetes es mi mayor enemigo! Porque tengo mucho miedo. A menudo, los vemos llegar con dos personas encima (...) En París, ya no hay sitio para los peatones", abunda a la AFP Suzon Lambert, una maestra de 50 años.
La pandemia y las huelgas del transporte público, unidas a las restricciones a los autos en París, dispararon el uso de alternativas como bicicletas o patinetes, que sobrecargaron una red insuficiente para acogerla.
"Transporte necesario"
"Estoy contra la prohibición (...) Es un transporte necesario para mucha gente", defiende Mathilde Caruso, una diseñadora de 31 años, en la línea de Gérard, un jubilado de 76 años, que sentencia: "Sería mejor suprimir los autos que los patinetes".
Sin esperar el resultado de la votación, la alcaldía de París prepara un "Código de la Calle" para mejorar la coexistencia de los usuarios del espacio público y "apaciguar" la tensión, explica a la AFP el concejal parisino de Movilidad, David Belliard.
"Acabar con los patinetes en autoservicio será una buena señal para simplificar el espacio público y usarlo mejor entre todos (...) No resolverá todo el problema, por supuesto, pero creo que es una señal importante", agrega el político ecologista.
Los operadores no lo ven así, máxime cuando el número de patinetes privados aumenta en Francia, donde se vendieron más de 700.000 en 2022, y los usuarios podrían cambiar a un "saturado" transporte público, en vísperas de los Juegos Olímpicos de 2024, según Karam.
El gobierno francés, cuya relación es tensa con la alcaldía de París, anunció el miércoles un plan de acuerdo con los operadores para una mejor regulación: aumento de la edad mínima para usarlo de 12 a 14 años, multas de hasta 135 euros (146 dólares), etc.
"Los patinetes pueden ser una oportunidad si están bien organizados y regulados", aseguró en rueda de prensa el ministro de Transportes, Clément Beaune, quien habló de pasar de una "etapa folclórica a una de supervisión, de pacificación del espacio público".