Países Bajos recuerda su peor inundación amenazada por el cambio climático
Los holandeses conmemoran este sábado el aniversario de su peor inundación entre alertas de que la subida del nivel del mar, causada por el cambio climático, amenaza con repetir esa tragedia de 1953, en la que la ruptura de los diques permitió al agua arrasar con tierra, casas, residentes y ganado.
"La supervivencia de Países Bajos está en juego. Puede que nuestros hijos tengan que despedirse de ciudades como La Haya, Delft, Róterdam, Ámsterdam, Leiden y Haarlem. Hace casi setenta años las cosas ya salieron mal", advirtió el historiador holandés Rutger Bregman en una carta abierta en nombre de varios científicos.
El geógrafo holandés Kim Cohen, de la Universidad de Utrecht, subraya que, con los conocimientos actuales, se "puede manejar un aumento de dos metros" en el nivel del mar en los Países Bajos: "Pero si eso sube a tres, cuatro o cinco metros, lo dudo. Tenemos que tomar medidas draconianas y empezaremos a renunciar a algunas ciudades".
Los científicos y este historiador exigen "paneles solares, turbinas eólicas y trenes de alta velocidad" para reducir el calentamiento global porque no habrá "presas, diques, puentes e islas" que protejan las tierras que Holanda robó una vez al mar, y alerta de que se volverá a revivir la peor tragedia provocada por el mar en este país.
Fue la madrugada del 1 de febrero de 1953: los diques situados en el delta de la región suroeste del país, que parecían resistir a viento y marea, no aguantaron la subida del nivel del mar, provocada por la fuerte tormenta, y se abrieron por todas partes al mar del Norte, permitiendo que el agua inundara más de 200.000 hectáreas de tierra.
El daño material en la zona del desastre fue enorme, poblaciones enteras quedaron totalmente destruidas, 1.836 holandeses perecieron entre los destrozos, arrasados por el agua helada, otras 100.000 personas perdieron sus casas y decenas de miles de cabezas de ganado se ahogaron en las inundaciones.
El mar del Norte se comió gran parte de Holanda del Sur, Zelanda y Brabante del Norte, pero la calidad de los diques, la altura dentro de los pólderes, la dirección de los flujos de agua y el estado, a veces deplorable, de las viviendas marcaron la diferencia entre una inundación fatal en una región y un desastre reversible en otra.
La noche siguiente, una combinación de viento fuerte y marea alta causó la muerte de muchos de los supervivientes del día anterior y las casas que habían resistido a la primera inundación se derrumbaron por la fuerte corriente, dejando sin soporte a los que se habían refugiado en los techos.
El desastre dejó profundas huellas en el paisaje holandés y en la sociedad. Se trató de reparar el destrozo, pero esas inundaciones, que se conmemoran cada año en los Países Bajos, iniciaron un debate sobre cómo prevenir un desastre de esta magnitud en el futuro.
La respuesta entonces fue el Plan Delta, un proyecto hoy de fama mundial como icono de ingeniería hidráulica y símbolo de la guerra contra el agua, una lucha que ha estado siempre vinculada a la identidad de los holandeses.
Pero nadie contaba con una sorpresa: el cambio climático, el calentamiento global y la consecuente subida del nivel de mar, que plantean hoy nuevas preguntas sobre amenazas a la seguridad de los holandeses, no se pueden evitar con ingenierías sino con una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y más proyectos sostenibles.
"Nos llevará mucho tiempo, dinero y energía, pero siempre ha sido así. Llevamos miles de años luchando contra el agua. Porque nuestro futuro está en nuestras propias manos", subrayó Bregman en esa carta que alarmó a los holandeses.
El comisario del Delta, Peter Glas, prefiere expresarse con más cautela: "No es que diga a la gente 'váyanse a dormir tranquilos', pero al mismo tiempo, creo que tenemos un buen punto de partida".
El nivel del mar frente a la costa holandesa podría ser hasta dos metros más alto en 2100 si la tierra se calienta hasta dos grados, pero si ese calentamiento es el doble, entonces el mar del Norte podría ser hasta tres metros más alto. Según la ONU, las islas pequeñas y ciudades bajas corren un mayor riesgo de inundaciones a partir de 2050.