El museo de Moscú que explica a los niños la victoria soviética contra los nazis
"¡He visto ametralladoras de verdad!" dice Savieli, de 11 años, al salir del Museo de la Victoria de Moscú con un arma de madera en las manos, en una sociedad rusa cada vez más militarizada desde que empezó la ofensiva en Ucrania.
El niño sostiene con orgullo el arma que dice que recibió "a petición suya", como regalo, por su cumpleaños el día anterior.
"Estoy muy interesado. Conozco las viejas armas alemanas, las armas soviéticas", explica en tono serio, junto a su hermano y su madre, Arina.
La familia acudió el miércoles al gran museo que recuerda la victoria de la Unión Soviética frente a la Alemania nazi en 1945, al final de una guerra que dejó, según Moscú, 27 millones de muertos del lado soviético y afectó a todos los hogares.
El recuerdo de la Gran Guerra Patria, el nombre que se le da al conflicto en Rusia, sigue siendo motivo de inmenso orgullo en el país y se conmemora cada 9 de mayo durante el llamado Día de la Victoria.
Las celebraciones de esta victoria son un pilar esencial del patriotismo militarista defendido por Vladimir Putin, quien justifica el actual conflicto contra Ucrania como una lucha existencial contra los "neonazis".
"Mis dos abuelos lucharon en la guerra", explica a la AFP Arina, de 36 años, que "no es la primera vez" que lleva a sus hijos al museo.
"Hemos venido (...) para honrar la memoria de nuestros antepasados", explica, insistiendo en la necesidad de transmitir la memoria.
"¡Hurra!"
Dentro del imponente edificio blanco del museo se suceden varias clases de alumnos de primaria, con gorra militar y la cinta de San Jorge con franjas negras y naranjas en el pecho, símbolo de la victoria del Ejército Rojo.
Los niños y niñas escuchan atentamente la historia que les cuenta la guía del museo.
"Kiev fue recapturada en noviembre de 1943, luego, en mayo de 1945, el ejército liberó Berlín de los nazis", explica frente a un gigantesco fresco que representa la toma del Reichstag por parte de las tropas soviéticas.
"¡Hurra!", gritan a la vez todos los alumnos y luego se toman una foto frente a un tanque alemán en miniatura. "¡Soy un soldado!", grita un niño.
Más adelante, el majestuoso Salón de la Gloria alberga los nombres de cientos de soldados caídos. "Sin el pasado, no hay futuro", se lee en la entrada.
Entre 2021 y 2024, el presupuesto federal anual destinado a la "educación patriótica" se ha multiplicado por 14, hasta más de 500 millones de dólares, según cifras oficiales.
Alexander Soskov, de 69 años, vino al museo con su hija Polina y dos de sus nietos.
"Es nuestra historia", dice, "está en nuestra sangre". Y está de acuerdo con el Kremlin en el paralelismo entre la Segunda Guerra Mundial y el conflicto en Ucrania contra los "fascistas".
Su nieta Daria, de 8 años, explica como en la escuela le han hablado del sitio de la ciudad Leningrado, la actual San Petersburgo, donde más de 800.000 personas sucumbieron al hambre, las enfermedades y las bombas entre 1941 y 1944.
Por su parte el joven Savieli ya parece dispuesto a defender "la patria": "Nací aquí, tengo mis costumbres desde hace mucho tiempo y no quiero abandonarla." ¿Incluso si hubiera que tomar las armas? "Sí", responde.