Berlín redescubre la contracultura gay de la antigua Alemania del Este
Berlín, Alemania/Más de tres décadas después de la caída del muro, Berlín redescubre la huella de la cultura homosexual en la antigua Alemania del Este y la implicación de la comunidad gay en la disidencia hacia el régimen comunista.
Desde septiembre, la capital alemana acoge una retrospectiva dedicada al pintor Jürgen Wittdorf que pone de relieve el sorprendente recorrido de este artista cuyas obras homoeróticas eran compradas por el régimen y decoraban incluso los edificios oficiales. La exposición recibió unos 20,000 visitantes, un éxito inesperado para un arista muerto hace cuatro años y caído en el olvido tras la reunificación.
El público toma conciencia del "coraje" que tenían que demostrar las personas LGTBQ para pasar por debajo de los radares de la antigua RDA comunista, explica Stephan Koal, uno de los comisarios de la retrospectiva.
El arte de Wittdorf implicaba "acrobacias de altura": hacer pasar por imágenes del realismo socialista representaciones muy sensuales del cuerpo masculino, como un retrato de jóvenes hombres atléticos frotándose bajo la ducha, y llevarlas al espacio público.
Definirse como gay en la RDA era tan tabú como en otras sociedades de esa época, máxime cuando "el régimen veía la escena gay como una amenaza", asegura Koal.
No obstante, el régimen comunista descriminalizó la homosexualidad en 1968, un año antes que Alemania del Oeste.
"Borrado" por la historia
"Los homosexuales eran un componente importante de la contracultura increíblemente rebosante" de Berlín-Este, constituida de intelectuales, militantes ecologistas, fieles de iglesias protestantes, artistas y marginados.
Todos ellos fueron la punta de lanza de la protesta contra el poder comunista hasta la caída del muro el 9 de noviembre de 1989.
Para Karin Scheel, directora artística del palacio de Biesdorf, que acoge la exposición de Wittdorf, las 250 obras presentadas son como "un tesoro casi enterrado" que juega con los límites de la censura en un Estado autoritario.
El carácter osado de algunas piezas no era percibido por muchos. Pero "para aquellos de nosotros que nos dábamos cuenta, era sensacional", recuerda Wolfgang Winkler, un antiguo librero de 86 años que conoció al artista (1932-2018).
"La historia ha borrado lo que Wittdorf consiguió con su trabajo", lamenta Winkler, que considera que el papel de las personas LGTBQ en la contracultura de Alemania del Este ha sido "subestimado".
Algunos bares y cafés míticos de la escena gay de Berlín-Este todavía siguen abiertos, como el Sonntags Club (Club de los Domingos) en el antiguo barrio bohemio de Prenzlauer Berg.
Estos locales son ahora una parada imprescindible en las visitas guiadas consagradas a la historia gay del barrio.
En el cine
Adjunto del departamento de Cultura en el ayuntamiento de Berlín, homosexual y procedente del Este, Klaus Lederer alaba los esfuerzos para solucionar el "borrado" que sufrió esta escena vibrante.
Desde 2021, el Orgullo de Berlín Este rinde homenaje a los pioneros LGTBQ que resistían tras el telón de acero. Esta marcha defiende también los derechos homosexuales cuestionados ahora en algunos países de Europa Central como Hungría o Polonia.
El redescubrimiento de la escena gay de la antigua Alemania del Este pasa también por la gran pantalla, con la reciente película de éxito "In einem Land, das es nicht mehr gibt" (En un país que ya no existe, ndlr). Esta se desarrolla en el universo de la moda berlinesa en el verano de 1989, meses antes de la caída del muro.
La realizadora Aelrun Goette, ella misma descubierta como modelo en las calles de Berlín oriental, cuenta la historia de Suzie, una estudiante que escapa de un trabajo en una fábrica posando para una revista. Allí conoce a un diseñador gay y rebelde, Rudi, inspirado en el estilista Frank Schäfer, una figura de la bohemia de Alemania del Este.
Al mismo tiempo que trabajaba para la industria textil estatal, Rudi descubre a Suzie la contracultura sumergida de Berlín oriental.
"O eres libre en todas partes o no lo eres", dice Rudi a su protegida. Y "si no lo eres, el Oeste no te podrá ayudar", advierte.
La realizadora explica que quiso contar cómo esta pequeña comunidad "descarada e indisciplinada" supo aprovechar el momento y darle la estocada a un régimen en plena descomposición a finales de la década de 1980.