Desaparecen en Moscú las 'últimas direcciones' de las víctimas de Stalin

Rusia

Placas de la víctimas de Stalin en Moscú. / AFP
AFP
11 2023 - 01:05

Moscú, Rusia/Armado de cinta adhesiva y tijeras, Alexei Orlov cuelga un rectángulo de cartón a la entrada de la "Casa de los Escritores" de Moscú, en sustitución de una de las placas dedicadas a las víctimas del estalinismo, que fueron arrancadas por toda la capital rusa. 

"Aquí vivía Stanislaw Ryszard Stand, poeta polaco nacido en 1897, arrestado en 1937, ejecutado el 1/11/1937, rehabilitado en 1955", se lee en el cartón que ahora sustituye al listón metálico en homenaje a uno de los millones de asesinados durante la represión.

Otras dos placas, conmemorativas de escritores soviéticos ejecutados en 1938 y 1952, respectivamente, también desaparecieron. Aquí, Alexei también colocará placas de cartón.

"Las placas son arrancadas sin que se sepa por qué", comentó a AFP este hombre de 56 años, gafas de profesor y "apasionado por la historia".

Desde hace unos dos años, una ola de vandalismo golpeó los edificios de Moscú que exhiben en sus fachadas, con autorización de los residentes, las identidades de las víctimas del estalinismo que vivieron allí.

Según el Fondo de "Últimas Direcciones", responsable del proyecto iniciado en 2014, unas 200 de 1.300 placas han sido arrancadas o profanadas.

Puño de hierro

Orlov cuenta que a veces pintan las palabras "traidor" o "espía" en las muros donde iba la placa. Tales términos recuerdan la represión estalinista y el vocabulario empleado en la Rusia de Vladimir Putin para difamar y condenar a sus detractores.

"Quién puede estar detrás de esto? ¿Nostálgicos del puño de hierro?", cuestiona Orlov junto a dos habitantes de la "Casa de los Escritores" que llegaron a ayudar.

Es difícil no constatar que este fenómeno y la impunidad de sus autores se da en un contexto de creciente represión contra críticos del Kremlin, en particular quienes denuncian la campaña militar en Ucrania.

Aunque el presidente ruso ocasionalmente condena los excesos del estalinismo, la política actual del Kremlin es en general de ignorarlos.

Las millones de víctimas de la represión política son reducidas al segundo plano de los libros de historia, Stalin es visto como el héroe de la Segunda Guerra Mundial y quienes critican ese enfoque acaban en el punto de mira del Kremlin.

Por ello Memorial, la oenegé que registra tanto la represión soviética como la del régimen actual, fue proscrita a finales de 2021.

"Nos vuelven a decir que la URSS era el país donde se comía el mejor helado del mundo y no en el que se derramó tanta sangre", dice a AFP Vlad Sizov, un joven guionista, frente a un edificio adornado con varias placas en honor a las víctimas de la Unión Soviética.

En una calle aledaña a la "Casa de los Escritores" hay cuatro placas desaparecidas, de dos ingenieros, un funcionario y un científico ejecutados entre 1931 y 1939.

"La historia se repite cuando se olvida: hoy muchas personas son perseguidas por sus ideas políticas o humanistas", señaló a AFP Nadejda Gorlova, una escritora de 48 años que vive al lado.

Época pasada

Oksana Motievskaia, coordinadora del Fondo "Últimas Direcciones", dice que las primeras placas desaparecieron a fines de 2021, justo después de la prohibición de la organización Memorial, acusada de ser "agente del extranjero" y de crear "una imagen falsa de la URSS como Estado terrorista".

"El Kremlin no niega la represión estalinista pero la minimiza, la presenta como una tragedia sin un verdadero culpable", apuntó la activista.

Para ella, "el Estado quiere controlar la memoria colectiva al presentar a Stalin no como un tirano, sino como un líder fuerte".

Así, lo que el poder ruso denuncia no es el vandalismo, sino la existencia de las placas.

"Hay que distinguir entre las acciones por la memoria de acontecimientos trágicos de nuestra historia y la politiquería. Por eso no me parece correcto el proyecto 'Últimas direcciones'", criticó en julio el asesor del Kremlin para los derechos humanos, Valeri Fadeiev.

Según Motievskaia, a veces son los propios residentes de los edificios quienes arrancan las placas.

Una vez, contó, uno de esos vándalos le advirtió: "tus días liberales se han acabado, tu época ha terminado".

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