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Los cristianos 'reviven' durante Pascua en un Jerusalén desconfinado

La iglesia del Santo Sepulcro había sido cerrada para Pascua por primera vez en al menos un siglo.
La iglesia del Santo Sepulcro había sido cerrada para Pascua por primera vez en al menos un siglo. / AFP
Afp
02 de abril 2021 - 11:32

En un rincón del Santo Sepulcro, las lágrimas de Ángela Pernecita explican la emoción de esta cristiana, que no logra traducir en palabras lo que siente. Confinada el año pasado por la pandemia, esta filipina, ahora vacunada, recuperó el fervor que se apodera de Jerusalén en Pascua.

Como ella, cientos de fieles pisaron los adoquines de la ciudad vieja con ocasión del Viernes Santo, que conmemora la crucifixión de Cristo.

Desde el atrio del Santo Sepulcro, iglesia considerada el lugar más sagrado del cristianismo, se alza el eco de las oraciones de una multitud como no ha habido en meses.

En el interior, algunos no dudan en tocar o incluso abrazar, con o sin máscara sanitaria, la Piedra de la Unción, losa de piedra caliza rojiza, sobre la que el cuerpo de Cristo fue embalsamado antes de ser puesto en la tumba, según la tradición.

"Es mucho mejor que el año pasado", explica Ángela, con el rostro lleno de lágrimas. Esta mujer de 46 años, que vive en Israel desde hace más de una década, siguió las misas de Pascua 2020 por internet.

Las autoridades israelíes acababan de ordenar el cierre de los lugares santos, además de las escuelas y los comercios, para limitar la propagación del virus.

La iglesia del Santo Sepulcro había sido cerrada para Pascua por primera vez en al menos un siglo.

Hoy "revivimos", cuenta Lina Sleibi, una palestina de Jerusalén, que también celebró Pascua sin ir a la iglesia y sin una gran reunión familiar el año pasado.

"Era difícil. Parecía que la ciudad estaba muerta", comenta esta mujer morena, de 28 años, que a veces va a cantar en misas en Belén, otra ciudad santa a pocos kilómetros de Jerusalén.

- Salir de la tumba -

En 2020, sólo cuatro religiosos subieron la Vía Dolorosa, camino de sufrimiento donde Jesús, según los Evangelios, encontró a su madre, cayó, recibió ayuda para llevar la cruz y se vio a mujeres llorando.

Este año, la procesión de algunos centenares de fieles, dirigidos por decenas de religiosos que cantan en varias lenguas, devolvió una apariencia de vida a esta larga arteria que atraviesa el casco histórico y sus callejuelas milenarias.

"Es como si hubiésemos estado en una tumba este último año y ahora salimos de ella", se alegra Angleena Keizer, una pastora británica, para quien la campaña de vacunación dirigida por Israel, la más rápida del mundo, permitió unas celebraciones de Pascua normales.

O casi. Porque normalmente miles de peregrinos de todo el mundo recorren la centro histórico.

Si bien se eliminaron gradualmente las restricciones, los turistas todavía no están autorizados a regresar a Tierra Santa.

"Por un lado, es agradable pasear sin la muchedumbre de turistas pero, por otro, preferiría que estuvieran aquí, para la economía, y para que pudieran sentir Pascua en Tierra Santa", añade Angleena.

En 2019, más de 25.000 personas se reunieron en Jerusalén para celebrar el Domingo de Ramos, que inaugura la Semana Santa, según el patriarcado latino de Jerusalén.

Bader Rabadi, un cristiano palestino de Jerusalén, también se alegra de haber pasado página del confinamiento en Pascua, un momento que recuerda como "doloroso".

Pero este guía turístico espera de pie firme a sus correligionarios del extranjero, para compartir con ellos el espíritu de esta fiesta, la más importante del cristianismo. Porque "Jerusalén no es nuestra, es de todos", resume.

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