Seguridad y agua, claves para un gobierno de Bukele sin crisis profundas

Las acciones para controlar el "problema crónico" de la violencia criminal que tiene El Salvador y que lo hace uno de los países más peligrosos del mundo, así como atender los efectos del cambio climático vinculados con el agua, son claves para que el presidente electo Nayib Bukele evite crisis profundas durante el Gobierno que asumirá el próximo sábado.

Así lo sostienen diversas organizaciones y especialistas en políticas sociales, entre ellos Gustavo Amaya, un experto en temas de desarrollo y derechos humanos que dirige el Centro de Capacitación y Promoción de la Democracia (Cecade).

Para Amaya, la violencia y el cambio climático tienen el potencial de "desestabilizar" al país en los próximos años si no reciben una atención especial por parte del nuevo gobierno que gestionará el país a partir del 1 de junio.

Bukele será, tras su toma de posesión, el mandatario más joven de la historia reciente del país centroamericano y pondrá fin a un bipartidismo instalado durante tres décadas, condiciones que no atenuan los problemas nacionales ni representan una ventaja.

El político, que llegó al poder con la plataforma del partido derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), tomará las riendas de El Salvador con una tasa de 19,8 homicidios por cada 100.000 habitantes en lo que va de 2019, por arriba del índice de 10 considerado a nivel internacional como una epidemia.

Uno de las primeros desafíos del Ejecutivo de Bukele será mantener o disminuir la tasa de asesinatos registrada en 2018, pero tendrá como principal obstáculo a las pandillas Mara Salvatrucha (MS13), Barrio 18 y otras minoritarias, que poseen unos 60.000 miembros en todo el país.

Las autoridades atribuyen a las pandillas las cifras de 103 y 50,3 homicidios por cada 100.000 habitantes registrados entre 2015 y 2018 y según Amaya, la seguridad debe ser la principal apuesta de Bukele.

El activista señaló, en declaraciones a Efe, que el país ha logrado bajar su tasa de asesinatos al cierre de la administración de Salvador Sánchez Cerén, pero el índice actual "no es ninguna cosa por la que nos tengamos que alegrar".

La principal debilidad que observa es la falta de una "política a largo plazo", la "poca inversión en prevención" y la concentración de los fondos en "aspectos represivos".

"Es un problema crónico, es un problema que debemos abordar porque afecta la salud mental y física de los salvadoreños, y en la capacidad de invertir recursos" en otros aspectos sociales, añadió.

Acotó que el país no solo está en riesgo de registrar alzas repentinas en las muertes violentas, sino que ve amenazado el avance en materia de derechos humanos.

Entre las áreas amenazadas se encuentra la de educación, por el constante acoso de las pandillas que buscan reclutar jóvenes, y la sanidad pública, enfocada en los últimos años en la atención comunitaria.

A juicio de Amaya, el presidente electo también debe poner especial atención en temas como "agua limpia y saneamiento" y "de acción por el clima".

Según el último Índice de Riesgo Climático Global de la organización alemana Germanwatch, El Salvador se encuentra entre los 50 países más vulnerables del mundo por el cambio climático.

Las autoridades medioambientales señalan que uno de los principales efectos en el país es la escasez del agua por las fuertes sequías.

Esta situación, sostuvo Amaya, puede "desencadenar otros problemas", como "enormes desplazamientos de población", por lo que se debe atender a "corto plazo".

Los expertos prevén que el 80 % de país experimente estrés hídrico en 2022, situación que Bukele debe tratar de evitar y para ello necesita alcanzar un acuerdo en el Congreso para desentrampar la aprobación de una ley de aguas que urgen activistas y comunidades.

Bukele ha dado pocas luces sobre su estrategia para combatir las pandillas o atender los efectos del cambio climático, y de momento tampoco ha nombrado a los ministros de Seguridad y Medio Ambiente y Recursos Naturales.