La depuesta líder birmana Aung San Suu Kyi es juzgada por sedición
La exdirigente birmana Aung San Suu Kyi, derrocada por un golpe de Estado militar e imputada en múltiples ocasiones por la junta, compareció este martes ante el tribunal por un proceso de sedición que, para muchos observadores, está motivado políticamente.
En la víspera, la líder civil, que se encuentra en arresto domiciliario desde el golpe del 1 de febrero, había sido juzgada por importación ilegal de walkie-talkies, no respeto de los protocolos contra el covid-19 y la violación de una ley sobre telecomunicaciones.
Este martes, la premio Nobel de la Paz 1991 se enfrentó a un segundo proceso, en este caso por sedición, junto al expresidente de la república Win Myint en un tribunal que sesionó a puerta cerrada en la capital Naypyidaw.
Todavía no ha podido defenderse ante el tribunal, pero "es resistente (...) y se muestra confiada", dijo a la AFP Min Min Soe, una de sus abogadas.
La víspera, otro abogado, Khin Maung Zaw, dijo que se preparan "para lo peor". De ser declarada culpable, podría ser condenada a muchos años de cárcel.
Las audiencias deben retomarse la próxima semana.
Saung Suu Kyi también está inculpada por haber infringido una ley sobre secretos de Estado de la época colonial y por corrupción, acusada de haber recibido más de medio millón de dólares y una decena de kilos de oro en sobornos.
Por el momento, no se ha comunicado ninguna fecha para estos dos procesos, cuyas acusaciones acarrean las peores penas.
Numerosos observadores consideran que estas acusaciones responden al objetivo político de neutralizar Aung San Suu Kyi, icono de la democracia bajo los anteriores regímenes militares y gran ganadora de las elecciones de 2015 y 2020.
Su imagen, sin embargo, quedó salpicada en los últimos años por el éxodo a Bangladés de cientos de miles de musulmanes rohinyás en 2017 huyendo del ejército birmano.
Desde el golpe, este país del sureste asiático se encuentra en un momento tumultuoso, con manifestaciones constantes, huelgas masivas que paralizan la economía y combates entre el ejército y facciones rebeldes.