Acciones relámpago y gas lacrimógeno en las protestas en Hong Kong
La policía de Hong Kong lanzó el sábado gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes prodemocracia cuyas marchas no había sido autorizada, al tiempo que en el aeropuerto internacional proseguía la sentada con la que pretenden sensibilizar a los visitantes con su movimiento.
Centenares de manifestantes se congregaron por la tarde en el barrio de Tai Po, en Nuevos Territorios, el sector norte de Hong Kong cercano a la frontera china, para una manifestación no autorizada.
Vestidos de negro, con gorras y protegiéndose con mascarillas o máscaras de gas, muchos llamaban a "salvar Hong Kong de la tiranía" ante una comisaría protegida por agentes con equipamiento antidisturbios.
En una pancarta azul que sostenía un policía podía leerse: "Esta concentración o desfile va en contra de la ley. Dispérsense o podríamos vernos obligados a usar la fuerza".
Evitando la confrontación, los manifestantes se dispersaron hacia distintos barrios de la ciudad aplicando su consigna "be water" (sé agua).
Un grupo que se había encontrado en el barrio de Sha Tin, en los Nuevos Territorios, mientras que otro había alcanzado el vecino Tai Wai, donde desarmaban barandillas a lo largo de las calles para hacer con ellas barricadas.
"Hoy no se trata de ponerse delante de la policía o de lanzar piedras, sino de cubrir varios sitios y dejar que la policía se desplace", explicaba un manifestante de 17 apodado Lok.
"No nos enfrentaremos a ellos cara a cara, sino que les pondremos las cosas más difíciles", añadió.
La estrategia, no obstante, no ha impedido que la policía antidisturbios llegara rápidamente a los distintos emplazamientos donde a la caída del día, empezaron a lanzar gas lacrimógeno para dispersar a los asistentes.
"Si hay un retroceso político..."
"Las manifestaciones las empezó (Carrie) Lam", jefa del Ejecutivo de Hong Kong, declaró a la AFP una mujer, Lo. "Cada vez que habla es para condenar (las manifestaciones), pero no propone ninguna solución".
"Si se produce un retroceso en el sistema político de Hong Kong y se convierte en el mismo que rige en el continente (chino), incluso sin manifestaciones ni caos, la gente tampoco se sentirá motivada a invertir o hacer negocios", consideró Chan, un estudiante.
Horas antes, en medio de un ambiente distendido que contrastaba con la violencia que ha marcado las últimas manifestaciones, cientos de familias habían salido a la calle con niños de todas las edades, en cochecito o a pie, portando balones, para mostrar su apoyo a los manifestantes prodemocracia.
También por la mañana, un grupo de personas mayores había organizado otra concentración bautizada como "Cabellos plateados" para entregar peticiones al cuartel general de la policía y a la oficina de Carrie Lam, con el objetivo de mostrar su apoyo a la contestación.
Los manifestantes pretenden intensificar la movilización con acciones como una sentada de tres días en el aeropuerto internacional, que comenzó el viernes y reunió a miles de personas. Su objetivo es sensibilizar con su causa a los visitantes extranjeros que llegan a Hong Kong.
"Sin concesiones"
Los militantes prodemocracia exigen la retirada definitiva de un proyecto de ley de extradiciones a China -el que inició la protesta y que actualmente se encuentra suspendido-, así como la dimisión de Carrie Lam y la designación de un sucesor por sufragio universal, en lugar de los actuales nombramientos a dedo desde Pekín.
Hong Kong, centro financiero internacional situado en el sur de China, está viviendo su mayor crisis política desde su retrocesión por Londres a Pekín en 1997. Las manifestaciones casi diarias degeneran cada vez más en duros enfrentamientos entre grupos radicales y la policía.
La jefa del ejecutivo hongkonés excluyó el viernes hacer concesiones al movimiento, mientras alertaba contra sus graves consecuencias económicas.
"Lo que es bueno para Hong Kong (...) es poner fin a la violencia (...) para que podemos avanzar", añadió la responsable, que ha recibido el apoyo total del gobierno chino desde el inicio de la crisis. Por su parte, Pekín ha endurecido el tono esta semana, intensificando las amenazas contra los manifestantes.