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La votación de una ley represiva sumerge a los LGTB de Uganda en el miedo

Uganda
AFP - Agencia
02 2023 - 07:36

"Me van a detener porque no puedo fingir ser algo que no soy", dice Alex, un gay de 19 años de Uganda, donde el Parlamento votó recientemente una ley contra la homosexualidad descrita como de las más represivas del mundo.

Esta legislación, conocida oficialmente bajo el nombre de "Ley antihomosexualidad 2023", debe todavía ser promulgada por el presidente Yoweri Museveni, que dirige el país con mano de hierro desde 1986.

La ley, criticada por la ONU y Estados Unidos, se aprobó el 21 de marzo en el Parlamento en una sesión agitada con numerosas enmiendas, con lo que ni legisladores ni analistas conocen exactamente su contenido.

Pero, según los defensores de derechos LGTB+, si Museveni ratifica la ley, toda persona que participe en actos homosexuales puede ser condenado a cadena perpetua. Los reincidentes se exponen a pena de muerte.

Aunque esta condena capital lleva años sin aplicarse en Uganda, esto es un triste consuelo para los miembros de la comunidad LGTB+ como Alex, cuyo nombre ha sido modificado por motivos de seguridad.

Los grupos de mensajería en línea ofrecen apoyo y solidaridad, pero son al mismo tiempo un recordatorio constante de los peligros a los que se exponen las personas homosexuales en Uganda.

Incluso antes de la votación de la ley, muchos optaron por el exilio hacia la vecina Kenia, Sudáfrica, Europa o Norteamérica.

"Me encantaría irme de Uganda", dice a la AFP Alex, que comparte con tres personas un pequeño apartamento en las afueras de Kampala, con las persianas bajadas para evitar miradas indiscretas.

"No sé si estoy seguro y no me merezco morir por ser quien yo quiero ser", defiende.

"Por otro lado, tengo la impresión de que debemos luchar por nuestra libertad (...) Si no lo hacemos nosotros, ¿quién luchará por nuestra libertad?", reflexiona.

"Demasiado miedo"

Una ley antihomosexualidad promulgada en 2014 llevó a los países occidentales a cortar su ayuda internacional. El Tribunal Constitucional ugandés anuló finalmente el texto debido a un error técnico en la votación.

Museveni debe ahora mediar entre el respaldo de la población a este ley y los riesgos de represalias internacionales.

El Alto Comisario de la ONU por los derechos humanos, Volker Türk, denunció una ley "probablemente entre las peores de este género del mundo". Estados Unidos amenazó con "repercusiones", especialmente económicas.

En los últimos meses, los jefes religiosos y políticos compartieron teorías conspiranoicas sin fundamento sobre los homosexuales, acusados entre otros motivos de atacar a niños a pedido de fuerzas internacionales opacas.

"Los ugandeses se radicalizaron, la situación es peor" que en 2014, dice a la AFP Franck Mugisha, director ejecutivo de Sexual Minorities Uganda, una organización de defensa de derechos de los homosexuales, cuyas actividades fueron suspendidas por las autoridades el año pasado.

"Antes, eran los ugandeses desfavorecidos quienes se sentían más en peligro y querían huir. Ahora incluso las personas acomodadas están en la mirilla", afirma Mugisha.

Pero los países de la región, como Kenia o Tanzania, reprimen también los derechos de los homosexuales. Y exiliarse a Occidente no es fácil, incluso para aquellos que tienen dinero para sufragarse el viaje.

Philemon, propietario de un bar en Kampala, intentó irse del país para unirse a su compañero en Dinamarca, pero le rechazaron el visado en dos ocasiones.

La relación se resiente de la situación. Su pareja lo visita cada seis meses, pero ahora tiene "demasiado miedo de venir a Uganda", dice a la AFP el joven de 25 años.

"Merezco ser feliz"

"La ley es muy ambigua", afirma John, un técnico queer de 26 años, quien estima que abre el camino para "ejercer el chantaje".

La legislación pone también en peligro a los amigos y la familia de los ugandeses LGTB+, porque obliga a denunciar si se sienten sospechas de alguien con "intención de cometer la infracción homosexual". No hacerlo puede suponer una pena de cárcel de seis meses.

"Mi madre sabe que soy homosexual. Ella me respalda y se preocupa por mí, pero si esto se convirete en ley, sé que simplemente me va a abandonar", dice Alex llorando.

Como muchos miembros de la comunidad LGTB+, el joven intenta dejar el país, pero tiene pocas opciones.

"Estaba empezando a conocer gente nueva y a familiarizarme con mi sexualidad y entonces ocurrió todo esto", lamenta. "¿Es que no merezco ser feliz?".

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