Miles de fieles rezan por la 'Paz en Etiopía' a dos días de las elecciones
En silencio, una marea blanca se dirige hacia la iglesia y el canto de un sacerdote que llama este sábado a celebrar San Miguel, venerado en Etiopía, donde el lunes se celebran elecciones nacionales.
A primera hora, miles de creyentes ortodoxos llegan al edificio que lleva el nombre del santo, uno de los más conocidos de Bahir Dar, capital de Amhara, la segunda región más poblada de este país de 110 millones de habitantes.
Vestidos con una "natela", un velo blanco, ancianos inclinados sobre sus bastones, jóvenes adultos, niños aferrados a la mano de sus madres acuden al oficio que comenzó en plena noche.
El sábado, Etiopía celebra San Miguel, uno de los principales santos de la iglesia ortodoxa etíope, piedra angular de una nación con una cultura milenaria y profundo patriotismo. La religión cristiana ortodoxa es la primera del país, practicada por unos 45 millones de personas.
La iglesia color crema, rematada de cruces de metal, ha sido adornada con una bandera etíope de varios metros de largo, mientras que cadenas de banderines verdes, amarillos y rojos conectan el edificio con los majestuosos árboles circundantes.
En el patio, algunos fieles están sumidos en la lectura de una pequeña biblia gruesa y colorida, escrita a la vez en amhárico y en ge'ez, lengua hablada en la antigua Etiopía que fue una de las civilizaciones más importantes de la Antigüedad.
Un sacerdote bendice a decenas de mujeres, golpeando suavemente sus cuerpos con una cruz de madera, mientras que otros besan el suelo o las paredes de la iglesia iluminadas por el sol.
"Es un gran día para nosotros (...) En nuestra religión, rezamos a San Miguel para que nos traiga la paz y para que nos proteja de las cosas malas", explica Huluager Kinde, una joven de 27 años que busca trabajo.
"Cada etíope"
Poco a poco, la silenciosa muchedumbre, donde se ven pocas mascarillas, canta, aplaude. Y, con este júbilo, acoge la procesión de sacerdotes que han venido a presentar una réplica de las Tablas de la Ley. Según su culto, estas se conservan en Axum, en la región de Tigré, asolada por la guerra y el hambre.
Ni los sacerdotes ni los cantantes mencionan en ningún momento este conflicto que dura desde hace 7 meses, ni tampoco la violencia étnica que golpea Etiopía y, sobre todo, la región de Amhara.
Pero uno de los populares cantos litúrgicos, que los fieles entonan varias veces, llama a la paz y a la unidad, en un país formado por un mosaico de comunidades.
"Paz en Etiopía, paz en nuestro país, Dios por favor haz que nuestro país esté en paz", cantan los congregados en ge'ez.
El segundo país más poblado de África celebra el lunes comicios legislativos y regionales, que se aplazaron en varias ocasiones por la pandemia de covid-19 y por motivos de seguridad y logísticos.
A causa de esas dificultades, pero también de la guerra en el Tigré, una quinta parte de las 547 circunscripciones, algunas en Amhara, no participarán en la elección que el primer ministro, Abiy Ahmed, prometió como la más democrática de la historia etíope.
Al salir de la iglesia, Ebabu Tsega, con una cruz de ceniza dibujada en la frente, estima que votar es "esencial".
"Estoy muy feliz de ir a votar ya que voy a escoger a aquellos que me dirigirán y me representarán", afirma este maestro de escuela primaria de 29 años.
"Rezamos por que cada etíope participe en la elección y acepte su resultado", agrega Gulilat Worku, una estudiante de doctorado de 34 años.