¿Quién debe ser el presidente de Panamá en el 2019?
Estamos a menos de un año para que volvamos a las urnas a escoger a las autoridades que nos representarán los próximos cinco años; sin embargo, en estas elecciones que se avecinan el descontento, la frustración y la desilusión de la gran mayoría de los panameños con respecto a la clase política tendrá mucho peso.
Los jóvenes no creemos en los partidos políticos que están contaminados por el clientelismo, el oportunismo, la falta de ideología y sobre todo por el más fatal de todos los males: la corrupción.
No hay líderes a lo interno de los colectivos políticos tradicionales y recién creados. No existe siquiera una figura sindical o un líder natural en el país que podamos decir represente el sentir de las mayorías y que sea el ideal para llevar al país por las sendas del progreso en el próximo quinquenio gubernamental.
La oferta electoral de quienes aspiran a gobernar Panamá empieza a definirse con la realización de las elecciones primarias en los diferentes partidos y los que aspiran por la libre postulación siguen en su proceso de recolección de firmas, pero si me preguntan hoy: ¿Alguno de esos aspirantes merece llegar al Palacio de las Garzas? Mi respuesta sería: No.
Ninguno de los que aspira ser presidente de Panamá tiene la capacidad real y está apoyando por un grupo que realmente tenga credibilidad. Incluyo en este grupo también a los de libre postulación.
Dicho todo esto y poniendo un escenario donde nadie merece la banda presidencial, pero Juan Carlos Varela y su gabinete de ineficientes merecen ser reemplazados, entonces estamos ante el cuestionamiento: ¿Quién deber ser el presidente de Panamá en el 2019?
Mi respuesta será utópica, pero ojalá en esta elección o en el 2024 aparezca un líder con las cualidades y acciones que debe tomar para merecer representar a una población que está hastiada de los mismos representantes de la desigualdad social, de la corrupción y de los negociados una vez que llegan al poder.
Desde el momento que volvimos a la democracia en 1989, hemos tenido a una cantidad de demagogos en el poder. Todos estos políticos en campaña prometen mayor educación, más seguridad y mejor salud, pero qué han hecho al respecto: absolutamente nada.
En Panamá muchos niños están mal nutridos, la clase media está atropellada por los impuestos y los sistemas de salud y educación son un fracaso; entonces si en casi 30 años, estos políticos y sus partidos no han hecho nada, quién dijo que en el 2019 van a hacer algo.
Nuestro país necesita un líder que salga de la clase media, un intelectual conectado desde la experiencia con la realidad del pueblo. No necesitamos a un presidente apoyado fuertemente por la clase empresarial que cada cinco años vela por sus riquezas. Un verdadero líder debe ser apoyando por las donaciones que les haga el pueblo, no los grupos económicos, porque cuando llegue al poder va proteger sus intereses y le dará la espalda a la población.
Necesitamos a un líder que combata la corrupción, que tenga los pantalones para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que permita ponerle fin al presidencialismo existente y trabaje para mejorar nuestra Asamblea Nacional y Corte Suprema de Justicia.
Cinco años para gobernar es mucho tiempo, por lo tanto cuatro años en el poder y que el voto de las comunidades indígenas y de las zonas rurales del país tenga más valor que de aquellos que viven en la capital, sería perfecto para que de una vez por todas, la República de Panamá deje de ser tan centralizada y se trasladen los focos de desarrollo al interior del país.
Merece gobernar una persona que no este en las filas de ningún partido y mucho menos que sea un falso independiente que le haga el jueguito de los votos divididos a los corruptos que lideran los colectivos políticos.
Tampoco deber ser presidente, un eterno sindicalista o un líder social que el único trabajo que se le conoce es ser dirigente de gremios. Esos son bastante oportunistas, no les gusta dejar el poder y son más corruptos que aquellos a los que critican.
El hombre o mujer que gobierne a Panamá, debe hacerlo para todos: minorías y mayorías, por lo tanto está en la obligación de hablar de los derechos de las personas LGBTI y de ir de frente con una ley de educación sexual que de verdad va a contribuir con la familia.
Un hombre que ame la cultura y vea en la economía naranja una forma de desarrollo nacional.
En fin, Panamá requiere un líder integró entre lo que dice y hace, un estadista con visión, que no esté casado con el poder económico, que tenga el carácter y la determinación para hacer las reformas que se tengan que hacer y además goce de carisma y simpatía de la población. Que cada uno de sus discursos sean piezas de intelectualidad, pero que lo más importante ame servir a los panameños.
En conclusión: Si tomo en cuenta todo lo dicho arriba; en estos momentos no tenemos un buen candidato presidencial en Panamá. Quizás porque no ha nacido o de repente no se ha decidido a aspirar.