Cuba, la isla donde encuentras la libertad
Al llegar a la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de Los Baños en Cuba, te topas con una especie de mural colgado en una de sus paredes que dice: “Para que el lugar de la utopía, que por definición no está en ninguna parte, esté en alguna parte…” La frase fue dicha por el cineasta argentino Fernando Birri, durante la inauguración de esta escuela un 16 de diciembre de 1986.
Aunque el Fundador de la ola del Nuevo Cine Latinoamericano, soltó está expresión en la Cuba de Fidel Castro y se refería específicamente a los grandes sueños e ideas que se gestan en la escuela de cine; hoy me gustaría llevarla más allá de las fronteras de la EICTV.
Cuba se ha convertido en un destino exótico para turistas de todo el mundo. Encuentran en la isla un calor humano extraordinario y una experiencia que te transporta en una máquina del tiempo. Algo que probablemente no exista en otro lugar del planeta.
Es un lugar mágico, un espacio donde la utopía empieza a ser cuestionada y para quien pisa este territorio por primera vez, el amor a primera vista es lo que experimentará. Pero luego de haber realizado un desfile de bondades de la isla comunista, me pregunto: ¿Qué tiene Cuba, que encanta y enamora? Mi respuesta, luego de visitar en varias ocasiones este país es la siguiente: libertad.
No entraré en detalles políticos, tampoco en definiciones ideológicas; me dedicaré a lo que realmente debe importarnos en la vida: “la humanidad y la felicidad de la gente”.
En Cuba se es libre de muchos elementos contaminantes y esclavizantes que a diario tenemos en nuestros países. Dos de ellos son: el internet y el teléfono celular.
Probablemente estamos tan acostumbrados y se ha convertido en una rutina tener un teléfono con un plan de datos y con una serie de elementos distractores, que probablemente no nos damos cuenta que vivimos en una sociedad, donde somos hijos, padres, hermanos, esposos y amigos.
Pongo por ejemplo una cena entre una pareja o un grupo de amigos en Panamá: El teléfono se convierte en parte de la decoración de la mesa. Es la entrada, el plato fuerte y el postre. Las conversaciones son nulas o simplemente superficiales. Probablemente si hago un estudio y le pregunto a las personas de que hablaron durante la cena no se acordaran, pero si tendrán en mente el último meme o video viral del momento.
Ahora me transporto a Cuba. Aquí hay limitaciones para el internet y el wifi solo funciona en sitios específicos. No esperes encontrarlo en algún restaurante, al menos que sea de un gran hotel, pero ciertamente en la isla se come mejor en los conocidos paladares y en estos pequeños y acogedores negocios no hay como conectar tu teléfono, por lo tanto la experiencia es verdadera.
En una cena en Cuba entre amigos o parejas realmente se conversa. Ciertamente hay calidez humana, nos escuchamos, nos miramos, nos comprendemos, nos amamos, volvemos a ser lo que realmente somos y lo más importante recuperamos la libertad.
Puedes caminar largas distancias, observar todo a tu alrededor, disfrutar del paisaje y aunque el selfie y las fotos no faltan, no estarás matándote por subirlas de una vez a las redes sociales para cazar likes.
Eso explica porque al inicio de este blog dije que el lugar utópico de Birri estaba más allá de la EICTV. Es imposible imaginar un mundo sin conexión al internet, pero eso se vuelve realidad en Cuba. Y aunque muchos dirán que es atraso, yo creo que debe existir un balance y ese justo medio del que habló Aristóteles se ha perdido en Panamá, cuando de uso de la tecnología hablamos.