Los muertos del Mediterráneo

Madrid, España/Ella no conoce sus rostros, jamás los vio; pero quiso saber sus nombres. No hay registros de su identidad, son muertos anónimos. Nadie los llora. Huyeron de África en busca de comida y el Mediterráneo los devoró. Ella conoce el dolor; durante décadas, al otro lado del mundo, su pueblo ha sido desplazado. Buscan salvar sus vidas de la muerte. Son visiones distintas, pero un mismo sufrimiento. Son los muertos del Mediterráneo dibujados por una colombiana.

Al principio es difícil de entender, todos caminan mirando hacia el suelo. Lo hacen en un silencio sepulcral, que por instantes desespera. Intentan descifrar lo que está grabado en el piso. Son letras que parecen formar nombres, pero no están en castellano. De pronto, en el momento menos esperado, de esas letras brota agua, pero no se desborda. Se crea un relieve líquido que permite distinguir lo que se ha escrito.

Esta es una obra de Doris Salcedo, una mujer colombiana que ha logrado hacerse un espacio entre los artistas contemporáneos contando relatos muy fuertes a través de sus obras. Durante los últimos años de su carrera ha roto los estereotipos que Europa ha tenido sobre América Latina, a tal punto de ser invitada a exponer en el Tate Modern de Londres y romper el piso en dos.

El otoño y lo efímero de la vida

Para entender “Palimpsesto”, nombre con el que Doris ha bautizado su obra hay que entrar y salir. Está expuesta en el Palacio de Cristal de Museo Reina Sofía de Madrid. El sitio es un recinto cuyas paredes y techo son transparentes. Parece un gigantesco invernadero, pero sin flores en su interior. Aunque es muy profana esta descripción, desde lejos parece de esos lugares donde se filman películas románticas o comerciales de perfumes.

Frente al Palacio hay un pequeño lago donde nadan decenas tortugas y unos cuanto peces. Una fuente, en su centro, le da vida al agua estancada. A la orilla de lago crecen árboles con hojas teñidas por el otoño. Familias, amigos, novios... se sientan en el borde a pasar las horas y disfrutar del aire fresco de esta temporada.

El Palacio también está rodeado de árboles que van quedando desnudos. Es el deleite de una belleza efímera impulsada por el tiempo que anuncia la llegada del invierno, la temporada donde todo está muerto y que ayuda a entender, desde afuera, el mensaje político y social que la artista ha querido enviar con su osada obra.

El drama de los emigrantes

No existe registro oficial de cuántos africanos mueren en el intento de ingresar a Europa. Doris ha tenido que emprender una exhaustiva investigación para poder nombrar a unos cuantos de los casi 30 mil que se han ahogado, durante los últimos 15 años en el Mediterráneo.

Uno de los datos más concretos, que retrata la cruda realidad de la migración africana, en 2017, lo tiene la Organización Mundial de las Migraciones. En un informe han plasmado que hasta finales de este mayo han muerto en el intento de cruzar a Europa, unas mil 300 personas. Operaciones humanitarias han rescatado a otras seis mil.

La Gran Vía de Madrid es reflejo de los que sí lograron cruzar. A lo largo de la avenida más larga de la capital española, a las puertas de tiendas famosas, hombres y mujeres procedentes de áfrica intentan ganarse la vida. Venden mercancías de imitación a precios baratísimos, pero hay que comprar rápido, sólo basta un parpadeo para que desaparezcan. Huyen de la policía. Lo que hacen es ilegal.

Este relato es una secuela de Corazón de emigrante (un relato en primera persona) que puede leer dando click aquí.