Cuidado de la Tierra y respeto a la cultura, el clamor de los jóvenes indígenas

Los jóvenes participantes del Encuentro Mundial de la Juventud Indígena (EMJI 2019) mandaron un mensaje alto y claro a los gobiernos y poderes económicos de la región: exigen el cuidado de la Casa Común y el respeto de su biodiversidad, cosmovisiones y modos de vivir.

Esto lo recoge el manifiesto del EMJI, el primer evento en reunir a jóvenes indígenas de 12 países representando a 40 pueblos originarios, en Soloy, comarca Ngäbe-Buglé, del 17 al 21 de enero.

El inicio del evento estuvo marcado por un mensaje del papa Francisco, que sale mañana de Roma, Italia a Panamá, en que invitaba a la juventud indígena a “hacerse cargo de sus raíces”.

En el documento presentado este lunes en el centro de prensa internacional de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ 2019), se denuncian la falta de respuesta de las autoridades locales a las comunidades Naso y Emberá por la demarcación de su territorio, la masacre de los pueblos Guarani, Kaiowa y Karipuna en Brasil y de los jóvenes nicaragüenses que salen en defensa de sus derechos.

Desde el EMJI, también hacen un llamado por el asesinato de líderes indígenas.

“Entre las numerosas violaciones a la dignidad de nuestros pueblos, escuchamos las invasiones y explotación de territorios originarios, gobiernos que violan las leyes de protección ciudadana, las transnacionales y los grandes proyectos económicos que violan a la Casa Común a través de la minería, deforestación, construcción de hidroeléctricas y el turismo invasivo”, recoge el mensaje del encuentro en Soloy.

Además, reconocieron “con dolor” que las autoridades, “crean alianzas con poderes económicos para llevar a cabo sus intereses individuales marginando a los demás”.

Los jóvenes piden a los gobiernos que se reconozcan los territorios indígenas y proporcionen una educación que respete las culturas de nuestros pueblos como “culturas distintas, con sus propias riquezas y sabidurías”.

Asimismo, pidieron a la Iglesia los “espacios apropiados” para que puedan vivir sus espiritualidades desde sus cosmovisiones y herencias, y el respeto a las teologías particulares de sus pueblos, que describen como “frutos de la síntesis entre nuestra fe ancestral y la plenitud de nuestra esperanza en la persona de Jesucristo”.