Andrés, el joven que diseñó camisas, enseñó lenguaje de señas y cumplió su sueño en el coro de la JMJ

Andrés, el joven que diseñó camisas, enseñó lenguaje de señas y cumplió su sueño en el coro de la JMJ
Andrés Guevara / Cortesía

Andrés Guevara tiene 24 años, es un diseñador gráfico salvadoreño. Vino a Panamá hace un año a cumplir un sueño: cantar para el Papa Francisco y el mundo. Lo cumplió.

Su voz fue una de las 350 que conformaron el coro de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Esta semana elevaron sus cantos y alabanzas acompañando al Sumo Pontífice en actos como en misas y el Via Crucis.

La historia de Andrés se diferencia de la de muchos de sus compañeros. La mayor parte del coro está conformado por panameños, quiénes se prepararon en su país para recibir al Papa, mientras que la mayoría de los miembros ensayaron en sus respectivos países.

Pero Andrés era el único salvadoreño en todo el coro. No tenía compatriotas con los que practicar, así que decidió viajar hasta Panamá y prepararse con los locales. Esto lo dio una oportunidad única de experimentar la vida en suelo istmeño por todo un año.

Le tocó aprender a ser independiente, conseguir trabajo y velar por si mismo. Cuenta que fue gracias al apoyo y ayuda de muchos nuevos amigos en Panamá que logró cubrir sus necesidades y desarrollar sus talentos. Habla con afecto del trato de los panameños y con admiración del sistema de transporte público, algo que quizás sorprenda a muchos panameños.

La JMJ ha sido la oportunidad para que Panamá dé su mejor cara. En el caso de Andrés, se lleva a su país recuerdos de solidaridad, hermandad y cariño de un pueblo hermano. En su tierra, ha participado en concursos de diseño, en Panamá su diseño fue el escogido para las camisas usadas en la misa de envío. También enseña lenguaje de señas (que compartió en Panamá).

Y es que para Andrés todo debe tener un significado. El arte, la comunicación, el canto, fueron puentes que unieron culturas, razas y creencias en un país que fue llamado corazón del universo. Terminada la JMJ, le queda a Panamá decidir si mantiene el impulso positivo, si tiende nuevos puentes y encuentra significado más allá de un evento.

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