Papa Francisco: 'Por favor, dale las gracias a tu abuela de mi parte'

(Vuelo Papal AZ4000. Miércoles, 23 de enero de 2019)- Sobrevolamos Barcelona, justo después del desayuno abordo, cuando la calma matutina empezó a disiparse. Una avanzada de camarógrafos y fotógrafos oficiales del Vaticano ya anunciaban que el papa Francisco, estaría listo para hacer su tradicional recorrido por la sala de redacción.

Entró por el lado derecho del Airbus A330 que nos lleva hacia ciudad de Panamá. Desde la fila 37 de la última cabina del avión, puedo verle perfectamente. Viene caminando sonriente, marcando el paso, sin dejar de saludar a todo el que se topa en el camino.

Mientras más cerca está de mi asiento, más fuerte late mi corazón, al tiempo que intento ensayar lo que voy a decir. Es mucho lo que tengo que contarle y muy poco el tiempo que nos dejan.

Va puesto por puesto, dedica tiempo a cada reportero. Les escucha y regala unas palabras. Jamás deja de sonreír. Es exactamente lo que describe Juan Vicente Boo, en su libro, "El Papa de la alegría".

Cuando llega a mi puesto, todo lo planeado se desvanece. Le tomo la mano y le digo: "gracias por venir a Panama". Él me mira y sonríe, al tiempo que mi corazón toma velocidad de locomotora.

"Creo que represento a una generación que le espera. Tengo 26 años", le digo. Al instante, entre el cóctel de emociones que corre por mis venas y su mirada tierna, fija en mis ojos, le digo: "aquí le manda mi abuela, para que oficie la misa".

Entonces, con su ayuda, abrimos juntos el envoltorio preparado por mi madre que esconde de un manutergio, una palia, un corporal, bordado a mano por mi abuela y la abuela de una de mis primas. Tiene además una fotografía hecha por mi tía y una pulsera elaborada por una joven arquitecta de La Chorrera. Es el mapa de Panamá.

Él pone su mano sobre los objetos, los mira, luego voltea su mirada y me dice: "dale las gracias a tu abuela de mi parte".

Ha sido el momento más personal junto a Francisco. Las palabras fueron pocas, pero no hicieron falta más. Su mirada era de ternura, agradecimiento y mucha ilusión. Francisco no es un pontífice común.

Es un hombre sensible y humano, se deja interpelar por las emociones de quienes le rodean, a tal punto de escribir una carta, a puño y letra y al instante, frente a la mirada de todos, para el vecino del reportero francés que viaja junto a mí, y que acaba de hacer su confirmación.

Ese es Francisco, el Papa que pronto aterrizará en Panamá.