Panamá después de la pandemia del coronavirus
El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.
La pandemia del coronavirus traerá enormes cambios a la humanidad, especialmente en nuestra conducta social y laboral. Habrá mayor conciencia en promover nuevas conductas en la forma de interrelacionarnos y habrá un creciente lineamiento gerencial para fomentar el trabajo desde la casa, en ciertas áreas especificas. Ya en Panamá comienzan a darse algunos cambios importantes en esa dirección.
Sin duda alguna, las secuelas post pandemia en el campo socio-económico serán enormes, siendo más graves que la misma enfermedad. Miles de personas perderán sus empleos y sufriremos un retroceso en el desarrollo económico y social de nuestro pueblo, volviendo a crecer las cifras de la pobreza y de personas en riesgo social.
El año 2019 terminó con un desempleo del 7.2%, al comienzo de la pandemia en marzo se estimaba en 8% y seguramente vamos a terminar el 2020 con cifras alarmantes que alcanzarán un desempleo entre un 15% y 18% de la población económicamente activa.
Pero las crisis también son oportunidades para reinventarse y sirven para medir la capacidad de nuestros gobernantes y de toda la dirigencia de un país en sus diferentes actividades. El tamaño del impacto de la crisis del coronavirus dependerá, en gran medida, del Gobierno y de su capacidad de respuesta, de los planes y programas que deberán implementarse para la recuperación económica.
El Gobierno ha tomado préstamos y emitido bonos por varios miles de millones de dólares, sobre la base de crear los fondos necesarios para superar la crisis. Los panameños estamos muy interesados en conocer con claridad cómo se va a invertir ese dinero y cómo va a utilizarse para ayudar a la muy golpeada clase media, al sector agropecuario, al pequeño y mediano emprendedor, además de continuar con los programas para proteger a los más vulnerables.
Ante grandes males, grandes remedios, reza el viejo adagio popular, y como país ya hemos transitado caminos aún más difíciles y salimos adelante. A finales de los años 80, colapsamos social, política y económicamente, pero el primer Gobierno de la democracia supo sentar las bases necesarias para generar confianza y nos recuperamos rápidamente.
Le tengo mucha confianza a nuestros buenos y honestos emprendedores, a nuestro pueblo luchador, que ha demostrado su tenacidad y garra en varias ocasiones, a nuestros profesionales, esos que vienen de la clase media y son los más golpeados, pero que sabrán reinventarse y dar una lección de vida ante la adversidad.
La crisis nos demuestra, hoy más que nunca, que para recuperarnos y avanzar en grande necesitamos un Proyecto de País a mediano y largo plazo para definir claramente hacia dónde debemos enfocarnos para salir de la pobreza y del subdesarrollo.
Los Proyectos de Poder nos han hecho mucho daño y lamentablemente nuestros malos políticos, especialmente, en los últimos gobiernos, solo se han preocupado en proyectos de poder, esos que ganan elecciones para responder desde el Gobierno a intereses personales, políticos y económicos y que se han convertido en un cáncer llamado corrupción, que está haciendo metástasis y amenaza el futuro de todos.
Por último, en estos momentos difíciles, todos debemos hacer miradas introspectivas y sacar nuestras propias reflexiones de cómo contribuir para hacer un mundo mejor, más humano, solidario y comprometido con valores y principios morales. Me alegra mucho ver y constatar que la crisis nos ha sensibilizado contra la corrupción y observo una población beligerante y crítica contra los corruptos. Al mismo tiempo, es altamente plausible mirar a los jóvenes tomando papeles de liderazgo en las redes sociales y abordando los temas nacionales con mucha responsabilidad y pasión.
Hay esperanza cuando nuestros jóvenes asumen desde muy temprano esos niveles de participación y contribuyen al desarrollo de un mejor país. Eso me recuerda mi juventud, que la entregué íntegramente a la lucha contra la dictadura y por lograr la democracia. Hoy, junto a jóvenes valiosos, entrego mi experiencia y mis canas a la lucha contra la corrupción.