Lograr el balance entre espectadores y creadores
El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.
El confinamiento estos últimos dos meses ha sido toda una travesía emocional acompañada de noticias de una desigualdad social agravada en nuestro país, para mi que soy un trabajador independiente del cine la situación se ha vuelto más incierta que en la antigua normalidad.
El audiovisual parece ser el rescatista de muchas mentes intranquilas durante la pandemia, por lo menos a mí me ha ayudado mucho a mantenerme a flote y calmado durante estos días. El privilegio de contar con tecnología e internet en casa me da la posibilidad de ver películas, series y videoclips de todo tipo y de todas partes del mundo, pero automáticamente me ilusiono pensando en lo que sería tener una industria audiovisual local, robusta y variada.
Este año tuve la oportunidad de participar del seminario, El Público del futuro en FICUNAM (México), un espacio que lleva 10 años analizando y reflexionando la relación entre los exhibidores y las audiencias. En una de las ponencias la Dra. Ana Rosas Mantecón (Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa) presentó una retrospectiva en base a los modelos de producción, exhibición y distribución que se habían utilizado en México. Ahí me quedó claro que los años dorados del cine mexicano fueron producto de toda una coordinación, desde el sector audiovisual y políticas de Estado que propiciaron el ambiente ideal para impulsar la industria, tanto así que el boleto al cine estaba considerado dentro de la canasta básica mexicana.
Traigo este ejemplo a colación para ponerlo en contexto con nuestra historia y algo parecido sucedió cuando en 1972 se crea en Panamá el Grupo Experimental de Cine Universitario, en donde se propusieron una realización audiovisual enfocada en la recuperación de la soberanía sobre la zona del Canal de Panamá y a documentar las acciones de Omar Torrijos H. Luego de ahí el siguiente punto relevante es cuando se crea la Dirección general de Cine (DICINE) y se realiza el primer Concurso nacional Fondo Cine en 2012. Entre la creación del GECU en 1972 hasta el primer concurso Fondo Cine en 2012 hay un espacio de 40 años en donde no se generaron políticas desde el Estado para incentivar este sector.
Dentro de esta incertidumbre, el confinamiento ha abierto paso a el análisis de todo tipos de temas, en mesas redondas, clases, presentación y apreciación de películas, etc., en el futuro espero que este diálogo constante se siga exponenciando en el sector audiovisual.
No sería recomendable esperar que pasaran otros 40 años sin plantearnos la relevancia de toda la gama de expresiones audiovisuales que se producen en nuestro país, desde el cine pobre hecho con las uñas hasta el cine enfocado al entretenimiento.
En la última convocatoria del Festival de Cine Pobre Panalandia recibimos 90 producciones panameñas, un número que va en aumento cada año desde la primera edición en 2014 cuando recibimos 24; igualmente se ha hecho más rica la utilización del lenguaje audiovisual haciéndose mucho más interesantes las lecturas de estas producciones. La chispa de la creación audiovisual seguirá esparciéndose y despertando nuevos talentos a contar sus historias, mientras se trabaja en que el ciclo de producción tenga todas sus partes, por ejemplo aún no contamos con una sala de cine nacional, ni una cinemateca donde esté resguardado nuestro patrimonio audiovisual. Ojalá este periodo nos lleve a replantearnos nuevas formas de formación, producción y consumo en donde logremos una cadena de producción audiovisual que sea autosostenible primordialmente dentro de nuestras fronteras.
Las expectativas son altas, luego de la creación del Ministerio de Cultura el pasado 14 de agosto de 2019, una institución que se espera llegue a fortalecer y crear estructuras sólidas para el desarrollo de los trabajadores del arte y la cultura. Mientras eso toma forma, noto una sociedad panameña enferma con heridas que necesita curar, heridas que se han hecho más notorias durante este tiempo de pandemia y que a través del arte y la cultura muchos artistes han venido abordando, pero hace falta una plataforma estatal que potencie este trabajo y que este sea accesible para cualquier persona.
El régimen militar seguido de la Invasión a Panamá por los Estados Unidos fueron procesos traumáticos que sacudieron nuestra sociedad, dejándonos en silencio por mucho tiempo. Esta experiencia con el COVID-19 también está siendo traumática y reinventarnos requerirá de acciones profundas, de cambios de paradigmas y formas de pensamiento, de poner sobre la mesa los temas controversiales y discutirlos sin censura, de una comunicación abierta y transparente, de buscar un balance y decidir si queremos seguir siendo sólo espectadores o también deseamos aportar a la discusión. Todo un reto del que no podemos escapar.