Avión aterriza de emergencia y queda varado más de 35 horas por culpa de unos cerdos apestosos
Los animales iban en el vuelo como una insólita carga que dejó cuestionamientos entre los demás pasajeros.
Lo que comenzó como un vuelo de rutina desde Ámsterdam con destino a la Ciudad de México terminó convirtiéndose en una odisea de más de 35 horas para los pasajeros del vuelo KL685 de la aerolínea KLM. El motivo del aterrizaje inesperado en Bermuda sorprendió a todos: un olor fétido proveniente de cuatro toneladas de cerdos vivos que se encontraban en la zona de carga.
A unas cinco horas del aterrizaje en México, el piloto tomó la decisión de desviarse, explicando que el hedor había comenzado a filtrarse en la cabina, provocando dolores de cabeza y malestares físicos en la tripulación. Aunque el aterrizaje fue preventivo y no hubo fallas mecánicas, la falta de información y apoyo posterior generó confusión y malestar entre los 160 pasajeros a bordo.
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“Me entero de que el avión haría una parada de emergencia cuando el piloto lo comunicó por todo el avión [a través del altavoz] diciéndonos que el motivo era que le estaba llegando a la cabina un olor fétido, desagradable y le estaba quitando oxígeno y que tenía dolores de cabeza”, relató Fernando Ashby Díaz, uno de los pasajeros afectados.
Otro testigo del insólito incidente, Juan Manuel González Huesca, compartió su incredulidad ante la situación: “Como el mensaje fue dado primero en idioma holandés y, aunque lo entendí, dudé y pensé que había escuchado mal por lo excepcional de la situación; luego, lo dijo en inglés y me di cuenta que no era un malentendido”.
La aeronave descendió en el aeropuerto de Hamilton, en Bermuda, donde los pasajeros permanecieron cuatro horas sentados dentro del avión sin recibir explicaciones ni soluciones claras. Finalmente, se les permitió desembarcar, pero lo que vino después fue una experiencia que varios describieron como caótica y frustrante.
“La aerolínea nos apoyó solamente con hospedaje, pero no fue un apoyo claro por parte de KLM. Nunca hubo una persona de la tripulación que nos pudiera estar apoyando en ningún momento. Cuando llegamos al aeropuerto, los primeros que se fueron del lugar fue la tripulación”, denunció Fernando Ashby Díaz, visiblemente molesto por la falta de atención.
Aunque algunos pasajeros recibieron alojamiento, la situación no fue uniforme. Según González Huesca, hubo inconsistencias en la respuesta de la aerolínea: “La respuesta de la aerolínea fue variada con diferentes grupos de pasajeros. En nuestro caso, solo se nos dio el hospedaje; la cena, el desayuno y la comida tuvimos que pagarlos nosotros. Escuché de otros pasajeros que, en hoteles distintos, sí se les proporcionó alimentos”.
El caos continuó al día siguiente. Los pasajeros, muchos de ellos agotados y sin recursos básicos, tuvieron que esperar largas horas en el aeropuerto sin recibir vales de comida ni medios de comunicación, a pesar de las políticas de la propia aerolínea. “A las 11 de la mañana ya había autobuses para regresar al aeropuerto, y me tuvieron ahí hasta las 21:30 que volvió a salir el avión. No nos dieron voucher de comida, no nos dijeron nada”, agregó Ashby Díaz.
Mientras los pasajeros intentaban sobrellevar la incertidumbre, los cerdos, causantes indirectos del aterrizaje, recibieron atención inmediata. “Lo último que supe de los animales es que estaban en buenas condiciones. Personal del aeropuerto en Hamilton nos compartió que un veterinario había ido a verlos para asegurarse que estuvieran bien, aunque no sabían cuál sería su destino”, explicó González Huesca. Al momento del despegue hacia México, los animales permanecieron en Bermuda.
De acuerdo con las políticas oficiales de KLM, los pasajeros tienen derecho a recibir comida, hospedaje y medios de comunicación gratuitos en caso de retrasos significativos. Sin embargo, los testimonios evidencian que estos lineamientos no se cumplieron cabalmente.