Victorio Vergara, el hombre de los llenos completos: 'Él está presente en el corazón de todos esos bailadores'

Victorio Vergara

A 26 años de su partida sigue estando vigente en los tipiqueros, desde los más jóvenes, hasta los más viejos. Un legado que sin duda siempre habrá alguien para mantenerlo vivo.

Victorio Vergara Batista en un evento / Archivo

Este 21 de julio, el mundo de la música típica panameña recuerda con cariño y mucha nostalgia a ‘El Tigre de la Candelaria’, El Mandamás’ de las tarimas: Victorio Vergara Batista, que hace 26 años murió por derrame cerebral, generando gran conmoción entre miles de panameños que seguían su música.

Oriundo de Pocrí de Los Santos. Creció en una familia percusora del acordeón, oficio que fue aprendiendo desde muy pequeño y que lo llevó a convertirse en uno de los más grandes. Su música sin duda es un legado viviente a más de dos décadas de su desaparición.

Y es que, como lo inmortalizó Sergio Cortés en el coro de la pieza ‘Nuestro Ángel Guardián’, cantada por Nenito Vargas, que narra el recorrido del féretro de Victorio desde la Iglesia Virgen Del Carmen en la Vía España, hasta llegar donde su adorada Santa Librada en Las Tablas: ‘Se que grande es el dolor, pero jamás, esta música del Tigre no morirá, hoy día sus canciones siguen sonando y siendo coreadas en los bailes típicos.

Este domingo, como cada 21 de julio, algunas emisoras de radio amanecieron sonando la música de Victorio Vergara, recordando esos días en los que, con sus brincos y alegría, ponía a bailar a miles de personas en toldos y jardines como El Suspiro, en los que como dicen por ahí, ‘no cabía ni un alfiler’.

Testigo de esto es Juan Castillo, dueño del antiguo El Suspiro, quien recordó a Victorio como un hombre con un sinfín de virtudes: sencillo, alegre, amable, y elocuente con sus fanáticos. Rememoró que cuando tenía un toque, ‘El Tigre’ llegaba dos horas antes al jardín, conversaba con el público que ya había llegado y luego iniciaba su noche de baile.

Nosotros decíamos que tener una fecha de Victorio Vergara era como hacer un depósito en el banco, porque, sí sus bailes en un 95% eran llenos completos”, indicó Castillo.

Y es que más que promotor de eventos fue amigo personal de Victorio, trabajó con él durante 23 años, y entre tantas anécdotas remembró cómo fueron sus últimos días.

Un calendario ajustado, entre fiestas patronales, El Tigre tenía las fechas llenas para presentarse en varias tarimas, pero, lastimosamente, no pudo cumplir con esos compromisos. El 15 de julio de 1998, sería el último día que llenaría de alegría a sus fanáticos en el jardín La Parra de Juan Díaz, celebrando la Virgen Del Carmen.

Cuenta Castillo, que, tras la noche de baile, en la madrugada del 16 de julio, él se retiró a su residencia y Victorio quedó en el toldo tomándose unos tragos con otras personas. Cuando regresó al lugar, se encontró con el papá de Manuel de Jesús Ábrego, que fue quien le dio la noticia de que Victorio había sufrido percances de salud y estaba hospitalizado.

Sorprendido por lo que escuchaba, rápidamente se dirigió al centro médico donde se encontraba ‘El Tigre’.

Yo llegué al hospital ese día 16 de julio. Los días 16, 17,18,19 yo no salí del hospital porque Victorio se agravaba, hasta el 21 que falleció”.

La noticia corrió como pólvora en todos los medios de comunicación. La música típica panameña había perdido a uno de sus grandes percusores.

Castillo recuerda su entierro como el más apoteósico, desde la misa en la Iglesia Del Carmen, que, como narra él, estaba abarrotada, mucha gente conmocionada, un dolor inexplicable que los invadía.

Y así mismo de apoteósica fue la caravana que recorrió el féretro hasta llegar a la Iglesia Santa Librada en Las Tablas, donde otras miles de personas lo esperaban para darle el último adiós.

En medio de sollozos y silencios dolorosos, Castillo comentó que Víctorio fue padrino de la boda de su hijo, a quien le pidió que en caso de morirse le pusiera un trago de Old Par en la boca, lo cual cumplió completamente derrumbado por el dolor en el cementerio de Las Tablas.

Recordó que la canción ‘Nuestro Ángel Guardián’ fue compuesta por Sergio Cortés, durante la caravana, y cuando llega a la iglesia se la recita y se la entrega a Nenito para que la cantara.

El baile después de Victorio

En medio del sufrimiento y del dolor, Los Plumas Negras, tenían que continuar con los compromisos adquiridos, esta vez sin su gran amigo, que ya no los guiaría físicamente, pero sí sería su ‘Ángel Guardián’.

El primer toque del conjunto tras la partida de Víctorio Vergara fue un 14 de agosto en el jardín Las Américas, en Tocumen. Recuerda Castillo, que tan grande fue la despedida de ‘El Tigre’, como este nuevo capítulo sin él. Fue más que un lleno completo, la capacidad del local fue plenamente rebasada por las personas que no paraban de llegar.

En aquel entonces se cobraba barato, tres dólares. Cuando fueron las 9 de la noche, eso se llenó tanto que tuvimos que dejar de cobrar. Los locales que estaban cerca todos se llenaron porque la gente no cabía en la plaza que era grande”, dijo Castillo.

Aseguró que nunca pudieron saber a ciencia cierta qué cantidad de personas llegó ese día al baile porque todo se rebasó.

Yo llevo 56 años haciendo eventos, y el evento típico más grande que yo recuerdo fue ese del 14 de agosto de 1998 de Nenito Vargas en el jardín Las Américas”, afirmó.

Recordó que ese día, cuando Nenito cantó por primera vez ‘Nuestro Ángel Guardián’:

No quedó un alma que yo no viera con lágrimas en los ojos, ese jardín se estremecía, esa gente lloraba”, recordó con la voz cortada y entre lágrimas.

La música de Victorio sigue viva, latente y pegada, expresó Castillo, y eso es porque los músicos nuevos siguen cantando sus éxitos, las emisoras siguen sonando su música y hasta los más jóvenes saben quién es Victorio Vergara.

Él está presente en la vida y en el corazón de cada uno de esos bailadores y de cada uno de esos ejecutantes del acordeón”, concluyó Juan Castillo.

La muerte de Victorio Vergara fue una de las noticias más impactantes en la música panameña. A 26 años de su partida sigue estando vigente en los tipiqueros, desde los más jóvenes, hasta los más viejos. Un legado que sin duda siempre habrá alguien para mantenerlo vivo.

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