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Reír es una de las expresiones más genuinas de la felicidad humana. Más allá de su impacto emocional, diversos estudios han demostrado que también aporta beneficios para la salud, como la reducción del estrés y el fortalecimiento del autoestima, según la Clínica Mayo. Sin embargo, recientes hallazgos han revelado un aspecto poco explorado: la risa podría ser un indicador del estatus social.
La creadora de contenido Lu Beccassino abordó este tema en un video publicado en su cuenta de Instagram, donde explicó cómo la risa actúa como un marcador de pertenencia dentro de ciertas clases sociales.
“Los ricos tienen una forma de reírse diferente, esto actúa como una señal de pertenencia a una clase social y hace parte de lo que sería el habitus de la clase alta, en términos del sociólogo Pierre Bourdieu”, señaló Beccassino.
Su afirmación se basa en una investigación publicada en la revista científica Frontiers in Psychology, que estudió la relación entre la risa y las interacciones sociales. Según este análisis, la forma en que una persona se ríe no solo depende de su personalidad, sino también de su entorno y su posición en la estructura social.
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“Tú te ríes más cuando estás en la compañía de otras personas”, explicó Beccassino, enfatizando que la risa tiene una función comunicativa que va más allá del simple disfrute. Uno de los hallazgos más sorprendentes de la investigación es que la risa no solo refleja alegría, sino que también puede ser utilizada para establecer jerarquías sociales.
“La risa es una forma de señalizar dominancia. Particularmente, una risa estridente y de alto volumen es una señal de poder y es más común que las personas de clase alta tengan este tipo de risa”, reveló Beccassino.
Según el sociólogo Pierre Bourdieu, este fenómeno está relacionado con el concepto de habitus social, que se refiere al conjunto de disposiciones internalizadas que influyen en la manera en que las personas actúan, piensan y se comportan sin ser plenamente conscientes de ello.
Este habitus se moldea a partir de la educación, el entorno cultural y las experiencias de vida, manifestándose en diversos aspectos como la postura, el lenguaje, las preferencias de ocio y, por supuesto, la risa.
El estudio plantea una reflexión sobre cómo incluso los gestos más naturales pueden estar determinados por factores sociales. Desde una carcajada fuerte hasta una risa discreta, la forma en que reímos puede estar influenciada por las normas y dinámicas de nuestro entorno. En un mundo donde los códigos sociales son fundamentales para la interacción, la risa no solo es una expresión de felicidad, sino también una herramienta de comunicación y posicionamiento dentro de la sociedad.
Iñaki Domínguez, otro autor, en su ensayo “Bufones: un ensayo sobre la verdad y la risa”, explora cómo la figura del bufón representa una forma de risa que rompe con las convenciones impuestas por los grupos dominantes.
Según Domínguez, el bufón utiliza el humor para desestabilizar las narrativas oficiales y exponer las contradicciones de la sociedad. Esta risa, marcada por su espontaneidad y desenfado, se diferencia radicalmente de la risa contenida y moderada que suele exhibir la élite como medio para reafirmar su estatus. Así, la risa del bufón actúa como un instrumento crítico que pone en evidencia las tensiones y absurdos del orden establecido, permitiendo a quienes se sienten marginados encontrar una voz y una forma de resistencia cultural.
Además, Domínguez enfatiza que el poder del bufón radica en su capacidad para generar una respuesta colectiva que va más allá de lo individual. Mientras que la risa de los privilegiados es a menudo ritualizada y cuidadosamente contenida, la risa del bufón emerge como un acto de solidaridad y rebeldía, abriendo espacios de empatía entre aquellos que sufren las mismas limitaciones del sistema.
Este humor subversivo, cargado de ironía, no solo cuestiona las jerarquías establecidas, sino que también fomenta la cohesión entre los desposeídos, evidenciando cómo el humor puede transformarse en una herramienta de cambio social.