Procesión Del Cristo De La Buena Muerte
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En el reino animal, las estrategias de supervivencia a veces rozan lo insólito. Tal es el caso de algunas ranas hembra en Europa, que han evolucionado con mecanismos que les permiten defenderse del apareamiento forzado por parte de los machos. Lo más impactante: simulan estar muertas para evitar el contacto físico.
El hallazgo, publicado en la revista Royal Society Open Science, pone bajo la lupa la conducta reproductiva de los anuros (ranas y sapos) y desmantela la idea de que las hembras son pasivas durante este proceso. Por el contrario, el estudio muestra que ellas luchan activamente por su autonomía corporal frente a lo que los investigadores describen como “reproducción explosiva”.
En ciertas especies de ranas, el apareamiento no es romántico ni consensuado. Cuando las condiciones climáticas son favorables, cientos de machos se congregan en puntos específicos para competir ferozmente por fecundar a las hembras. Esta competencia da lugar al “amplexo”: una postura en la que el macho se aferra fuertemente al cuerpo de la hembra, en muchos casos sin darle opción a liberarse.
Aunque evolutivamente eficaz para garantizar la reproducción, este método tiene un alto costo para las hembras, especialmente las más pequeñas: pueden quedar atrapadas bajo el peso de varios machos y morir asfixiadas durante lo que los científicos llaman “bolas de apareamiento”.
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Frente a este riesgo, las ranas hembra no se quedan inmóviles por sumisión, sino como táctica de defensa. En un fenómeno conocido como “inmovilidad tónica”, algunas hembras entran en un estado de rigidez muscular total, extendiendo sus extremidades y simulando un cadáver. Este comportamiento desconcierta a los machos, quienes a menudo pierden interés, dándole a la hembra la oportunidad de escapar con vida.
Lo más interesante es que esta técnica es más común en hembras jóvenes y de menor tamaño, que no tienen la fuerza suficiente para liberarse por medios físicos. El estrés generado por la situación eleva los niveles de corticosterona, una hormona que puede estar relacionada con la duración de la parálisis simulada.
Por otro lado, las ranas más grandes y experimentadas suelen aplicar otro método igual de efectivo: una especie de autodefensa física. Al rotar sobre sí mismas, logran zafarse del macho que intenta inmovilizarlas. Y si el macho logra resistir la maniobra, paradójicamente, demuestra ser un buen candidato reproductivo: fuerte, persistente y apto desde un punto de vista evolutivo.
El estudio fue liderado por la bióloga Carolin Dittrich, del Museo de Historia Natural de Berlín, y deja en claro que las ranas hembra no son simples receptoras pasivas del proceso reproductivo. “Estamos observando una conducta activa y selectiva. No se trata de una sumisión instintiva, sino de estrategias diseñadas para proteger su integridad”, asegura Dittrich.
Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre el comportamiento de los anfibios, sino que también abre la puerta a discusiones más amplias sobre coerción sexual en el reino animal, algo que hasta hace poco era minimizado o directamente ignorado. En la naturaleza, sobrevivir es un arte. Y estas ranas, al parecer, han perfeccionado una técnica magistral para evitar que la reproducción se convierta en una sentencia de muerte.