¿Nacen malos? Psiquiatra forense revela la naturaleza de los asesinos

La especialista señala cómo el abuso infantil puede influir de manera significativa en las decisiones violentas de una persona.

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Gwen Adshead, psiquiatra forense, ha dedicado más de 30 años a tratar a criminales incluidos asesinos en serie en instituciones de máxima seguridad. A través de su experiencia, concluye que nadie nace “malo” y que la violencia es el resultado de complejos factores psicológicos, familiares y sociales. Según Adshead, la mayoría de los criminales violentos, como los hermanos Menéndez, no son “monstruos” sino personas que, debido a su historia de trauma, se ven atrapadas en un ciclo destructivo.

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El caso de los hermanos Menéndez, que mataron a sus padres en 1989, ha sido revisado recientemente por nuevas evidencias y análisis de sus alegaciones de abuso. Mientras su tía los defiende, otros, como su tío, los describen como “sangre fría”. Este contraste refleja cómo se percibe el crimen y el castigo en la sociedad. Adshead argumenta que no existen “monstruos”, sino personas que, por diversas razones, pueden llegar a cometer actos atroces.

Su carrera le ha permitido entender que, si bien algunos individuos cometen crímenes horribles, es un error considerarlos inherentemente malvados. “Lo que he aprendido es que las mentes violentas no son simples”, afirma Adshead, señalando que el trauma infantil, como el que vivieron los Menéndez, es un factor clave. Sin embargo, resalta que no todos los que sufren abusos responden con violencia, lo que plantea preguntas sobre cómo y por qué algunos lo hacen.

Según la psiquiatra, la clave para comprender la violencia no está en etiquetar a las personas como “malas”, sino en reconocer los estados mentales impulsados por emociones destructivas como la ira o el odio. La violencia extrema es el resultado de una combinación de factores, como el abuso, la enfermedad mental, o incluso la relación conflictiva con la víctima. “El factor más importante es la relación entre víctima y agresor”, subraya.

Además, la profesional destaca que no todos los casos son irremediables. Los estudios muestran que las tasas de homicidios han disminuido en varias partes del mundo, lo que indica que cambios en los estilos de vida, la tecnología y las normas culturales han tenido un impacto positivo. También enfatiza la importancia de la “empatía radical”, es decir, la disposición a entender a los agresores en su contexto para prevenir la violencia futura.

En resumen, la psiquiatra forense concluye que, aunque algunos individuos pueden ser peligrosos e incapaces de rehabilitarse, la mayoría de los criminales violentos son víctimas de un entorno que los condiciona. “No hay excusa para la violencia”, dice, “pero entender el por qué puede ayudarnos a prevenirla”.

En su análisis sobre los Hermanos Menéndez, la mujer discute cómo el abuso infantil puede influir de manera significativa en las decisiones violentas de una persona. A pesar de las defensas de los Menéndez sobre el abuso sufrido, aclara que, si bien este contexto es esencial para entender sus motivaciones, no justifica el asesinato. La psiquiatra enfatiza que el trauma infantil puede ser un factor de riesgo, pero que no todas las personas traumatizadas terminan cometiendo crímenes.

Además, sugiere que es crucial reconocer que, incluso en casos de criminales notorios como los Menéndez, la compasión y la comprensión profunda de sus experiencias pasadas podría ser clave para evitar futuros actos violentos y promover una verdadera reinserción social. La psiquiatra argumenta que la redención no siempre es imposible, pero sí depende de la disposición de la persona para enfrentar su pasado.

Finalmente, reflexiona sobre cómo la sociedad a menudo se siente cómoda etiquetando a los perpetradores de crímenes violentos como “monstruos”, una postura que, según ella, no facilita la prevención de la violencia. Señala que comprender las raíces del comportamiento violento, en lugar de deshumanizar a los agresores, puede ofrecer soluciones más efectivas para reducir la criminalidad. Sin negar la gravedad de los crímenes cometidos, Adshead aboga por una perspectiva que combine justicia con la oportunidad de sanar y cambiar.

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