Philip Roth, un gigante de la literatura de EEUU, fallece a los 85 años
Philip Roth, uno de los gigantes de la literatura estadounidense del siglo XX, falleció este martes a los 85 años, seis años después de haber dejado de escribir y sin haber obtenido nunca el Nobel.
Después de más de medio siglo de una carrera que le hizo famoso en todo el mundo, en 2012 anunció que ya no tenía "nada más de qué escribir" y que ya no tenía energía para gestionar la frustración que acompaña a la creación literaria.
Una decisión que seguía justificando en agosto de 2017 en el diario francés Liberation: "Contar historias, eso que me ha resultado tan precioso durante toda mi existencia, ya no es el centro de mi vida", explicó. "Es raro. Nunca habría imaginado que podría pasarme algo así".
"Némesis", publicada en 2010, es la última novela de este escritor que vivía a caballo entre su apartamento en el Upper East Side de Nueva York y una casa en Connecticut, en el noreste de Estados Unidos.
Roth fue reconocido con múltiples premios: el Pulitzer en 1998 por "Pastoral Americana", el National Book Award en 1960 por "Adiós, Columbus" y en 1995 por "El teatro de Sabbath", el Príncipe de Asturias de las Letras 2012, y figuró muchos años en las quinielas del Nobel.
Nieto de inmigrantes judíos de Europa del Este nacido en Nueva Jersey, cerca de Nueva York, Roth escribió 31 novelas.
Sus relatos provocadores sobre la moral de la pequeñoburguesía judío-estadounidense, sátiras políticas, reflexiones sobre el peso de la historia o más recientemente sobre el envejecimiento, están a menudo en la frontera entre la autobiografía y la ficción.
Su pluma exigente y su lucidez implacable ocupan un lugar único en la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, siendo el único escritor vivo cuya obra ha sido publicada por la prestigiosa colección Library of America.
Primeros escritos, primeros malentendidos
Nacido en Newark el 19 de marzo de 1933, hijo de un agente de seguros, tenía apenas 26 años y enseñaba literatura inglesa cuando publicó su primera obra, "Adiós, Columbus". Este libro de relatos fue un éxito inmediato, y ya un rabino le reprochó entonces que presentara una visión deformada de los valores fundamentales del judaísmo.
Se dio a conocer en 1969 con "El mal de Portnoy", que generó una gran polémica. En ella, su joven protagonista aborda sin rodeos con su psicoanalista su obsesión por la masturbación y la relación con su posesiva madre, Estados Unidos y el judaísmo.
Esta obra le llevó a alcanzar notoriedad mundial, si bien representantes de la comunidad judía consideraron que la novela estaba impregnada de antisemitismo. Otros vieron pura y simplemente pornografía.
"Me encanta escribir sobre sexo. ¡Un tema extenso! Pero la mayoría de las cosas que cuento en mis libros nunca existieron. Sin embargo, se necesitan algunos elementos de realidad para empezar a inventar", dijo después.
A finales de los años 1970, influenciado entre otros por el novelista estadounidense Saul Bellow, Roth empezó una serie de nueve libros en los que el protagonista era un joven novelista judío, Nathan Zuckerman, generalmente considerado su alter ego.
Entre ellos figuran tres de sus mayores éxitos: "Pastoral americana" (1997), sobre los estragos de la guerra de Vietnam en la conciencia nacional; "Me casé con un comunista"(1998), sobre el macartismo, y "La Mancha humana" (2000), que denuncia un Estados Unidos puritano y replegado sobre sí mismo.
Philip Roth es igualmente conocido por "Los hechos" (1988) una autobiografía de sus 36 primeros años de vida, iniciada después de una depresión.
La frustración de escribir
En "La conjura contra América" (2004), imaginó el destino de una familia de judíos estadounidenses si Estados Unidos se hubiera puesto del lado de Hitler en 1940.
Roth es, además, es autor de "Operación Shylock" (1993), en la que el narrador se llama Philip Roth pero es en realidad otro doble del escritor.
La vejez y la muerte habitan sus obras más recientes, como "Elegía" (2006) y "La humillación" (2009).
"Escribo ficción y me dicen que es autobiografía. Escribo autobiografía y me dicen que es ficción. Como yo soy tan tonto y ellos tan listos, dejémoslos decidir", dijo en una ocasión.
Poco amigo de las entrevistas, Roth explicó sin embargo en 2012 por qué renunciaba a escribir. "Ya no tengo la energía suficiente para soportar la frustración. La escritura es frustración, una frustración cotidiana, por no decir humillación", dijo al New York Times.
"Ya no puedo afrontar más esos días en que escribo cinco páginas y las tiro", agregó Roth, que escribía de pie desde que se dio cuenta de que andar de un lado a otro liberaba su mente.