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Esto es lo que le pasa al cerebro de un astronauta cuando sale de la atmósfera terrestre

El Programa de Investigación Humana identifica los riesgos asociados a los viajes espaciales de larga duración.

a NASA también está investigando cómo diseñar tecnologías y procedimientos que mitiguen estos riesgos / Pexels/Pixabay

Desde hace más de 50 años, la NASA estudia cómo el cuerpo humano responde al entorno hostil del espacio, donde la ausencia de gravedad y la exposición a radiación pueden desencadenar efectos significativos y, en algunos casos, desconocidos.

Mientras la agencia se prepara para misiones como el programa Artemis, que llevará a la primera mujer y a la primera persona de color a la Luna, y futuros viajes a Marte, los investigadores buscan formas de proteger a los astronautas.

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Según National Geographic, la gravedad es un elemento clave para el funcionamiento del cuerpo humano. Al salir de la atmósfera terrestre, los fluidos corporales se redistribuyen y, en algunos casos, el ADN parece comportarse de manera diferente. La falta de gravedad y la radiación cósmica incrementan el riesgo de cáncer y enfermedades degenerativas, afectando no solo al cuerpo, sino también al cerebro.

Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine reveló cambios sorprendentes en el cerebro de los astronautas tras pasar largas temporadas en el espacio. En la investigación, se realizaron resonancias magnéticas a 10 astronautas que permanecieron 189 días en la Estación Espacial Internacional, tanto antes como después de la misión.

Los resultados mostraron un aumento en el líquido cefalorraquídeo, un fluido transparente que protege el cerebro y la médula espinal. Este incremento provocó la compresión de la materia gris y la materia blanca del cerebro. Si bien esta compresión comenzó a revertirse al regresar a la Tierra, aún no se sabe con certeza si podría tener efectos cognitivos duraderos.

Un aspecto crítico que preocupa a los expertos es la duración de las misiones espaciales. Si bien el estudio analizó un periodo de seis meses, futuras misiones a Marte podrían tomar años. Esto plantea la pregunta de si una exposición más prolongada al entorno espacial podría exacerbar estos efectos en el cerebro y otras partes del cuerpo.

La NASA también está investigando cómo diseñar tecnologías y procedimientos que mitiguen estos riesgos. Por ejemplo, el programa Artemis utiliza tecnologías innovadoras para garantizar que los astronautas puedan explorar la Luna en condiciones más seguras, reduciendo al máximo los posibles impactos a largo plazo en su salud.

Aunque se han logrado avances significativos, quedan muchas incógnitas por resolver. La comprensión de los efectos a largo plazo del espacio en el cerebro humano es esencial para el éxito de misiones más ambiciosas, como la colonización de Marte o exploraciones más allá del sistema solar.

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