Paul Flores: conmoción y amenazas tras el crimen que sacudió a la cumbia peruana

El mundo de la música tropical está de luto. Paul Hambert Flores García, conocido por miles de seguidores como “Russo”, fue asesinado a sangre fría.

Paul Flores
Paul Flores / Instagram @paulflorezrusso

El hecho ocurrió en la madrugada del 16 de marzo mientras el artista viajaba con su orquesta, Armonía 10, luego de ofrecer un concierto en San Juan de Lurigancho, Lima. El ataque, perpetrado por sicarios armados que interceptaron el bus en plena Vía de Evitamiento, desató una ola de indignación, temor y llamados urgentes a frenar la violencia que azota a los músicos populares en Perú.

La violencia estalló cuando el autobús de Armonía 10 fue emboscado por dos motocicletas con hombres armados que exigieron detener el vehículo. Ante la negativa del conductor, los atacantes abrieron fuego. Dos proyectiles alcanzaron al cantante, quien, pese a ser trasladado con urgencia al hospital Hipólito Unanue, falleció antes de recibir atención médica. El ataque ocurrió a las 2:35 a.m., justo cuando el grupo se dirigía a su siguiente presentación en Ate.

Paul Flores tenía 40 años. Nació el 21 de septiembre de 1984 en Piura y desde los 17 años formaba parte de Armonía 10. Su talento y carisma lo convirtieron en una figura clave del grupo y de la escena cumbiambera peruana.

Horas después del crimen, la orquesta emitió un comunicado oficial. “Con todo pesar en nuestros corazones, comunicamos el sensible fallecimiento de Paul Hambert Flores García, cariñosamente conocido como Russo. El atentado que hemos sufrido como orquesta arrebató la vida de uno de los nuestros”, señalaron. La agrupación expresó condolencias a la familia de Flores y advirtió: “Entregaremos todas nuestras energías a que esto no quede impune”.

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El asesinato de Paul Flores no fue un hecho aislado. En diciembre de 2024, Armonía 10 ya había sido blanco de otro ataque armado, del que salieron ilesos. Sin embargo, desde hace meses venían recibiendo amenazas y extorsiones, donde exigían pagos millonarios a cambio de protección. La falta de respuesta por parte de las autoridades se ha convertido en un foco de críticas. Las redes sociales se inundaron de mensajes de indignación contra el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, convirtiendo el hashtag #FueraSantiváñez en tendencia nacional.

El clima de miedo y violencia se intensificó un día después, durante el velatorio de Flores. Edwin Guerrero, empresario musical y dueño de Corazón Serrano, fue amenazado de muerte mediante mensajes intimidantes enviados a su teléfono móvil. “Mira lo que te va a pasar”, le advirtieron. También señalaron que Walter, otro músico, “correría la misma suerte” si no obedecía sus exigencias.

Testigos que escucharon el mensaje en el funeral comentaron el ambiente de tensión: “Ahí se creen machitos, pero cuando están frente a nosotros, muestran miedo”. Guerrero, visiblemente afectado, declaró que las amenazas no son nuevas y que muchos músicos viven bajo el acecho de extorsionadores. “Nos vienen amenazando con nuestros hijos, mandándonos fotos de los carros, de nuestros padres… Imagínate salir con chaleco antibalas”, denunció.

Paul Flores debutó con Armonía 10 en 2003, a los 17 años, en un concierto en Chiclayo. Aquella noche interpretó “La última carta”, un tema que parecía anticipar con dolorosa ironía su propio destino. “Espadas y corazones me hacen llorar”, decía uno de sus estribillos. Conmovió al público no solo por su voz, sino por la intensidad con que transmitió la letra. En ese entonces, sin pantallas LED ni escenografía sofisticada, bastaba la presencia del “Russo” para llenar el escenario.

A lo largo de su carrera, su interpretación de canciones como “Lágrima por lágrima” y “Veneno para olvidar” fue coreada en todo el Perú. En sus últimos años, volvió a posicionarse entre los favoritos del público con temas como “Pagarás” y “Pendejerete”. Su apodo, “Russo”, le fue dado por su tez clara y rasgos distintivos.

El asesinato de Paul Flores ha encendido un debate urgente sobre la seguridad de los músicos en el país. Artistas como Leslie Shaw alzaron su voz, preguntándose: “¿Desde cuándo ser artista en nuestro país se ha convertido en algo peligroso?”. La respuesta, al parecer, está en el abandono institucional frente a una criminalidad que no distingue entre géneros musicales ni escenarios.

La muerte de Paul Flores ha dejado una herida profunda no solo en sus familiares, amigos y compañeros, sino también en miles de seguidores que hoy lloran a quien consideraban no solo un cantante, sino un símbolo de la cumbia peruana. Aunque su voz fue silenciada por la violencia, sus canciones seguirán resonando como un homenaje eterno. Ahora, su comunidad clama por justicia y por el fin de la impunidad que amenaza con callar más voces.

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