La desgarradora historia de Yomaira, la mujer trans que murió víctima de los temidos biopolímeros

La necesidad de combatir el paso del tiempo ha llevado a muchas personas a usar esta sustancia que causa severos e irreversibles daños al cuerpo.

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Imagen con fines ilustrativos / Pixabay/Licencia libre y gratuita

El 31 de mayo de 2024, Yomaira, una mujer trans de 67 años, falleció tras décadas de luchar contra las secuelas físicas y emocionales causadas por la inyección de biopolímeros en su cuerpo. Su historia es un reflejo de los procedimientos clandestinos a los que se someten muchas personas trans en Colombia. Yomaira no solo cargó con el peso de su identidad, sino también con el de un sistema de salud que no le brindó atención.

Yomaira llegó a Bogotá escapando del maltrato y el rechazo que había enfrentado desde su niñez en Teruel, Huila. Nació en un entorno profundamente machista, rodeada de 11 hermanos que nunca entendieron su deseo de ser ella misma. A los diez años, ya era víctima de explotación sexual y abuso, y poco después abandonó su hogar para sobrevivir en las calles de la capital, donde las drogas y el alcohol se convirtieron en su refugio temporal.

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A los 33 años, en busca de reafirmar su identidad femenina, Yomaira decidió someterse a procedimientos estéticos clandestinos que cambiarían su vida para siempre. Se inyectó biopolímeros en los glúteos, el rostro, las piernas y los senos, con la esperanza de alcanzar la figura que anhelaba. Sin embargo, esta decisión fue el inicio de un calvario. Su cuerpo empezó a reaccionar de manera severa a los productos inyectados, generando erupciones, heridas y un dolor que la acompañó por más de tres décadas.

El deterioro físico de Yomaira fue evidente desde el principio. Al cumplir siete años de haberse sometido a la inyección de biopolímeros, su piel comenzó a enrojecerse y supurar, y las sustancias tóxicas se esparcieron por su cuerpo, afectando incluso sus huesos y pulmones. Cada vez que acudía a los centros médicos, la respuesta era la misma: rechazo. Las instituciones de salud no estaban preparadas para tratar su condición, y argumentaron que la EPS no cubría este tipo de enfermedades.

Durante sus últimos años, Yomaira vivió con la señora María Parra, quien la acogió como hija adoptiva cuando llegó a Bogotá en busca de un hogar. María fue su ángel guardián, encargándose de sus curaciones y acompañándola en el tormento físico y emocional que sufría. Sin embargo, ni siquiera este apoyo pudo salvarla del destino que los biopolímeros habían hecho en ella. “Yomaira ya estaba cansada”, dijo María, quien la vio apagarse lentamente.

El 2 de junio de 2024, se celebraron los actos fúnebres de Yomaira. Sin embargo, lo que se vivió ese día fue una última traición a su identidad. En lugar de honrar a la mujer que había luchado por ser ella misma, su familia biológica decidió despedir a Hernando Pastrana Castañeda”. El cuerpo de Yomaira yacía vestido como un hombre, con una camisa a cuadros y un pantalón beige, negando su vida y su identidad hasta en la muerte.

“Siempre serás Yomaira, nunca serás Hernando”, fueron las palabras que resonaron entre los pocos amigos que la acompañaron en su funeral. Mientras su familia de sangre intentaba borrar todo rastro de su verdadera identidad, sus amigas trans, aquellas que compartieron con ella los momentos más difíciles de su vida, lamentaban el silencioso final de una mujer que siempre luchó por ser reconocida.

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