Mito resuelto | ¿Es verdad que necesito 8 vasos de agua al día? Esto dice la ciencia

Por muchos años se tuvo la creencia de que la hidratación dependía solo del agua potable.

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Muchos expertos coinciden en que lo más importante es adaptarse a las necesidades individuales / Pexels/Licencia libre y gratuita

El consumo de agua es fundamental para la salud, pero la cantidad óptima que una persona necesita puede variar significativamente. Durante décadas, la recomendación popular ha sido de 8 vasos de agua al día, lo que equivale a alrededor de 2 litros. Sin embargo, la ciencia moderna cuestiona esta regla universal y sugiere que las necesidades de hidratación son mucho más individuales y dependen de factores como el clima, el nivel de actividad física, la alimentación, la edad y la salud general.

¿Por qué surgió la recomendación de los 8 vasos de agua al día?

El origen de la "regla" de los 8 vasos de agua diarios no es del todo claro, pero se cree que proviene de una recomendación publicada por la Junta de Alimentos y Nutrición de Estados Unidos en 1945, que indicaba que un adulto debía consumir aproximadamente 2,5 litros de agua diarios. Lo que suele ignorarse es que este mismo informe también señalaba que gran parte de esa agua podía obtenerse a través de los alimentos. Sin embargo, con el tiempo, se desarrolló la creencia de que la hidratación dependía solo del agua potable.

La hidratación y el papel de los alimentos

La ciencia respalda la idea de que los alimentos contribuyen de manera significativa a la ingesta diaria de agua. Según el Instituto de Medicina (IOM), alrededor del 20-30% de la hidratación diaria puede obtenerse de alimentos ricos en agua, como frutas, verduras, sopas y productos lácteos. Por ejemplo, las frutas como la sandía y el melón contienen más del 90% de agua, mientras que alimentos como las espinacas y los pepinos también aportan grandes cantidades de líquido. Esto sugiere que una dieta equilibrada y rica en estos alimentos puede reducir la necesidad de beber grandes cantidades de agua.

Escuchar a la sed: ¿una mejor guía?

Muchos expertos hoy en día recomiendan confiar en la semilla como la guía más confiable para saber cuándo y cuánto beber. La semilla es un mecanismo natural que el cuerpo utiliza para indicar la necesidad de reponer líquidos, y generalmente es eficaz para mantener la hidratación en personas sanas. Sin embargo, ciertos factores pueden alterar la sensación de sed, como el envejecimiento, ya que las personas mayores suelen sentir menos sed, o algunas condiciones de salud y medicamentos.

Estudios recientes y recomendaciones científicas

Estudios recientes cuestionan la efectividad de una recomendación rígida y han comenzado a poner mayor énfasis en la individualización del consumo de agua. En una revisión de 2016 publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores encontraron que el cuerpo tiene un sistema para regular la ingesta de agua y evitar la sobrehidratación, lo que refuerza la idea de que las personas generalmente saben cuándo beber. Además, beber agua en exceso puede causar hiponatremia, un trastorno potencialmente peligroso causado por la dilución de sodio en la sangre.

Según las recomendaciones de la Clínica Mayo y la Organización Mundial de la Salud (OMS), los requisitos diarios de líquidos pueden variar los 1,6 litros hasta más de 3 litros para hombres y mujeres, según su actividad, salud y clima en el que vivan. Las guías de consumo de agua sugieren que los hombres adultos en promedio podrían necesitar alrededor de 3 litros de agua al día y las mujeres 2,2 litros, incluyendo alimentos y bebidas.

Factores que afectan la necesidad de agua

Existen ciertos factores que pueden aumentar la demanda de agua en el organismo:

  • Ejercicio y actividad física: Al sudar, el cuerpo pierde líquidos,
  • Clima y altitud: En climas cálidos o de gran altitud, la deshidratación ocurre más rápidamente, lo que incrementa la necesidad de beber agua.
  • Condiciones de salud: Algunas enfermedades, como infecciones urinarias o fiebre, incrementan la demanda de líquidos. Además, la lactancia y el embarazo también requieren mayor hidratación.
  • Consumo de cafeína y alcohol: Estas sustancias pueden tener efectos diuréticos, lo que puede incrementar la pérdida de líquidos y, en consecuencia, la necesidad de agua.

En lugar de enfocarse en un número específico de vasos, muchos expertos coinciden en que lo más importante es adaptarse a las necesidades individuales y considerar factores como los alimentos consumidos, la actividad física y la regulación natural del cuerpo mediante la seda.

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