¿Sabes quién inventó el WiFi? ¡Te sorprenderás!

Tecnología

¿Sabías que puedes navegar en internet gracias a una rutilante estrella de la pantalla grande?

Collage Hedy Lamarr.

Imagina tu vida sin WiFi. No más Netflix en la cama, no más reuniones de Zoom desde tu sala y, por supuesto, nada de navegar por internet mientras estás en el baño (no lo niegues, sabemos que lo haces). Todo eso es posible gracias a una estrella de cine de los años 40 con una mente de oro.

 Hedy Lamarr, considerada como “la mujer más bella” de la década de 1940 es una figura que muchos asocian con el glamur, el brillo y las luces de la gran pantalla. Sin embargo, lo que pocos saben es que esta deslumbrante estrella tenía un cerebro aún más brillante que su deslumbrante apariencia.

 ¡Así es! no solo conquistó Hollywood, sino que también dejó una marca indeleble en el mundo de la tecnología. ¿Intrigado? Pues acompáñanos en este fascinante viaje a través de la vida de esta actriz que también fue una inventora sagaz.

Hedy Lamarr probando uno de sus inventos. / Wikipedia

Una mente inquieta detrás de la belleza

Nacida como Hedwig Eva María Kiesler en Viena, Austria, el 9 de noviembre de 1914, en una familia judía de clase alta, sus padres: un banquero y una pianista, se esmeraron mucho en educar a la niña que mostró, desde temprana edad, una curiosidad insaciable y una inteligencia aguda. Al cumplir once años ya hablaba cuatro idiomas y dominaba el piano y la danza. 

A los 16 años, comenzó a estudiar ingeniería, pero pronto fue descubierta por la industria cinematográfica y seducida por el glamoroso mundo del cine. No obstante, su pasión por la ingeniería nunca desapareció.

Lamarr no solo rompió moldes con su intelecto. También fue pionera en romper tabúes en el cine. En 1933, protagonizó la película austriaca Éxtasis, donde aparece desnuda y fingió el primer orgasmo en la historia del cine. Esta actuación escandalizó a muchos, pero también la catapultó al estrellato, consolidando su imagen como un ícono audaz y transgresor.

Ante el escándalo de su carrera cinematográfica, su familia le arregla un conveniente matrimonio con el fascista y magnate de la industria armamentística Fritz Mandl. Un tirano que le hizo abandonar su carrera artística y le mantenía encerrada en casa bajo un férreo control, hasta el punto de que sólo podía bañarse cuando él estaba presente.

Consumido por la ira y los celos se empeñó en comprar todas las copias de Éxtasis que existían en Europa. También la obligó a acompañarle a todos los actos sociales y cenas de negocios a los que estaba invitado para no perderla de vista. Aburrida de la vida que llevaba, retomó la ingeniería mientras su esposo estrechaba lazos comerciales con el gobierno de Mussolini, al que vendía armas. 

En su autobiografía Hedy escribiría que tanto Mussolini como Hitler asistieron a lujosas fiestas organizadas por su marido, que, aunque era judío, fue nombrado por los fascistas “ario honorario”. Ella aprovechó estas oportunidades para recopilar información sobre la armamentística nazi. 

Sin embargo, Fritz no contaba con la tenacidad de una mujer de tanta inteligencia y talento. No pudo encerrarla por mucho tiempo. En un rocambolesco plan de fuga, digno de una película de acción administró un somnífero a su asistenta y salió de casa disfrazada como ella. Con los guardaespaldas pisándole los talones consiguió llegar a la estación del tren y viajar hasta París. 

Después de vender todas sus joyas y ocultarse de su marido, llegó a Londres y pudo embarcar en el trasatlántico Normandie con destino a Estados Unidos. En la travesía coincidió con el productor cinematográfico Louis B. Mayer y al desembarcar lo hizo con un contrato de la Metro-Goldwyn Mayer y transformada en Hedy Lamarr.

Lamarr protagonizó alrededor de una treintena de películas con destacados directores como King Vidor, Jaques Tourner, entre otros, pero su papel más recordado sería bajo la dirección de Cecil B. DeMille en el filme Sansón y Dalila, con Víctor Mature, que la convirtió en una de las actrices más populares de su época. Pero mientras los reflectores iluminaban su rostro en la pantalla, su mente estaba ocupada con ideas que cambiarían el curso de la historia tecnológica.

La invención del “salto de frecuencia”

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hedy Lamarr estaba profundamente afectada por los acontecimientos y quería contribuir al esfuerzo bélico. Fue entonces cuando su mente inventiva se puso en acción. Ofreció sus servicios al gobierno de Estados Unidos ya que disponía de información de primera mano del armamento del ejército alemán. Se dio cuenta de que las señales de radio de los torpedos estadounidenses eran muy fáciles de interceptar. 

Fue así como junto con el compositor George Antheil, desarrolló una técnica que llamaron “sistema de comunicación secreta”. Este sistema se basaba en el “salto de frecuencia”, para la detección de torpedos teledirigidos, una tecnología que permitía que las señales de radio cambiaran de frecuencia para evitar ser detectadas o interferidas por el enemigo.

El legado de Hedy en la tecnología moderna

El “salto de frecuencia” de Lamarr y Antheil fue concebido inicialmente para guiar torpedos de manera más efectiva, pero la Marina de los Estados Unidos, en su infinita sabiduría, la descartó por considerarla demasiado complicada de implementar. Sin embargo, esta tecnología encontró su verdadero valor décadas más tarde.

Muchos años después, en 1962, se produjo la crisis de los misiles cubanos. Entonces la tecnología de Lamarr se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. Hoy este método se emplea para los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS, y fue el precursor del wifi.

¿Sabías que el “salto de frecuencia” es la base de muchas de las tecnologías inalámbricas que utilizamos hoy en día? ¡Así es! Sin Hedy Lamarr, podríamos estar aún atados a los cables. Su invención es fundamental para el desarrollo del WiFi, Bluetooth y muchas otras formas de comunicación inalámbrica.

Hedy Lamarr como Dalila en el filme Sansón y Dalila, del director Cecile DeMille. / Paramount

Mucho más que una cara bonita

A menudo, el estereotipo de la actriz de Hollywood no incluye ser una inventora brillante. Pero Hedy Lamarr rompió todos esos moldes. Además de sus contribuciones tecnológicas, también patentó una mejora en los semáforos y una pastilla efervescente para hacer una bebida carbonatada. 

Esta pionera científica nunca recibió una compensación económica por sus invenciones, pero su legado perdura. En 1997, fue honrada con el Pioneer Award y el 9 de noviembre (día de su nacimiento) se conmemora el “Día del inventor”. 

Hoy, cada vez que usamos nuestros dispositivos inalámbricos, le debemos un pequeño agradecimiento a la estrella de cine que también fue una visionaria tecnológica.

La vida después del estrellato

Su vida no fue fácil. Después de su época dorada en Hollywood, enfrentó desafíos personales y profesionales, incluyendo seis matrimonios fallidos y problemas financieros. Sin embargo, nunca dejó de lado su curiosidad y amor por la invención. A lo largo de su vida, Lamarr se mantuvo como un testimonio viviente de que la belleza y el cerebro no solo pueden coexistir, sino que pueden crear un impacto duradero en el mundo.

En sus últimos años, Hedy se retiró de la vida pública y vivió una vida tranquila en Florida, hasta su fallecimiento en el año 2000. Hoy, su historia inspira a muchos, recordándonos que nuestras pasiones y talentos pueden llevarnos a lugares inimaginables, incluso si esos lugares están fuera de la vista del público.

Así que la próxima vez que conectes tu teléfono al WiFi o uses tus auriculares Bluetooth, recuerda a Hedy Lamarr. No solo como la belleza que adornó la pantalla de plata, sino como la mente brillante que ayudó a crear el mundo moderno y conectado que disfrutamos hoy en día. ¡Quién lo hubiera pensado! Una estrella de cine revolucionando el futuro con cada destello de su ingenio.

Una imagen de la patente de su importante invento. / Wikipedia

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último