La inteligencia artificial tras las manos que escribieron la Biblia
Con la ayuda de un sistema de inteligencia artificial, un grupo de investigadores ha podido confirmar que el principal pergamino de los Manuscritos del Mar Muerto fue redactado por dos escribas diferentes.
Aunque la identidad concreta de los autores no pueda saberse, las máquinas han abierto un nuevo camino en el estudio de unos documentos que atestiguan, se sea creyente o no, una de las bases de la cultura occidental.
Los Manuscritos del Mar Muerto son también conocidos como los Rollos de Qumrán, en referencia a una zona ribereña del desierto de Judea (Cisjordania) donde fueron hallados. Los primeros los descubrieron en 1947 uno beduinos en una de las cuevas de la región. Y aún siguen apareciendo.
Su hallazgo supuso retrasar en mil años las versiones más antiguas, que eran de la Edad Media. Escritos entre el siglo III antes de Cristo y II de esta era, la mayoría están muy fragmentados. Se ha estudiado su contenido, sus implicaciones para las versiones canónicas de las distintas biblias y hasta el material donde fueron escritos. Sobre sus autores casi nada se sabe.
Mladen Popovic, director del Instituto Qumrán de la Universidad de Groninga (Países Bajos), intenta identificarlos por su forma de escribir. Este paleógrafo lleva dos décadas estudiando los manuscritos.
"Hemos descubierto que no uno si no dos escribas copiaron el Gran Rollo de Isaías", cuenta Popovic.
Este rollo es una de las joyas de Qumrán. Es el manuscrito bíblico más largo, con 7,34 metros de pergamino, el mejor conservado de todos y el único casi completo, en este caso del Libro de Isaías. El carbono 14 y las pruebas paleográficas señalan que lo debieron de escribir en el siglo II a.C.
"Compartían un estilo de escritura muy similar, lo que dificultaba al ojo humano distinguirlos a lo largo de un rollo tan grande”, añade Popovic.
La distinción la han hecho con varias capas de inteligencia artificial que han ido desde lo más general, distinguir el trazo del sustrato de piel animal, hasta lo más pequeño, detectar las casi imperceptibles diferencias al escribir cada una de las letras.
"Nosotros no podemos ver las 5.000 versiones de un carácter", explica Popovic. Eso se lo dejaron a las máquinas, que escanearon todas las formas en las que aparecían las letras del texto. Por ejemplo, estudiaron las 5.011 veces que aparece aleph.
"Otra ventaja de usar la computadora como un asistente inteligente es que puede hacer todo tipo de cálculos de píxel que nosotros no podemos y eso sobre la premisa simple, pero fundamental, de que la escritura se basa en el movimiento muscular específico de la persona y como tal puede cuantificarse", completa Popovic.
Popovic aclara que ya se conocía esta separación codicológica, "pero ahora hay pruebas concretas de que también hubo un cambio de escribas a partir de este punto".
El paleógrafo añade: "El hecho de que dos escribas escribieran de forma tan similar nos cuenta [aspectos] sobre su formación o su origen”. Además, este trabajo va más allá de cuántos escribieron este manuscrito. Para el paleógrafo “es solo el primer paso, hemos abierto la puerta al micronivel de escribas individuales; esto abrirá nuevas posibilidades para estudiar a todos los escribas de los Rollos del Mar Muerto".
Fuente: El País (España)