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La historia de la mujer que se fue de pesca y terminó con decenas de gusanos en el ojo

Si algo hemos aprendido de la pandemia del COVID-19 es la capacidad de algunos virus y bacterias de saltar de los animales a los seres humanos con más frecuencia de la que imaginábamos. Las enfermedades zoonóticas pueden resultar muy peligrosas y hasta fatales para la salud humana.

Pero cuando se tratan de parásitos que saltan de un animal a una persona, las consecuencias se vuelven aterradoras. Esto le ocurrió a una joven mujer de 26 años oriunda del estado de Portland que nunca imaginó que una tarde de pesca en Alaska se convertiría en una emergencia médica que terminaría con decenas de gusanos saliendo de su ojo.

Los salmones son nutritivos, deliciosos, abundantes, divertidos de pescar y fáciles de encontrar casi en cualquier lugar de Alaska. Es por eso que a menudo se pueden encontrar a familias enteras a bordo de pequeñas embarcaciones disfrutando de la pesca.

Una tarde, como siempre hacía, Abby Beckley de 26 años se encontraba pescando salmones, cuando notó que tenía algo en el ojo izquierdo.

"Noté algo, como cuando te molesta una pestaña", explica. Pero por más que lo intentó, la mujer no fue capaz de encontrar nada en su ojo. Cinco días después, Becky aún seguía con aquella sensación terrible en el ojo.

"Una mañana, me desperté y dije: "Voy a sacar lo que sea que tenga en el ojo aunque sea lo último que haga".

Entonces se llenó de valor, se echó el párpado hacia atrás, pellizcó la piel inflamada que había debajo y dio un tirón.

Cuando miró hacia abajo "tenía un gusano en el dedo", dice.

La pequeña criatura, casi transparente, se retorció unos segundos y luego murió. Becky cuenta que había visto gusanos de aspecto similar en los salmones, por lo que se preguntó si se lo habría metido en su ojo por puro accidente.

Pero después aparecieron más gusanos y quedó claro que era un problema más grande.

"Me había sacado cinco gusanos, y sabía que habían muchos más", explica.

Preocupada por la situación, Becky dejó Alaska y viajó a su natal Portland en donde la esperaba el padre de su novio, quien era médico en el Oregon Health & Science University.

A su llegada, Becky notó el escepticismo del equipo médico. Le sugirieron que quizás había confundido lo que parecía un gusano con algo de mucosidad. Pero Becky no estaba loca y esperó con paciencia a que las larvas aparecieran en su ojo.

Cuando los médicos vieron a estas pequeñas criaturas meneándose en el ojo se asustaron y saltaron hacia atrás, y uno de ellos dijo: "¡Oh, Dios mío, lo he visto! ¡Acabo de verlo".

El caso de Becky se convirtió en materia de estudio por convertirse en una infección de una especie en particular de gusano de ojo. El gusano parásito "Thelazia gulosa".

El "Thelazia gulosa" se ha visto en el globo ocular de las vacas, algo medianamente normal en el ganado vacuno, pero nunca en humanos.

Es más, el suyo es apenas el undécimo caso humano de gusanos de ojo Thelazia de cualquier especie en el registro histórico de Estados Unidos. El último caso conocido, según informan los investigadores en el American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, tuvo lugar hace más de 20 años.

Los oftalmólogos consiguieron extraer uno de los gusanos del ojo de Becky, aunque se partió por la mitad, y enviaron los fragmentos a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).

"Modos Operandis"

Los gusanos son transportados por moscas de la cara, que se alimentan de las lágrimas de vacas, caballos y perros; puedes verlas zumbando alrededor de los ojos de los animales constantemente.

Cuando la mosca aterriza sobre un globo ocular y empieza a beberse las lágrimas, las larvas de gusano en su etapa final salen del probóscide de la mosca y se introducen en el ojo. Allí finalizan su transformación hasta llegar a la fase adulta y producen más larvas que o bien son recogidas por otra mosca de la cara o bien mueren.

En los ojos de Beckley "no tenían forma de seguir su ciclo vital, así que todos murieron", afirma Bonura, director del Laboratorio de Diagnostico Parasitológico del CDC. Todavía es un misterio cómo llegaron los gusanos al ojo de Beckley, pero Bonura sospecha que podría haber ocurrido mientras atravesaba pastos de ganado.

Buena noticia

Aunque la historia suena cuanto menos, aterradora, lo de Becky no pasó a mayores. Los gusanos no excavan en el globo ocular, sino que se instalan en el tejido blando bajo los párpados y en torno a la cuenca del ojo. Pero una vez están en el globo ocular, no hay opciones de tratamiento. A veces se usan medicamentos antiparasitarios para matarlos, pero pueden agravar la inflamación.

En el caso de Beckley, el mejor tratamiento consistía en sacarlos uno por uno del ojo. En el transcurso de 20 días, Beckley se sacó 14 gusanos del ojo. Los médicos involucrados en el caso coinciden en que estos gusanos de ojo no suponen una crisis de salud pública inminente.

***Con información de https://www.nationalgeographic.es/Erika Engelhaupt***

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