El Vaticano hace historia al elegir por primera vez a una mujer para el cargo de prefecta
El Vaticano
Por primera vez una mujer ha sido designada para liderar uno de sus organismos más importantes.
Se trata de Simona Brambilla, una monja italiana de 59 años, quien fue nombrada por el Papa Francisco como prefecta del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el organismo que supervisa las órdenes religiosas y sus relaciones con los fieles. Este histórico nombramiento representa un paso decisivo hacia una mayor participación femenina en las esferas de poder de la Iglesia católica.
“Le pido al Señor la gracia de que podamos abrir nuestros corazones cada vez más para recibir este aliento y dejar que nos transforme como personas, como comunidad, como la Iglesia y como humanidad”, expresó Brambilla en un discurso reciente, subrayando la trascendencia de este cambio.
El nombramiento de Brambilla refleja el compromiso del Papa Francisco por dar mayor protagonismo a las mujeres dentro de las estructuras eclesiásticas. Desde hace años, Francisco ha impulsado reformas que buscan romper con la exclusividad masculina en los cargos de decisión. Sin embargo, su elección no estuvo exenta de controversias. A la religiosa se le unirá el cardenal Ángel Fernández Artime como proprefecto, quien asumirá ciertas responsabilidades sacramentales que, según las doctrinas actuales, no pueden ser ejercidas por una mujer.
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“La designación de Brambilla es una constatación de una realidad presente hace mucho, que es la superioridad numérica de las mujeres en la Iglesia en todas las instancias”, explicó Sol Prieto, investigadora en Sociedad y Religión de la Universidad de Buenos Aires. Según el Anuario Estadístico de la Iglesia de 2022, las mujeres religiosas profesas superan en un 47% al número de sacerdotes en todo el mundo.
El ascenso de Brambilla también está ligado al concepto de sinodalidad, un enfoque que promueve el diálogo entre religiosos y laicos para la toma de decisiones en la Iglesia. “El sínodo es soplo, susurro, movimiento que transforma, libera, une y armoniza, sin aplanar jamás. Abrir nuestros corazones a este soplo es fundamental”, afirmó la monja el mes pasado.
Nacida en Monza, Italia, Brambilla estudió enfermería antes de unirse al Instituto de las Hermanas Misioneras de Consolata, organización que lideró durante más de una década. Su experiencia como misionera en Mozambique y su desempeño como secretaria del mismo dicasterio que ahora dirigirá la convierten en una figura clave para este momento histórico.
Su nombramiento se da tras un largo proceso de inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo dentro del Vaticano. En 2019, Francisco nombró por primera vez a siete mujeres como miembros de este dicasterio. Ahora, con Brambilla al frente, este organismo es visto como un ejemplo del avance progresivo hacia una mayor equidad de género en las instituciones eclesiásticas.
El nombramiento de Brambilla no habría sido posible sin la reforma de la Constitución de la Santa Sede en 2022, que permitió que laicos, incluidas las mujeres, pudieran dirigir dicasterios. Según Vatican News, el porcentaje de mujeres en el Vaticano ha pasado del 19,2% en 2013 al 23,4% en 2023, un cambio significativo pero que sigue encontrando resistencia en sectores más conservadores de la Iglesia.
La designación de Brambilla representa un avance crucial en la búsqueda de mayor igualdad de género dentro de la Iglesia católica. Sin embargo, también pone de manifiesto las tensiones existentes entre las reformas impulsadas por el Papa Francisco y los sectores más tradicionales del clero.
Para la doctora Prieto, este nombramiento no solo tiene un significado simbólico, sino que es un claro ejemplo del cambio estructural que está atravesando la Iglesia: “Este gesto no pasa solo por la estadística. Es un reflejo de un diálogo interno que apunta hacia un modelo más inclusivo y horizontal”.
Mientras tanto, Brambilla asume este desafío histórico con humildad y determinación, dejando claro que su liderazgo será una oportunidad para transformar no solo el rol de las mujeres en la Iglesia, sino también la relación entre las comunidades religiosas y sus fieles.