Condenan a 7 años de prisión a la 'falsa neurocientífica' que atendía a niños con autismo

Elizabeth Silverio

Una investigación periodística sacó a la luz las mentiras de estar mujer que usurpó la identidad de otra persona para ejercer la medicina.

Elizabeth Silverio, mujer acusada de la estafa médica
Elizabeth Silverio, mujer acusada de la estafa médica / X @RDSomosPueblo

En un caso que ha capturado la atención del público, Elizabeth Silverio ha sido condenada a siete años de prisión por el Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional. Silverio, quien falsificó títulos universitarios para presentarse como neurocientífica y psicóloga, fue hallada culpable de estafar a padres de niños con trastorno del espectro autista (TEA). La sentencia se dictó el 21 de octubre de 2024, tras un juicio en el que se presentó una abrumadora evidencia de sus delitos.

La fiscalía había solicitado inicialmente una pena de diez años de cárcel, además de una multa de 50 salarios mínimos y la destrucción de todos los documentos y materiales relacionados con sus actividades ilegales. Sin embargo, el tribunal optó por una condena de siete años, que deberá cumplir en el Centro de Rehabilitación y Corrección Najayo Mujeres, en San Cristóbal. Además, se le impuso una multa de RD$2 millones a cada una de las nueve víctimas que interpusieron la querella en su contra, como compensación por el daño causado.

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La mujer fue acusada de violar varios artículos del Código Penal Dominicano, que sancionan la falsificación de documentos y el ejercicio ilegítimo de la medicina, así como de infringir la Ley General de Salud y el Código del Sistema de Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes. Este caso tomó relevancia pública tras una investigación de la periodista Nuria Piera, que puso en duda las credenciales académicas de Silverio y reveló su autoidentificación como experta en neurociencia, a pesar de no contar con los títulos necesarios.

A pesar de la condena, la defensa de Silverio, liderada por su abogado Waldo Paulino, ha afirmado que su cliente no ingresará a prisión de inmediato, ya que planean apelar la sentencia: “Elizabeth se va para su casa, no está presa, ni la van a meter presa porque tenemos derecho a recurrir”, declaró el defensor al salir del tribunal, sugiriendo que la sentencia fue una respuesta a la presión mediática.

La presunta estafadora, al finalizar la audiencia, expresó su convicción de que el caso aún no ha terminado: “Estamos frente a un tema de poderes. Esto apenas comienza, de rodillas ante Dios y de pie ante los hombres”, afirmó. Aunque ha negado haber causado daño a las víctimas, las acusaciones en su contra han suscitado preocupaciones sobre la integridad profesional y la seguridad de los tratamientos destinados a niños vulnerables.

Con la apelación en marcha, el caso de Elizabeth Silverio se posiciona como un ejemplo notable de los peligros que conlleva la falsificación de credenciales profesionales y la responsabilidad ética en el ámbito de la salud. A medida que se desarrolla el proceso de apelación, la atención del público y los medios seguirá centrada en este caso, que demuestra la importancia de la regulación y la vigilancia en las profesiones de salud.

La falsa neurocientífica

Elizabeth Silverio es una mujer dominicana que saltó a la fama en su país debido a un escándalo que involucró la usurpación de identidad y el ejercicio ilegal de la medicina. Silverio se presentó públicamente como una experta en neurociencia, ofreciendo tratamientos y diagnósticos a menores de edad. A pesar de sus afirmaciones, una investigación periodística develó que la mujer no poseía los títulos que decía tener y que en realidad usurpado los títulos y credenciales de otra persona con un nombre parecido al suyo.

Silverio, también conocida como "Dra. Elizabeth Silverio", fue la directora del Centro Kogland, un supuesto centro especializado en terapias para niños con trastornos neurológicos, del aprendizaje y del espectro autista. Durante años, Silverio atendió a menores y ofreció diagnósticos, terapias y tratamientos sin tener la formación médica requerida para ejercer dichas prácticas. Uno de los aspectos más alarmantes del caso es que muchas familias confiaron en ella para el tratamiento de sus hijos menores, quienes padecían trastornos graves como el autismo y otras condiciones neurológicas. Las terapias no solo resultaron ineficaces, sino que en algunos casos podrían haber puesto en riesgo la salud de los menores.

Elizabeth Silverio es un ejemplo de cómo la ambición y la falta de ética pueden llevar a una persona a cometer actos que ponen en peligro la salud y el bienestar de otros. Su caso sirve como una lección sobre la importancia de la honestidad y la transparencia en el ejercicio de cualquier profesión.

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