El destino inesperado de los atuendos glamurosos de las alfombras rojas
Celebridades
Los vestuarios que deslumbran en los eventos más prestigiosos no solo se limitan a brillar en el momento.
Con el tiempo, sus destinos se transforman en parte de la historia de la moda. Desde colecciones exclusivas hasta museos y subastas millonarias, los vestidos que los famosos lucen en galas como los Oscar o la Met Gala tienen un viaje posterior lleno de sorpresas.
Uno de los puntos de inflexión que marcó este cambio fue la edición de los Premios Oscar de 1997, cuando Nicole Kidman deslumbró con un vestido bordado de color chartreuse diseñado por John Galliano para Dior. Este atuendo, icónico no solo por su belleza, sino por ser un símbolo de la asociación entre las casas de moda y las celebridades, abrió el camino para un enfoque renovado sobre qué hacer con los vestidos de alfombra roja. En ese entonces, lascasas de moda comenzaron a retener la propiedad de los atuendos y garantizar su conservación, a diferencia de los años previos, cuando los vestidos solían ser regalados o vendidos a las estrellas que los usaban.
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Hoy, los atuendos que pisan las alfombras rojas son el resultado de una colaboración meticulosa entre diseñadores, estilistas y las mismas celebridades. Lucy Bishop, especialista en bolsos y moda de Sotheby’s, explica que, con el crecimiento de estas asociaciones, los vestidos se convirtieron en piezas preciadas que las marcas buscan preservar como legado.
El proceso de conservación de estos atuendos es una labor especializada. Sarah Scaturro, conservadora jefe del Museo de Arte de Cleveland, revela que el primer paso en la conservación de un vestido es la limpieza. Los aceites, lociones y maquillajes pueden dañar los tejidos a largo plazo, por lo que cada pieza debe ser tratada con cuidado para evitar que altere su color o textura. Además, una vez limpiada, se estudian las características del vestido para determinar el mejor método de conservación según factores como luz, temperatura y humedad.
Pero la vida de estos atuendos no termina en los archivos de las casas de moda. Algunos de los vestidos más icónicos se exhiben en museos alrededor del mundo, donde se transforman en verdaderas obras de arte. El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, la Galerie Dior en París y el Museo Yves Saint Laurent en Marrakech son algunos de los lugares que han albergado estas piezas históricas, permitiendo al público admirarlas de cerca y apreciar la magia que las convierte en tesoros culturales.
Más allá de los museos, algunos atuendos alcanzan cifras asombrosas en subastas exclusivas. Un claro ejemplo es el vestido que Marilyn Monroe usó para cantar “Happy Birthday, Mr. President” a John F. Kennedy, que se vendió por 4,8 millones de dólares, marcando un hito en la historia de las subastas de moda.
No todos los destinos son tan ceremoniosos, como demostró el caso de un vestido de alta costura de Lady Gaga, que terminó olvidado en objetos perdidos de un hotel en Beverly Hills. El vestido, diseñado por Valentino, fue encontrado meses después y, aunque la venta no se concretó, el incidente refleja las curiosas y a veces insólitas circunstancias que estos atuendos pueden experimentar.
Ya sea que lleguen a un museo, a una subasta de alto perfil o simplemente se guarden como una reliquia en los archivos de una marca, los atuendos de alfombra roja tienen vidas posteriores llenas de misterio y transformación, convirtiéndose en auténticas joyas de la historia de la moda que trascienden el glamour del momento.