La triste historia de la mujer barbuda más famosa del mundo

Historias del mundo

Era una verdadera celebridad arriba y abajo del escenario. 

Collage circo siglo XIX.
Collage circo siglo XIX.

Julia Pastrana nació en 1834 en una pequeña comunidad indígena en Sinaloa, México. Desde su nacimiento fue diferente a los demás. Fue conocida como “la mujer mona, la mujer oso o la mujer más fea del mundo”. Algunos llegaron a describirla como el híbrido entre un hombre y un primate.

La razón: tenía el rostro y el cuerpo cubierto de pelo liso oscuro, labios gruesos y encías prominentes. Su aspecto era el resultado de una condición genética muy rara conocida como hipertricosis o “síndrome del hombre lobo”, que le provocaba un crecimiento excesivo de vello en todo el cuerpo, y una displasia gingival, que le causaba un engrosamiento de las encías, afectando su apariencia facial. Otra característica de su aspecto era su pequeña estatura apenas medía 1.35 metros.

Estas condiciones la hicieron objeto de curiosidad y, lamentablemente, de explotación a lo largo de su vida.

Ilustración de Julia Pastrana.
Ilustración de Julia Pastrana. / Wikipedia

Una infancia no muy feliz

Existen varias leyendas sobre su infancia. Unos dicen que la madre ante el rechazo a la niña por su aspecto se vio obligada a huir hacia las montañas donde vivieron escondidas durante años hasta que fueron encontradas por unos pastores y la niña recluida en un orfanato donde al parecer empezó su celebridad debido a su gran inteligencia y su temperamento dócil. 

Otra versión dice que al morir su madre pasó a vivir con un tío que la vendió a un circo. Y una tercera versión, tal vez la más popular, afirma que era trabajadora doméstica en casa del gobernador de Sinaloa quien se la vendió a un empresario para exhibirla en los Estados Unidos.

De acuerdo con Wikipedia, “su primera aparición pública como fenómeno de circo fue en el Gothic Hall de Nueva York en 1854 en un espectáculo en que bailaba, cantaba y por 25 centavos los asistentes podían disfrutar del talento de la mujer oso de las tierras salvajes de México”. 

Julia pasó por las manos de varios empresarios inescrupulosos que explotaban el morbo que provocaba su apariencia llevándola a grandes bailas y galas militares donde la gente hacía colas para ver a este “monstruoso espécimen”.

Cartel promocional de la presentación de Julia Pastrana en Londres.
Cartel promocional de la presentación de Julia Pastrana en Londres. / Wikipedia

Carrera y explotación

A pesar de las dificultades que enfrentaba debido a su apariencia, Julia mostró desde pequeña una notable resiliencia y una capacidad extraordinaria para adaptarse a su entorno. Fue descrita por quienes la conocieron como una persona amable y talentosa. Su vida cambió radicalmente cuando fue descubierta por un empresario estadounidense, Theodore Lent.

Lent se convirtió en el representante de Julia y la llevó por varias ciudades de Estados Unidos y hasta Canadá, donde era exhibida en espectáculos como una curiosidad humana. Las presentaciones de Julia no solo explotaban su apariencia, sino que también promovían una visión deshumanizadora y sensacionalista de las personas con diferencias físicas. Sin embargo, Julia no se limitaba a ser una simple atracción. Tenía una voz hermosa y demostró ser una cantante y bailarina talentosa, lo que le permitió ganar el reconocimiento del público más allá de su apariencia.

Varios científicos, desarrollaron teorías y comentarios sobre Julia, entre ellos Charles Darwin: “Julia Pastrana, una bailarina española, era una mujer extraordinariamente fina, pero tenía una gruesa barba y frente velluda. Fue fotografiada y su piel puesta en exhibición", escribió el naturalista en el segundo volumen de “The Variation of Animals and Plants Under Domestication, pero lo que nos concierne es que tenía en ambas quijadas, superior e inferior, una irregular doble hilera de dientes. Una hilera colocada dentro de la otra, de lo cual el doctor Purland tomó una muestra. Debido al exceso de dientes, su boca se proyectaba y su cara tenía la apariencia de la de un gorila".

Durante su carrera, Julia también viajó por Europa, actuando en circos y teatros. En Londres fue anunciada por los periódicos como “The Nondescript” (la indescriptible). Su presencia generaba una mezcla de asombro y compasión en el público. A pesar de ser tratada como una curiosidad, Julia nunca perdió su dignidad y se esforzaba por mostrar su verdadero talento artístico. Era una mujer dulce y educada que hablaba varios idiomas, tocaba la guitarra, bailaba con gracia, cantaba con voz de mezzo-soprano y amaba la lectura.

En 1857 inicia una gira por varias ciudades de Alemania donde hubo problemas para que las autoridades aprobaran el espectáculo hasta el punto de que fue cancelado en la ciudad de Leipzig el segundo día de función.

Julia Pastrana tenía un gran talento para cantar y bailar.
Julia Pastrana tenía un gran talento para cantar y bailar. / Wikipedia

Trágico final

En 1859 Julia y Theodore Lent se casaron en Viena. Sin embargo, el matrimonio no fue una unión amorosa, sino una relación basada en la explotación y el control. Además, de para aplacar los rumores que decía que "la a tenía esclavizada y que le sacaba sus ganancias. Ella era una mina de oro. Y todos lo sabían".

El punto más trágico de su vida llegó cuando en 1860 dio a luz a un hijo. El niño heredó las condiciones genéticas de su madre y, lamentablemente, murió a las pocas horas de nacer. Julia también falleció poco después debido a complicaciones postparto. 

Sin embargo, la tragedia no terminó con su muerte. Lent, en un acto de extrema deshumanización, decidió embalsamar los cuerpos de Julia y su hijo y continuar exhibiéndolos por muchos años más, lucrando con su sufrimiento incluso después de su muerte convirtiéndose en un símbolo de la explotación y la falta de respeto hacia las personas con diferencias físicas. 

En 2012, tras años de esfuerzos por parte de activistas y autoridades, los restos de Julia Pastrana fueron finalmente repatriados a México. Fue recibida en Sinaloa, su tierra natal, con un funeral digno y un homenaje que honró su vida y su legado. Este acto de justicia póstuma buscó reparar, al menos en parte, el sufrimiento y la explotación que sufrió durante su vida.

La vida de Julia Pastrana es una historia conmovedora. Su talento y humanidad lograron trascender las crueles exhibiciones a las que fue sometida, dejando un legado que nos recuerda la importancia de valorar a las personas por quienes son, y no por su apariencia. 

La repatriación de sus restos y el homenaje póstumo que recibió simbolizan un reconocimiento tardío pero significativo de su humanidad y su derecho a ser tratada con respeto y dignidad.

Su historia nos invita a reflexionar sobre cómo tratamos a quienes son diferentes y nos desafía a construir una sociedad más inclusiva y compasiva, donde todas las personas, independientemente de sus características físicas, puedan vivir con dignidad y respeto.

 

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