El reciclaje en Brasil, en manos de mujeres con 400 kilos de basura a cuestas

Maura Pereira, de 43 años, mientras recolecta basura en una calle de Sao Paulo (Brasil) / EFE
Efe
16 2017 - 09:42

Cuatro cucharadas de azúcar en un café y un pan tostado son el combustible matutino de Maura Pereira, una de las miles de recolectoras de basura que recogen el 90 % de todo lo que se recicla en Brasil, aunque sea a través de un trabajo precario y en la mayoría de los casos, informal.

Maura, de 43 años, lleva la mitad de su vida cargando carrozas con cerca de 400 kilos de material reciclable que encuentra por las calles de Sao Paulo, un esfuerzo hercúleo por el que percibe 22 centavos de real (unos siete centavos de dólar) por cada kilo.

Los días de lluvia no son excusa porque en su casa tiene que alimentar a seis de sus hijos, uno de ellos con una parálisis cerebral de segundo grado.

"Mi marido murió y me tuve que quedar sola con los niños. En noviembre hace doce años que murió. Le mataron", dice en una entrevista con Efe.

De complexión delgada y menuda, Maura aparece de buen humor a las 06.00 hora local para desayunar en su bar de confianza, donde siempre pide lo mismo: café y pan tostado.

Es su rutina diaria antes de emprender el primero de los maratonianos viajes hacia el depósito en el que entrega lo recogido.

"Vas a ver el tamaño del monstruo", bromea en referencia a su carroza, que aparece 'aparcada' en una calle con una montaña de cartones que le saca varias cabezas.

El peso depende de las condiciones climáticas -si llueve hay depósitos que le descuentan un 20 % de la remuneración total- y del material, pero de media son cerca de 400 kilos, si bien recuerda que "la más alta que cargó fue de 758".

"Mis hijos son los que me dan fuerza. Ellos no me pidieron ponerlos en el mundo y ya que los coloqué, tengo que ser responsable de mis actos. Lo mejor que puedo darles es subsistencia y escuela", afirma.

Como ella, en todo Brasil hay entre 800.000 y un millón de 'catadores de lixo' (recolectores de basura), de los cuales cerca del 65 % son mujeres, según datos del Movimiento Nacional de los Recolectores de Materiales Reciclables (MNCR, en sus siglas en portugués).

Aunque la inmensa mayoría trabaja en la informalidad, pues hay algunas cooperativas regularizadas, su labor es vital ya que son responsables de la colecta del 90 % de todo lo que es reciclado en el gigante suramericano.

"La función del reciclaje en el planeta es muy importante y nosotros colaboramos con el medioambiente, con el poder público y con la sociedad", puntualiza a Efe Eduardo Ferrera, uno de los líderes del MNCR.

Para empezar a andar con la carroza, Maura, de Bahía, pero que huyó de casa antes de cumplir los diez años, tiene que dar un pequeño salto. Si no puede con ella, coloca más peso delante y si es el asfalto está mojado, se quita las zapatillas y anda descalza para no escurrirse.

Sufre bronquitis crónica, como sus hijos, y a pesar de los feos de algunos viandantes cuando evitan cruzarse con ella, de su boca no sale un reproche o lamentación porque asegura que esa actitud no le va a traer nada bueno.

A unos 400 kilómetros, en el municipio de Ourinhos, otra guerrera se gana la vida de la misma forma. Su nombre, Aparecida de Souza, pero todos la conocen como Cacau.

Madre de cuatro de hijos y divorciada, ella es recolectora desde la infancia, cuando acompañaba a su padrastro por las empinadas calles de esta localidad paulista.

"No tengo vergüenza, tengo el mayor orgullo de hablar a las personas que soy 'catadora'", expresa a Efe.

En esta labor, no hay discriminación de género porque muchas veces, sostiene, pasan al lado de las personas y estas actúan como si fueran "invisibles".

"Nos miran como si fuéramos drogadictos y evitan estar cerca de nosotros (...) A veces nos llaman la basura de la sociedad", denuncia.

Como Maura, Cacau, de 39 años, también trabaja en la informalidad, como entre el 80-90 % de los recolectores del país, un porcentaje que Ferrera espera que, con una mayor "voluntad política", se reduzca en los próximos años.

Coincidencia o no, las dos ya han llevado con ellas a sus hijos para que entiendan el significado de lo que es ensuciarse las manos para poder comer.

"Y siempre les dije, ¿vosotros queréis la vida que tiene vuestra madre? Si no quieren, coman libros", señala Maura.

"Los llevé para mostrarles la experiencia de lo que es coger basura, de las personas mirarte con cara de asco y les dije, ¿ustedes quieren esto o quieren algo mejor? Entonces estudien", remarca Cacau.

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