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Los primeros héroes espaciales: Animales pioneros en la carrera espacial

Historias del mundo

El sábado pasado contamos la historia de los primeros animales en el desarrollo de la aviación, ahora contamos la de los pioneros en la carrera por la conquista del espacio.

La perra Laika fue la primera en orbitar la Tierra. / Wikipedia

Cuando pensamos en la carrera espacial, solemos recordar a astronautas valientes y cohetes imponentes que rompieron la barrera de la gravedad. Pero hay otro grupo de héroes en esta historia que, aunque no usaron trajes espaciales ni dieron discursos emotivos, fueron fundamentales para el avance de la exploración espacial: los animales. Sí, ¡animales! En los inicios de la carrera espacial, tanto la Unión Soviética como Estados Unidos enviaron a nuestros amigos peludos al espacio para estudiar cómo reaccionaban sus cuerpos a este ambiente tan extraño.

A continuación, te contaré las historias de estos pioneros que, aunque no vivieron para contarla (en muchos casos), jugaron un papel crucial en la historia de la humanidad.

 Laika: la primera viajera a las estrellas

Vamos a empezar con la heroína más famosa: Laika, la perrita soviética. En 1957, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética quería demostrar su poderío lanzando el primer ser vivo en órbita alrededor de la Tierra. ¿Su elección? Laika, una perrita callejera de Moscú. Los científicos soviéticos pensaron que los perros callejeros, acostumbrados a condiciones difíciles, podrían soportar mejor el viaje.

El 3 de noviembre de 1957, Laika se convirtió en el primer ser vivo en orbitar la Tierra a bordo del Sputnik 2. ¿Lo triste? Sabían que no regresaría con vida, ya que la tecnología para un aterrizaje seguro aún no existía. Durante mucho tiempo, se creyó que Laika sobrevivió varios días, pero luego se reveló que murió en las primeras horas debido al sobrecalentamiento. Aunque su destino fue trágico, Laika ayudó a abrir el camino para futuras misiones espaciales y se convirtió en un símbolo de sacrificio en nombre de la ciencia.

Laika la perrita soviética pionera en la carrera espacial. Los defensores de los animales protestaron por estas acciones. / Wikipedia

 Albert II: un mono con mala suerte

 Mientras los soviéticos se enfocaban en perros, los estadounidenses optaron por enviar monos al espacio. Albert II fue uno de los primeros en viajar en un cohete V-2 en 1949. Los V-2 eran cohetes de la Segunda Guerra Mundial que los estadounidenses modificaron para estos experimentos. Albert II, un mono Rhesus, fue el primero en cruzar la “línea de Kármán”, ubicada a unos 100 km sobre la Tierra y que se considera el comienzo del espacio.

Sin embargo, al igual que Laika, Albert II no tuvo un final feliz. Aunque su vuelo fue exitoso y alcanzó el espacio, el paracaídas de la cápsula falló en el regreso, y Albert II murió al impactar contra el suelo. Pero su misión no fue en vano: permitió a los científicos estudiar cómo los cuerpos vivos respondían a la aceleración y a la gravedad cero, datos que fueron clave para el desarrollo de vuelos tripulados por humanos.

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Belka y Strelka: las perritas que volvieron con vida

En 1960, los soviéticos lograron lo que parecía imposible: enviar a dos perritas al espacio y traerlas de vuelta sanas y salvas. Belka y Strelka se convirtieron en las primeras criaturas en orbitar la Tierra y regresar vivas. La nave Sputnik 5, en la que viajaban, completó 18 órbitas alrededor del planeta. Además de las perritas, la misión incluyó ratones, ratas y plantas para estudiar los efectos de la ingravidez en diferentes formas de vida.

Esta vez, la misión fue un éxito total, y Belka y Strelka regresaron como auténticas celebridades. Incluso Strelka tuvo una camada de cachorros después del vuelo, y uno de sus descendientes fue regalado a la familia del presidente estadounidense John F. Kennedy. Gracias a ellas, los científicos soviéticos pudieron confirmar que los seres vivos podían soportar el viaje espacial y regresar sin problemas, lo cual fue un paso gigante para los futuros vuelos tripulados.

Han fue otros de los monos entrenados por la NASA para participar en la carrera espacial. / NASA

Enos, el chimpancé astronauta

Para los estadounidenses, los monos eran la mejor elección para los experimentos espaciales debido a su parecido con los humanos. Así que, en 1961, enviaron a Enos, un chimpancé, a bordo de la misión Mercury-Atlas 5. Este simpático primate completó dos órbitas alrededor de la Tierra y se convirtió en el primer chimpancé en lograrlo. Durante el vuelo, Enos estaba entrenado para realizar ciertas tareas y, aunque hubo algunos problemas técnicos, regresó a la Tierra en buen estado de salud.

La misión de Enos fue una preparación para el vuelo orbital de John Glenn, el primer estadounidense en orbitar la Tierra. Enos demostró que los humanos también podrían llevar a cabo tareas en el espacio, algo fundamental para los programas espaciales de Estados Unidos.

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Otros viajeros espaciales: ratas, tortugas y más

No solo perros y monos fueron enviados al espacio. También hubo ratones, conejillos de indias, peces, ranas y hasta tortugas. En 1968, los soviéticos enviaron tortugas a bordo de la misión Zond 5, la primera en orbitar la Luna y regresar a la Tierra. Las tortugas sobrevivieron el viaje y brindaron información valiosa sobre la exposición prolongada a la radiación lunar.

Estos animales, a veces anónimos, ayudaron a entender mejor cómo el espacio afecta a los cuerpos vivos. Sin ellos, los astronautas humanos no habrían llegado tan lejos. Aunque sus historias son un recordatorio de los sacrificios hechos en nombre de la ciencia, también nos inspiran a seguir explorando más allá de los límites de nuestro planeta.

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