Un laboratorio de Florida, santuario para corales devastados por una misteriosa enfermedad
El biólogo Aaron Gavin llena una pipeta con gambas molidas, se inclina sobre un acuario y con ello alimenta a varias colonias de corales. El espectáculo le resulta fascinante. Esos animales, víctimas de una misteriosa enfermedad en las costas de Florida, dependen de esos cuidados para sobrevivir.
En Orlando, en el centro del estado, un laboratorio puntero de 190 m2 se ha convertido en un santuario para corales enfermos.
Allí, bajo lámparas que imitan la luz solar, más de 700 colonias de corales duros, unos animales claves para la biodiversidad marina, tienen una oportunidad de librarse de la muerte.
Desde 2014, la enfermedad de pérdida de tejido de coral duro se ha propagado a gran velocidad por el Arrecife de Florida, que se extiende unos 580 kilómetros desde las islas Dry Tortugas, 110 km al oeste de los Cayos, hasta la ensenada de St. Lucie, casi 200 km al norte de Miami.
A su paso, ha matado a casi la mitad de los corales pétreos de ese arrecife, el único de coral vivo en el territorio continental de Estados Unidos.
Se desconoce su origen, no tiene tratamiento y ahora se está extendiendo a algunas zonas del Caribe.
Frente a los Cayos de Florida, cerca de las playas de arena blanca, las palmeras y los manglares, se oculta el rastro de la catástrofe.
Un barco de turistas se detiene a pocas millas de Cayo Largo. Una pareja de delfines pasa cerca de la embarcación. Bancos de peces multicolores se cruzan a toda prisa. Debajo de ellos, grandes manchas blanquecinas se extienden por el lecho marino. Son cadáveres de corales.
"Es desgarrador y creo que lo más preocupante es que la mayoría de la gente no sabe que está ocurriendo", dice Michelle Ashton, directora de comunicación de la Fundación de Pesca y Vida Silvestre de Florida.
Un arca de Noé
En 2018, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica y la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida crearon un grupo de rescate, ante el peligro de extinción para más de 20 de las 45 especies de corales duros de la zona.
Ese grupo diseñó un plan. El objetivo era extraer corales de áreas que aún no habían sido afectadas por la enfermedad y cuidarlos, a la espera de poder devolverlos al océano en el futuro.
El proyecto sin precedentes reunió rápidamente a decenas de instituciones públicas y privadas, entre ellas la asociación estadounidense de zoos y acuarios.
El Centro de Rescate de Corales de Florida, en Orlando, es un elemento clave de esa operación.
"Mantenemos los corales sanos y salvos (...) Si siguieran en la naturaleza, hasta el 90% de ellos habría muerto", explica Justin Zimmerman, supervisor de este laboratorio creado en 2020 y gestionado por la compañía de parques acuáticos SeaWorld.
Aquí todo está hecho para acercarse lo más posible al hábitat natural de las colonias de corales duros, compuestas por cientos de miles de pequeños organismos llamados pólipos.
Los tanques, llenos de agua salada, contienen rocas y peces extraídos del océano, y pueden simular las corrientes marinas.
Para Gavin y sus tres compañeros, que nunca habían trabajado con las 18 especies de corales albergadas en el laboratorio, cada día es un aprendizaje.
Vuelta al mar
En esta sala está "el futuro del Arrecife de Florida", dice Ashton señalando los acuarios. "Los nietos [de estos corales] serán los que regresen al mar".
La primera parte del plan ha permitido salvar casi 2.000 colonias de corales, repartidas en 20 instituciones de 14 estados del país. La segunda consiste en preparar una vuelta exitosa a los océanos, pero llevará probablemente mucho tiempo, ya que los corales crecen lentamente.
Científicos están estudiando la genética de los animales rescatados, con la idea de criar nuevos ejemplares más resistentes ante las enfermedades y factores debilitantes como el aumento de la temperatura del mar o la contaminación.
El éxito o el fracaso de esas investigaciones tendrán grandes consecuencias para la región.
Los corales duros, con sus esqueletos calcáreos, forman la estructura que sostiene los arrecifes coralinos, hogar del 25% de la vida marina y una barrera natural que protege las costas al reducir la fuerza de las olas, especialmente durante las tormentas y los huracanes.
Florida también tiene mucho que perder a nivel económico. Según un estudio, el turismo atraído por la pesca y las actividades de buceo en el Arrecife genera 8.500 millones de dólares para el estado.
En Cayo Largo, Steve Campbell, de 59 años, está preocupado por el futuro. En el puerto, sentado junto al pequeño barco turístico que capitanea, asegura que la enfermedad ha tenido un gran impacto para él.
"Llevo 20 años en los Cayos de Florida", dice. "Salgo todos los días al agua y así me gano la vida, llevando a gente al Arrecife para que lo disfrute (…) Así que para nosotros esto es muy importante".