Las fotos del funeral de Albert Einstein escondidas por 60 años

Historias del mundo

Las instrucciones de Albert Einstein sobre su muerte especificaban que no quería homenajes, entierros mediáticos, así como tampoco una tumba o monumentos. Sus deseos fueron totalmente respetados.

Fotografía del escritorio de Albert Einstein tal y como lo dejó antes de su muerte en 1955. / Ralph Morse para la revista Life

El fallecimiento de Albert Einstein el 18 de abril de 1955 marcó el fin de la vida de uno de los científicos más influyentes y conocidos del siglo XX. Su muerte, acontecida en Princeton, Nueva Jersey, atrajo una gran atención mediática. 

Sin embargo, lo que pudo haber sido una cobertura amplia y detallada de su funeral por parte de la prensa se convirtió en una historia de restricciones y respeto por los deseos del mismo Einstein y su familia. Esta es la historia de las fotos tomadas en su funeral por un fotógrafo de la revista Life que permanecieron en el limbo durante muchos años, sin ser publicadas.

Albert Einstein: una figura pública reservada

Aunque Albert Einstein fue una figura de renombre mundial debido a sus logros científicos, en especial por su teoría de la relatividad, era también una persona profundamente reservada. A lo largo de su vida, Einstein mantuvo una actitud cautelosa hacia la atención pública, y valoraba enormemente su privacidad. A pesar de su fama, prefería llevar una vida tranquila en Princeton, lejos de los focos mediáticos. Esto se reflejaba en sus interacciones con la prensa, donde rara vez permitía que lo invadieran más allá de su ámbito académico y científico.

Cuando Einstein falleció a los 76 años, sus familiares y amigos más cercanos acataron al pie de la letra las instrucciones que el científico había indicado respecto a su funeral. Más bien no funeral, una ceremonia muy privada, sin invitados ni prensa.

Sin embargo, como suele suceder con figuras tan icónicas, el interés por documentar cada momento relacionado con su muerte era enorme.

La decisión de la revista Life

La revista Life era en ese momento uno de los medios más prestigiosos y populares en la cobertura de grandes eventos y personalidades. Sus editores, reconociendo la relevancia histórica de la muerte de Einstein, decidieron enviar al fotógrafo Ralph Morse a Princeton con el objetivo de documentar lo que se pudiera sobre el funeral del genio. 

Morse, un fotógrafo experimentado y respetado, fue conocido por su capacidad para capturar imágenes poderosas, pero siempre con sensibilidad hacia sus sujetos.

 Cuando Morse llegó a Princeton, la familia de Einstein y sus allegados ya habían dejado claro que deseaban un evento privado y sin cobertura mediática. Sin embargo, en su intento por seguir la historia, el fotógrafo utilizó su astucia y habilidades para acercarse primero al hospital que estaba atiborrado de fotógrafos, por lo que se le ocurrió dirigirse a la oficina de Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados de la universidad de Princeton, donde valiéndose de un recurso que muchas veces le había resultado, una botella de whisky, consiguió que el conserje le abriera la puerta y así pudo fotografiar el escritorio del científico exactamente como lo dejó antes de su muerte.

Después, rápidamente se dirigió a la funeraria donde se realizó una pequeña ceremonia. Morse logró obtener acceso a ciertos momentos clave que estaban ocurriendo alrededor del evento. 

Capturó imágenes del automóvil que llevaba los restos de Einstein y tomó algunas fotos a distancia, en particular de los asistentes cercanos a Einstein que llegaban a su despedida. Estas imágenes fueron discretas, enfocadas más en el ambiente que en la intimidad del funeral en sí. 

Luego se dirigió al cementerio. Cuando llegó solo había un grupo de hombres cavando varias tumbas, preguntó en cual enterrarían al genio y estos le informaron que iba a ser incinerado en la localidad de Trenton

Era el único fotógrafo para capturar el entorno y el sentimiento de ese día de luto. Morse contó en algunas entrevistas, cómo después de la cremación Hans Einstein se le había acercado para agradecerle muy amable su presencia. 

Solo su familia y amigos allegádos participaron de los actos funerarios. / Ralph Morse para la revista Life

Las imágenes no publicadas

Tras haber tomado estas valiosas fotografías, Morse regresó a la sede de Life para compartir su trabajo. Los editores de la revista sabían que tenían en sus manos un reportaje fotográfico que habría captado la atención del mundo, pero hubo un dilema ético.

Las instrucciones de la familia de Einstein fueron claras: no querían publicidad ni explotación mediática del funeral. Así que mientras el fotógrafo regresaba a Nueva York, Hans habló con Ed Thompson, editor en jefe de la revista y le pidió respetar la última voluntad de su padre.

En lugar de desafiar los deseos de la familia tomaron la decisión extraordinaria de "matar la historia". A pesar de la relevancia de las imágenes, decidieron no publicarlas en ese momento por respeto a los deseos de la familia. Aunque el periodismo muchas veces busca adelantarse a la competencia para ofrecer primicias, en esta ocasión la ética prevaleció sobre la primicia. Las fotos fueron archivadas, y durante décadas permanecieron en el anonimato.

Décadas después: la publicación tardía

Pasaron muchos años hasta que el mundo tuvo la oportunidad de ver las fotos del funeral de Einstein. Fue solo hasta 2015, 60 años después de la muerte del científico, que algunas de estas imágenes comenzaron a salir a la luz. 

Para ese entonces, las circunstancias habían cambiado, y ya no existía el mismo nivel de sensibilidad en torno al evento. Además, el contexto histórico de las imágenes les daba un nuevo valor, no como una intrusión a la privacidad de la familia, sino como un documento histórico de uno de los momentos más significativos de la historia moderna.

Lo que quedó claro con la eventual publicación fue que las fotos de Morse no eran invasivas ni irrespetuosas. Habían sido tomadas con gran cuidado y respeto, capturando el ambiente de tristeza y solemnidad sin comprometer la privacidad de los seres queridos de Einstein. 

Las fotos transmitían el respeto que Morse sentía por Einstein y su legado, y finalmente fueron reconocidas como un valioso testimonio visual de ese día.

 

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