La fascinante historia de la perla Peregrina: de Panamá a Hollywood
Historias del mundo
La perla Peregrina es una joya con una historia extraordinaria que sigue acaparando la fascinación de todos.
Hay objetos en la historia que parecen estar destinados a recorrer los caminos del poder y el lujo, cruzando océanos y siglos, dejando a su paso una estela de misterio. La Perla Peregrina es uno de ellos. Pescada en las cálidas aguas del golfo de Panamá en el siglo XVI, esta joya, de un tamaño y de forma inusual ha viajado a través de manos reales, nobles y estrellas de cine, conquistando el corazón de todos aquellos que la han poseído. Pero ¿qué es lo que hace a esta perla tan especial? Hasta el punto de que es considerada una de la gemas más valiosas y legendarias de la historia de Europa.
El hallazgo en Panamá
Imagina las costas de Panamá en 1515. Las aguas que bordeaban el istmo aún eran relativamente desconocidas para los europeos, pero pronto se convertirían en un tesoro para los conquistadores españoles. En esas mismas aguas, un esclavo se sumergía buscando ostras, cuando se topó con una perla rara y grande que parecía un espejismo.
El hallazgo no fue uno cualquiera: con un peso de 58.5 quilates, la Perla Peregrina, cuyo nombre significa “la errante” o “la viajera”, sería una de las más grandes jamás vistas. Aunque también su nombre se refiere a su forma peculiar, sumamente rara en forma de lágrima.
La recompensa por este descubrimiento fue más que generosa. En un gesto poco común para la época, el esclavo recibió su libertad como pago por la entrega de la perla. Y así comenzó la historia de la Perla Peregrina, un símbolo de lujo y libertad desde su mismo origen.
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De Panamá a las cortes de Europa
La Perla Peregrina no tardó en ser enviada a España, donde el rey Felipe II se la apropió con entusiasmo. Durante siglos, formó parte del tesoro de la Corona Española, convirtiéndose en el emblema de poder que adornaba a las reinas más importantes del imperio.
Margarita de Austria, esposa de Felipe III, y María Tudor, la legendaria "María la Sangrienta" de Inglaterra, fueron algunas de las ilustres damas que la portaron. La historia cuenta que cuando María Tudor se casó con Felipe II, llevó la perla colgada al cuello durante su boda, un recordatorio de la riqueza y el poder de los monarcas de la época.
La reina Margarita de Austria lució la Peregrina prendida de un broche junto con el diamante El Estanque, en un retrato ecuestre del pintor Diego Velásquez y que se exhibe en el Museo del Prado. Mientras que su esposo Felipe III la exhibe en su sombrero, esta vez sin el broche en otro retrato del mismo artista.
La perla Peregrina fue testigo silenciosa de los intrincados juegos políticos y romances de la realeza europea. Si bien las joyas y la opulencia formaban parte de la vida cotidiana en las cortes, esta perla, por su singularidad, siempre atrajo una atención especial. Más de una vez estuvo al centro de retratos reales, capturando el brillo de una era que parecía estar destinada a gobernar el mundo.
El robo de José Bonaparte
La "Peregrina" permaneció en España hasta 1908 cuando José Bonaparte se apropió de las joyas de los Borbones y envió la perla a su esposa Julia Clary que estaba en París. Posteriormente la joya como parte del patrimonio Bonaparte es heredada por Napoleón III quien decide venderla por problemas económicos a James Hamilton marqués de Abercorn en 1848.
Un nuevo capítulo: la subasta y Richard Burton
Pero, como su nombre lo indica, la Perla Peregrina era errante. Después de estar varios siglos en manos de la nobleza y de ser vendida en el siglo XIX su rastro se perdió por un tiempo, hasta que en 1969 reapareció en una subasta de la prestigiosa casa Sotheby’s en Nueva York. Aquí es donde la historia da un giro inesperado y se vuelve aún más intrigante.
En esa subasta, la perla fue adquirida por nada más y nada menos que Richard Burton, el famoso actor galés. Burton, conocido no solo por su talento sino también por su tempestuosa y apasionada relación con la actriz Elizabeth Taylor, pagó 37,000 dólares por la pieza. ¿El motivo? Quería regalársela a Elizabeth, quien ya era dueña de una de las colecciones de joyas más impresionantes del mundo.
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Elizabeth Taylor y el glamour de Hollywood
Elizabeth Taylor, un ícono de glamour y belleza, recibió la Perla Peregrina como parte de su cumpleaños, y la joya pasó a formar parte de su famosa colección personal. Pero claro, Taylor no se conformaba con tener una perla histórica, decidió personalizarla aún más.
Mandó a Cartier a crear un collar especial que complementara la perla, incorporando rubíes y diamantes. De esta manera, la joya alcanzó un nuevo nivel de majestuosidad, reflejando no solo siglos de historia, sino también el lujo sin precedentes de las estrellas de Hollywood.
La actriz lució la perla en varias ocasiones públicas, y la joya fue testigo de su tumultuosa relación con Burton, un romance marcado por dos matrimonios y dos divorcios. Como si la Perla Peregrina hubiera absorbido todo el drama y el glamour de su vida errante, brillaba con una luz que parecía casi mística.
La subasta final
En 2011, tras la muerte de Elizabeth Taylor, su colección de joyas fue subastada por la casa Christie’s, y la Peregrina fue una de las piezas más codiciadas. Vendida por más de 12 millones de dólares, su valor era ahora incalculable.
Pero más allá del dinero, lo que realmente compraban los nuevos propietarios era un pedazo de historia, un fragmento de los grandes imperios europeos y el brillo de Hollywood encapsulado en una única joya.
El enigma continúa
Hoy en día, la perla Peregrina sigue siendo un símbolo de lujo, poder y misterio. Desde las profundidades del golfo de Panamá hasta los cuellos de reinas y estrellas de cine, esta perla ha dejado una huella indeleble en la historia. ¿Quién será su próximo dueño? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: la Peregrina seguirá su viaje, como siempre lo ha hecho, capturando la imaginación de todos los que tienen la suerte de conocer su historia.