En el Ártico, el cambio climático pone en peligro el archipiélago de Svalbard

Cambio Climático

Aguas del Ártico / AFP
Afp
22 2022 - 07:13

Longyearbyen, Noruega/Tor Selnes le debe la vida a una lámpara. Puedo agarrase a ella y sobrevivir a una avalancha de nieve que puso trágicamente de manifiesto la vulnerabilidad al cambio climático del archipiélago de Svalbard, situado en la región ártica que más rápido se calienta del mundo.

El sábado 19 de diciembre de 2015, a menos de una semana de la Navidad, Selnes, un asistente educativo de 54 años dormitaba en su casa de Longyearbyen, la capital de este archipiélago noruego, a medio camino entre la Noruega continental y el Polo Norte.

De repente, masas de nieve cayeron por la ladera de Sukkertoppen, la montaña que domina la ciudad, y arrastraron dos hileras de casas.

La casa de Tor Selnes se desplazó de 80 metros y la habitación donde dormía queda completamente aplastada.

Para evitar ser alcanzado por la nevada, se agarró a una lámpara del techo durante unos segundos. "Era como estar en una lavadora, rodeado de tablas, cristales, objetos afilados, todo lo que puedas imaginar", dice.

Logró escapar pero con cortes y magulladuras. En otra ala de la casa, sus tres hijos quedaron ilesos.

Pero dos vecinos, Atle, con quien había jugado al póquer el día anterior, y Nikoline, una niña de dos años, perdieron la vida.

La tragedia, que hasta entonces se creía impensable, conmocionó a esta comunidad de menos de 2.500 habitantes.

"Se ha hablado mucho del cambio climático desde que llegué (...) pero era difícil de ver o asimilar", dijo la escritora y periodista Line Nagell Ylvisåker, que vive en Longyearbyen desde 2005.

"Cuando se vive aquí, es como ver crecer a un niño: no se ve el retroceso de los glaciares" de un día para otro, asegura.

Pasado minero

En Svalbard, el cambio climático se traduce en inviernos más cortos, temperaturas oscilantes, precipitaciones más intensas y el deshielo del permafrost.

Todas estas condiciones son propicias para las avalanchas y los desprendimientos.

En los días siguientes a la tragedia, una lluvia incongruente cayó sobre la ciudad durante el periodo navideño. Luego llegaron las lluvias récord del otoño siguiente, y otra avalancha que arrasó otra casa, sin causar víctimas, en 2017.

"Antes se hablaba mucho de los osos polares, de las nuevas especies, de lo que iba a pasar en la naturaleza", dice Line Nagell Ylvisåker.

"El oso polar flotando en un trozo de hielo era un símbolo de eso, pero me abrió los ojos sobre cómo nos afecta también a los humanos", añade.

Tras las dos avalanchas, las autoridades deciden destruir 144 viviendas consideradas vulnerables. Se trata de un 10% de las viviendas de la ciudad, que ahora han sido sustituidas por una gigantesca barrera antiavalancha de grandes bloques de granito.

Un revés para Longyearbyen, cuya historia está estrechamente ligada a los combustibles fósiles.

El pueblo, lleno de coloridas casas de madera, fue fundado en 1906 por el empresario estadounidense John Munro Longyear, que vino a extraer carbón. Aunque casi todas las minas están ahora cerradas --la última cerrará el año que viene--, un enorme cobertizo para vagones se mantiene en las alturas de la ciudad, recuerdo del pasado minero.

Punto caliente

Según Ketil Isaksen, investigador del Instituto Meteorológico Noruego, la región de Svalbard es "el lugar de la Tierra con mayor aumento de temperatura".

En la parte norte del Mar de Barents, que rodea el archipiélago, el calentamiento es hasta siete veces más rápido que en el resto del planeta, según un estudio en Nature del que es coautor.

Esto se debe al retroceso de la banquisa que, según explican los científicos, actúa normalmente como una manta aislante que impide que el océano caliente la atmósfera en invierno y lo protege del sol en verano.

En Longyearbyen, el deshielo del permafrost está debilitando el suelo, provocando el parpadeo del alumbrado público y obligando a reconstruir los cimientos de las casas.

En las afueras de la ciudad, el ahora mal llamado Isfjorden ("fiordo de hielo"), que solía atravesarse en moto de nieve en invierno, no ha visto formarse hielo real en su superficie desde 2004.

En las oficinas del periódico Svalbardposten, el redactor jefe Børre Haugli resume la situación asegurando que hoy, el cambio climático, "no lo discutimos, lo vemos".

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