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Barrabás: la historia poco conocida del ladrón que salvó su vida a costa de la crucifixión de Jesús

Semana Santa

El actor Pietro Sarubbi interpretando a Barrabás en la película La pasión de Cristo / Captura de la película La pasión de Cristo

Por miles años, la imagen de Barrabás fue vendida como el asesino pecador cuya vida fue salvada por Poncio Pilato a costa de Jesús, que siendo el Mesías, hijo de Dios hecho hombre, fue condenado a morir crucificado.

La historia generalmente inicia en el momento en que Jesús es capturado por el Ejército del Sanedrín, e inicia una especie de 'procesión' ante distintas instancias que debatirán su enjuiciamiento. Es Poncio Pilato, el procurador romano de Jerusalén en aquellos años, quien tiene la última palabra. Tras interrogarle, Pilato no le halla culpable, pero se enfrenta a la presión de los rabinos del Sanedrín y a una muchedumbre enardecida que pedía su crucifixión.

Ante este escenario, Pilato pidió a los asistentes del juicio que escogieran quién debía ser absuelto: Jesús o un conocido bandido vulgar, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los sacerdotes ortodoxos, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia y desacuerdo con la muerte de Jesús.

Poco antes de comparecer ante Pilato en compañía de Jesús, Barrabás se encontraba preso, acusado de participar en un motín y de asesinar a puñaladas al hijo de Jahel. En su charla con el carcelero, quien le confirmó que sería crucificado por asesinato, le contó que todo había sido un terrible accidente y que el joven en realidad fue apuñalado por su propia madre, quien confundida por la oscuridad de la noche, creyó que a quién estaba dañando era a Barrabás.
Escultura de Barrabás en la Cofradía de la Humildad en Málaga, España / Wikipedia

Los evangelios Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cuentan los detalles sobre la muerte de Jesús, pero no dicen mucho sobre la vida de Barrabás. Guardan silencio sobre su mirada, un poco angustiada, cuando lo liberaron, y sobre cómo se deslumbró con la imagen de Jesús: no por ser el mesías, sino por la luz que encandilaba sus ojos, acostumbrados a la oscuridad de una prisión.

Pero, para entender la figura de Barrabás hay que retroceder algunos años antes del nacimiento de Jesús.

Judea, un caldero de pasiones

Cuando los romanos empezaron a ganar terreno en Asia y el Medio Oriente, las tribus y provincias asentadas en esa región se integraron de buena forma a la gobernanza del gran imperio. Augusto, el primer emperador romano, fue quien invocó el censo, que llevó a la sagrada familia a Belén. Y el segundo, Tiberio Claudio, designó al gobernador Poncio Pilato.

Sin embargo, Judea, ya sea por su religión monoteísta o por sus luchas internas, siempre dio problemas. Los romanos dejaron a los judíos gobernarse por sí mismos, pero hubo varias crisis. En el año 26 d. C. Pilato intenta introducir a Jerusalén la imagen del emperador romano, pero esto provocó revueltas y todo empeoró con la recaudación de impuestos.

Es evidente que, ayer como ahora, la mala distribución de las riquezas y la inequidad abrieron una brecha social en la población. De un lado vemos a los terratenientes con extensas hectáreas de tierras fértiles que arrendaban a otros campesinos labradores de los principales productos para la subsistencia como vino, aceite, pan fruta, leche y carne, y por el otro, los pobres, los desheredados incapaces de prosperar.

Esto, aunado a la imposición de los publicanos, los hombres que se dedicaban a recaudar los impuestos hizo que la gente empobreciera.

Toda esta incomodidad provocó revueltas sociales en los primeros años de la época cristiana, lo que da pie al surgimiento de líderes contra el poder de Herodes, de Roma, y hasta contra los fariseos.

La historia nos deja nombres de líderes revoltosos como Judas el Galileo, Zadok, un fariseo radical, Juan el Bautista, quien pagó con su cabeza las duras críticas que hizo en contra de Herodes. Hubo también bandoleros perseguidos por los gobernantes, pero que eran apoyados por el pueblo. Barrabás pudo ser uno de ellos.

Entonces, Barrabás pudo ser un 'forajido' rural que gozaba del aplauso popular, pero era rechazado por las clases ricas y gobernantes.

Un dato poco conocido es que según varios viejos manuscritos del Evangelio de Mateo, el nombre completo de Barrabás fue 'Yeshua bar Abba' que significa: Jesús, hijo del Padre.
Poncio Pilato es un personaje central en el destino de Jesús y Barrabás / Captura de video

De vuelta a la crucifixión de Jesús

Según se cuenta en "Barrabás", la novela escrita por el Premio Nobel sueco, Pär Lagerkvist, "al terminar la ejecución, Barrabás caminó por los barrios de Jerusalén y por la noche entró en la casa de una buena amiga. Cuando los apóstoles sufrían por la muerte, él celebraba entre angustias y regocijos. Tomaba vino, hablaba con amigos, hacía el amor con una mujer robusta.

Al día siguiente, Barrabás caminaba hacia la gruta en la que fue enterrado Jesús, mientras reflexionaba, algo incrédulo. Cómo era posible que el hijo de un Dios hubiese decidido morir, después de largas torturas, por la humanidad. No lo entendía. Quizá, solo quizá, el supuesto Mesías había muerto para salvar las almas de los hombres. Pero lo que sí era seguro era que los romanos lo habían crucificado para salvarlo a él. Eso no lo dudaba".

Se sabe con algo de precisión por cuenta de otros historiadores que a los cincuenta años más o menos, Barrabás llegó como esclavo a la casa del procurador romano de Pafos, tras haber pasado mucho tiempo en las minas de cobre de la isla de Chipre, administradas por él. ¿Por qué lo habían detenido y condenado a las minas, el castigo más terrible que se pudiera imaginar? No se sabe.

Lo más extraordinario es que, habiendo estado en aquel infierno, volviera a la vida, aun como esclavo, en el momento en que se cruzó en su camino otro esclavo de nombre Sahak con una placa en el cuello, en la que estaba grabado el sello del propietario. Su nombre era Jesús, el Hijo de Dios.

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