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Entre escándalos en redes, acusaciones de boicot y debates sobre representación, la contienda ha tomado un giro inesperado, dejando en duda el futuro de algunas de las favoritas.
Hace apenas unas semanas, Emilia Pérez se perfilaba como una de las películas más fuertes de la temporada con 13 nominaciones. Su protagonista, Karla Sofía Gascón, hacía historia al convertirse en la primera actriz trans en competir en la categoría de Mejor Actriz. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente con la filtración de antiguas publicaciones de la intérprete en X, donde lanzaba comentarios despectivos sobre diversos grupos.
Las publicaciones incluían críticas a la comunidad musulmana, burlas sobre las vacunas chinas y una polémica referencia a George Floyd, a quien calificó como “un estafador drogadicto”. También había opiniones sobre la ceremonia de los Oscar 2021, asegurando que parecía “una manifestación de Black Lives Matter o el 8M”.
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La reacción en redes fue inmediata. Netflix, que había apostado por la película como una de sus cartas fuertes en la temporada de premios, tomó distancia discretamente. Gascón respondió con un comunicado en el que aseguraba ser víctima de una campaña de desprestigio. “Han logrado su objetivo: manchar mi existencia con mentiras”, declaró en una entrevista. Sin embargo, sus palabras fueron vistas como una evasión de responsabilidad y solo intensificaron la controversia.
Más allá del escándalo de Gascón, Emilia Pérez ya enfrentaba una recepción desigual. Aunque obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes, su desempeño entre el público fue mucho menos favorable. En Rotten Tomatoes, la película registra apenas 18% de aprobación, mientras que en Letterboxd tiene la calificación más baja en la historia de los Oscar para un nominado a Mejor Película (2.2 estrellas).
Uno de los principales puntos de crítica ha sido la dirección del francés Jacques Audiard, quien filmó la historia en París, sin haber visitado México y con un elenco mayoritariamente extranjero. Su visión del narcotráfico y la cultura latinoamericana fue cuestionada por voces como la del guionista Héctor Guillén, quien expresó en redes: “México odia Emilia Pérez”.
La comunidad LGBTQ+ también ha señalado problemáticas en la representación trans dentro del filme. La organización GLAAD calificó la interpretación de Gascón como “retrógrada”, destacando escenas en las que su personaje se torna violento y su voz regresa a un tono más grave, lo que, según críticos, refuerza la idea de que “en el fondo sigue siendo un hombre”. También se ha cuestionado la manera en que la historia plantea la transición como un abandono de la familia y un acto egoísta, en lugar de un proceso de identidad personal.
En medio de las críticas, Gascón insinuó que sus detractores podrían estar ligados a su principal competencia en la categoría de Mejor Actriz, la brasileña Fernanda Torres, quien recientemente ganó el Globo de Oro y se ha consolidado como la favorita.
La situación dio un giro inesperado cuando Torres también se vio envuelta en su propia controversia. Resurgió un video en el que aparece con blackface en un programa de comedia. A diferencia de Gascón, Torres respondió con rapidez y emitió un comunicado asumiendo su error: “En ese momento, la conciencia sobre la historia y el simbolismo racista del blackface no había llegado al debate público en Brasil”, expresó la actriz, marcando un contraste con la actitud desafiante de su rival.
La edición 2025 de los Oscar está marcada por la tensión, y en este clima de controversias, el cine ha pasado a un segundo plano. Con cada nueva filtración y cada respuesta fallida, la premiación parece alejarse de su propósito original, dejando claro que en Hollywood, la narrativa dentro y fuera de la pantalla puede definir el destino de una película.
Dicho de un modo más sencillo, el desarrollo de la edición 2025 pasará a la historia como una de las competencias que más evidencia dentro de sí cómo las luchas sociales contra el racismo, xenofobia, discriminación o cualquier otra forma de irrespeto, influyen en la condecoración profesional.