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Dueño de una carrera que rozó el Olimpo de Hollywood en los años 90 y principios de los 2000, el actor supo reinventarse a través de papeles excéntricos, arriesgados y profundamente humanos. Sin embargo, una decisión cinematográfica tomada en 2013 cambió para siempre el rumbo de su carrera: el estreno de Bajo cero, una película que, aunque basada en hechos reales, marcó simbólicamente el inicio de su travesía por el cine de bajo presupuesto y los lanzamientos directos a video.
Nicolas Cage alcanzó la cima con su desgarradora interpretación en Adiós a Las Vegas (1995), un papel que le valió el Oscar a Mejor Actor y lo catapultó al estrellato mundial. Lejos de conformarse con el prestigio de la crítica, Cage se volcó con energía a las superproducciones, consolidándose como una figura imprescindible en películas como La roca, Con Air y Contracara, clásicos de acción que definieron toda una época.
En los años 2000, su popularidad continuó con títulos como 60 segundos, La leyenda del tesoro perdido y Ghost Rider, mientras alternaba con proyectos más exigentes como El ladrón de orquídeas, donde fue nominado nuevamente al Oscar. Esta combinación de cine comercial y apuestas artísticas lo convirtió en un actor único, capaz de moverse entre géneros con fluidez y entrega.
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Pero el brillo comenzó a opacarse. Hacia el final de la década del 2000, Cage protagonizó una serie de películas que no lograron conectar con el público ni con la crítica. Producciones como Peligro en Bangkok, Season of the Witch y Drive Angry evidenciaron un giro hacia historias menos sofisticadas, a menudo mal recibidas y olvidables.
Según un análisis del medio Far Out, lo que parecía un bache temporal terminó siendo un cambio de rumbo permanente. La industria comenzó a relegarlo a un espacio marginal, y su nombre desapareció de las grandes alfombras rojas. El actor, que alguna vez fue un ícono taquillero, comenzaba a transitar un terreno cinematográfico más sombrío.
En 2013, Bajo cero (The Frozen Ground) fue vista por muchos como un intento de Cage por recuperar el respeto de la crítica. La película, centrada en la captura de un asesino en serie en Alaska, tenía una base sólida en hechos reales y ofrecía un rol serio y dramático. No obstante, fue distribuida de forma limitada y lanzada directamente a video, un hecho que marcó simbólicamente el inicio de su “exilio” en Hollywood.
Aunque el filme no fue necesariamente un desastre, su lanzamiento no generó impacto. “A partir de ese momento, Cage comenzó a protagonizar películas que solo los fanáticos más acérrimos recordaban”, explican desde Far Out. Era el comienzo de una década donde su rostro aparecería en decenas de cintas de bajo presupuesto, muchas de las cuales ni siquiera alcanzaron las salas de cine.
Lejos de rendirse, Cage continuó trabajando sin pausa. En entrevistas posteriores, defendió con firmeza su compromiso artístico incluso en estas producciones de segundo plano. “Nunca traté estas películas con menos dedicación que mis trabajos de alto presupuesto”, aseguró. Para él, cada proyecto representaba una oportunidad para actuar con honestidad y pasión.
De hecho, durante este periodo oscuro, el actor entregó algunas de sus actuaciones más intensas y aclamadas. Títulos como Joe, Mandy, Pig y El insoportable peso de un talento descomunal probaron que el talento de Cage seguía intacto, aun cuando el escaparate de Hollywood le diera la espalda.
La decisión de no declararse en bancarrota, pese a los problemas financieros personales que enfrentaba, fue una muestra más de su resiliencia. Cage optó por seguir adelante y trabajar incansablemente, rechazando la idea de abandonar su oficio. “Después de enfrentar problemas económicos personales, Cage se negó a declararse en bancarrota y optó por seguir adelante”, destacan los medios. Y lo hizo con una convicción admirable.
El renacer de Nicolas Cage comenzó a forjarse en silencio. Sin alardes ni campañas multimillonarias, su nombre volvió a sonar en festivales y círculos de crítica especializada. Películas como Pig (2021) lo posicionaron nuevamente como un actor de carácter, vulnerable y poderoso, alejado de los clichés que lo habían perseguido.
Con El insoportable peso de un talento descomunal (2022), donde interpretó una versión ficcional de sí mismo, Cage abrazó su legado con humor y valentía. El filme, aplaudido por su tono meta y su capacidad de reírse de sus propias caídas, fue recibido con entusiasmo tanto por el público como por la crítica.
Hoy, el viaje cinematográfico de Nicolas Cage es uno de los más fascinantes y singulares en la historia de Hollywood. Del Oscar a los blockbusters, del olvido al redescubrimiento, su trayectoria ha sido una montaña rusa de riesgos, caídas y resurrecciones.