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Con más de cinco décadas en la industria, 21 nominaciones al Oscar y tres estatuillas en su haber, su legado es incuestionable. Sin embargo, pocos saben que uno de los momentos más cruciales de su carrera estuvo a punto de convertirse en un desastre: una audición que el director Robert Benton calificó como “la peor” de su vida.
El debut cinematográfico de Streep llegó en 1977 con Julia, donde compartió pantalla con Jane Fonda y Vanessa Redgrave. Aunque su papel fue breve, su presencia no pasó desapercibida. Al año siguiente, su actuación en El francotirador junto a Robert De Niro le valió su primera nominación al Oscar, posicionándola como una promesa en Hollywood.
Pero fue en Kramer vs. Kramer (1979) donde su destino quedó sellado. Este drama, que retrata un doloroso proceso de divorcio y la lucha por la custodia de un hijo, requería una actriz capaz de transmitir emociones complejas con sutileza y profundidad. El problema era que su audición para el papel dejó mucho que desear.
El motivo detrás del mal desempeño de Streep en el casting tenía una razón de peso: apenas unos meses antes, su pareja, el actor John Cazale, había fallecido a causa de un cáncer terminal. La pérdida la dejó devastada emocionalmente, y cuando llegó el momento de la prueba para Kramer vs. Kramer, su mente estaba en otro lugar. Su actitud fue distante, casi desinteresada, y su respuesta al guion carecía de la energía que se esperaba de una audición tan importante.
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La historia de cómo Meryl Streep consiguió el papel de Joanna Kramer es digna de una película. Su agente, Sam Cohn, insistió en que el director Robert Benton la considerara. Cuando finalmente se reunieron, el resultado fue inesperado.
“Meryl apareció y se sentó allí… No creo que la entrevista durara más de 15 o 20 minutos como máximo, y fue… la peor entrevista que he tenido con un actor en todos mis años en Hollywood. La peor. La peor”, recordó Benton en una entrevista.
A pesar de esa impresión inicial, Benton y el protagonista, Dustin Hoffman, terminaron eligiéndola para el papel. No podrían haber tomado una mejor decisión.
A pesar de la catastrófica audición, Streep entregó una interpretación magistral en Kramer vs. Kramer. Su actuación, llena de matices y emociones genuinas, le valió su primer Oscar como Mejor Actriz de Reparto y la consolidó como una de las intérpretes más destacadas de su generación.
Ese premio fue solo el inicio de una carrera legendaria. Con el tiempo, Streep dejó de necesitar audiciones; su nombre se convirtió en sinónimo de excelencia actoral. Desde su icónica Miranda Priestly en El diablo viste de Prada hasta su conmovedor papel en Florence Foster Jenkins, su filmografía es un testimonio de su versatilidad y compromiso con el arte.
Hoy, Meryl Streep es mucho más que una actriz con premios; es un símbolo de dedicación y talento. Su historia demuestra que, en Hollywood, una mala audición no define una carrera, pero el trabajo constante y el talento sí. Lo que pudo haber sido un obstáculo terminó siendo el trampolín que la catapultó al estrellato.