Vivir de Amor
En vivo
En una entrevista concedida a Fotogramas, el creador de Titanic y Avatar disparó sin rodeos contra una de las películas más emblemáticas del cine de superhéroes contemporáneo. Según él, lejos de ser un avance en la representación femenina, la versión de Diana Prince interpretada por Gal Gadot es “un paso atrás”.
La crítica no fue superficial. Cameron apuntó a un problema estructural de la industria: la forma en que Hollywood representa a las mujeres en pantalla. “Todo este aplauso de Hollywood por Mujer Maravilla es solo el Hollywood masculino haciendo lo mismo de siempre”, declaró. Y agregó que el personaje, aunque disfrazado de empoderamiento, no deja de ser una figura “cosificada” adaptada a la mirada masculina.
Cameron va más allá del vestuario o la apariencia. En su visión, Diana Prince representa un tipo de heroína cuya fuerza está cuidadosamente equilibrada con una imagen que responde a los cánones clásicos de belleza. “Maquillada como para acudir a una alfombra roja”, ironizó, cuestionando el realismo y la profundidad de un personaje que, a su juicio, perpetúa estereotipos en lugar de romperlos.
El director no dudó en comparar a Gal Gadot con uno de sus personajes más icónicos: Sarah Connor, la guerrera de Terminator. Para Cameron, Connor representa todo lo que una heroína debe ser: imperfecta, poderosa, emocionalmente compleja y alejada de cualquier idealización estética.
Te puede interesar: Drake arrebata el trono a Kendrick Lamar con 'Nokia' y marca un nuevo récord histórico
Te puede interesar: Justin Bieber explota contra paparazzi y revive su lucha por la privacidad
“Sarah Connor no era un icono de belleza. Era fuerte, tenía problemas, era una madre terrible y se ganó el respeto del público a base de agallas”, explicó. En su análisis, el valor del personaje radica en su humanidad cruda, no en una figura estilizada para agradar a la audiencia.
Cameron también reivindicó la figura de Ellen Ripley, protagonista de Aliens, como otro ejemplo de personaje femenino potente y realista. Ambos, dice, fueron diseñados con una “profundidad psicológica” que él considera esencial para cualquier narrativa de empoderamiento femenino.
Las palabras de Cameron encontraron respuesta inmediata en Patty Jenkins, directora de Mujer Maravilla. Con diplomacia pero sin rodeos, Jenkins defendió su visión del personaje y subrayó que el empoderamiento no puede encasillarse en un único molde.
“Necesitamos más personajes femeninos con una amplia gama de cualidades, no menos”, respondió Jenkins, rechazando la idea de que solo las mujeres “duras y problemáticas” pueden ser fuertes. Según ella, Diana Prince representa otra forma válida de poder: compasiva, empática y visualmente inspiradora, sin dejar de ser una guerrera formidable.
El debate, más allá del cine, toca fibras sensibles sobre el feminismo contemporáneo. La discusión llega en un momento clave para el cine de superhéroes, donde las mujeres han comenzado a ocupar espacios cada vez más visibles. Películas como Capitana Marvel, la reinvención de Harley Quinn y, más recientemente, Barbie de Greta Gerwig, han demostrado que existen múltiples narrativas posibles en torno a lo femenino.
Cada uno de estos personajes aporta una visión distinta del poder, la autonomía y la identidad femenina. Algunas están inspiradas en la ternura, otras en la irreverencia, y otras en la pura fuerza física o emocional. En ese abanico de posibilidades, Diana Prince ocupa un lugar simbólicamente importante.
Cameron, con su crítica, no hace más que reabrir una discusión necesaria: el feminismo en Hollywood no puede ser unidimensional. Y si bien sus palabras pueden parecer anacrónicas para algunos o iluminadoras para otros, lo cierto es que invitan a reflexionar sobre cómo seguimos contando historias de mujeres en la gran pantalla.
Las opiniones enfrentadas de James Cameron y Patty Jenkins reflejan dos visiones del feminismo en el cine que no necesariamente se excluyen. Mientras uno aboga por personajes menos idealizados y más complejos emocionalmente, la otra apuesta por la pluralidad de modelos femeninos como camino hacia una representación auténtica.